12 de Noviembre de 2014. Esa es la fecha que los libros de historia, si todo sucede como está previsto (algo que, en este caso, dista de ser seguro), marcarán como el día en que la Humanidad pisó por primera vez la superficie de un cometa. Serán horas de incertidumbre, amplificada por el inevitable retraso de las comunicaciones debido a la distancia con La Tierra, 7 largas horas en que solo podremos sentarnos y esperar, como es habitual en la exploración interplanetaria, mientras el propio ingenio espacial deberá actuar de forma autónoma, tomando el mismo las decisiones en cada momento.
Todo empezará a las 8:35 GMT, con la liberación de Philae por parte de Rosetta cuando esta última se encuentre a solo a 20 kilómetros de altura. Durante el descenso, que durará unas 7 horas, su cámara ROLIS tomará una serie continua de fotos. El cometa completará más de la mitad de una rotación durante este periodo de tiempo, por lo que la zona de aterrizaje se encontrara inicialmente en el lado opuesto y se irá aproximando a medida que pasen las horas. Un "disparo" a ciegas, en que todo dependerá de la exactitud de los cáculos realizados.
Hasta justo antes del 12 de Noviembre, los planificadores de la misión mantendrán la opción alternativa de aterrizar en la zona C. Si esta resultara seleccionada ya que la principal, la zona J, por cualquier motivo, quedara anulada, el descenso comenzará a las 13:04 GMT, pero desde una altitud de 12,5 kilómetros con un tiempo de viaje de unas 4 horas.
Rosetta expulsará Philae con una velocidad inicial de aproximadamente 2,5 Kilómetros por hora. Debido a que el cometa es muy pequeño, su gravedad agregará muy poca velocidad adicional a medida que caiga a la superficie en una trayectoria balística y sin medio alguno para ajustar su trayectoria. Cuenta con un sistema de propulsión de aterrizaje, pero a diferencia de los sistemas convencionales, que ralentizan al vehículo para que este sea suave, el de Philae de está diseñado para que se "inserte" en una superficie sin garantía alguna de que esta sea completamente plana y horizontal, y donde sus 3 patas, capaces de adaptarse a un terreno irregular y pendientes de hasta 30º, seguramente tendrán un papel determinante
En el momento del contacto unos pequeños arpones, unidos a Philae con unos cables, la ayudarán a adquirir una posición vertical y permanecer en la superficie. Si el sistema de cohetes y arpones no hicieran correctamente su trabajo el módulo podría, simplemente, rebotar y perderse de nuevo en el espacio o quedar en mala posición. Finalmente, en cada una de las tres almohadillas de las patas, hay tornillos que intentarán profundizar y asegurarla su posición, pero que necesitan que los primeros hagan correctamente su trabajo, ya que de lo contrario, la resistencia de un terreno duro podría empujala de nuevo hacia arriba en lugar de fijarla en el cometa.
Aunque en el viaje de Philae y las operaciones de aterrizaje el equipo de tierra no tendrá control alguno, afrontará días antes el envío a Rosetta de los comandos necesarios para ello, incluido, y será donde los navegadores de la ESA deberán demostrar su valía, que la sonda se encuentre en el lugar exacto en el momento de la separación, ya que cualquier desviación, por pequeña que fuera, llevaría al módulo fuera de la zona elegida, y posiblemente a un prematuro final.
En defintiva, y como podemos ver, una operación extremadamente compleja, donde la tenue gravedad del cometa, lejos de ser una ventaja, representa precisamente el mayor problema, precisamente por ser tan sencillo liberarse de ella con un impulso mínimo. La precisión en los cálculos de los navegadores terrestres, así como el correcto funcionamiento de su complejo sistema de aterrizaje, marcarán la diferencia. El 12 de Noviembre tenemos una cita con la historia.
El complejo sistema de aterrizaje de Philae, con los arpones y los tornillos de cada una de las patas con la misión de anclarla a la superficie.
Philae durante las pruebas antes del lanzamiento.
The Philae Lander anchoring harpoon
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