Nuestra compañera celeste es hoy día un cuerpo que podemos considerar casi congelando en el tiempo. No del todo, como demuestran los signos de una cierta actividad geológica descubiertos recientemente o las emisiones de gases volcánicos que se sabe ocurren en zonas muy concretas de la superficie, pero ciertamente, en comparación con la aún dinámica Tierra, parece un lugar extremadamente tranquilo.
Pero si elevamos la mirada y nos fijamos un poco ella pronto llegaremos a la conclusión de que antes de convertirse en el mundo que hoy conocemos, cuyo familiar rostro nos acompaña desde los albores de la historia humana, La Luna tuvo épocas mucho más agitadas, incluso catastróficas, y cuyas huellas, como un eco del pasado, son las que le dan forma en la actualidad.
¿Como fue la infancia y juventud de la Luna? Como y que procesos la moldearon a lo largo de las Eras? Existe una idea más o menos clara del proceso, apoyada tanto por la ingente cantidad de datos científicos acumulados gracias a la LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter) y otras sondas como a las muestras de rocas lunares traidas por los Apolo, aunque ni mucho menos definitiva y cerrada a toda discusión. Existen elementos por explicar, teorías alternativas a la principal y, en definitiva, está abierta a que pueda modificarse poco o mucho en el futuro si nuevos descubrimientos indicaran otra dirección (como debe hacer siempre la ciencia bién entendida), pero ahora mismo representa la visión más sólida, evidencias en mano, que tenemos.
La gente de Goddard’s Scientific Visualization Studio nos ofrecen ahora una recreación de este pasado de La Luna mayoritáriamente aceptado, un viaje en el tiempo que debe mucho al trabajo realizado los últimos años por la LRO.
Tras el proceso de enfriamiento que sigue a su nacimiento, hace unos 4.500 millones de años, vemos la formación de la enorme cuenca Aitken, los tremendos impactos ocurridos en el periodo conocido como bombardeo intenso tardío (LHB o Late Heavy Bombardment) que se estima que se extendió entre los 4.100 y los 3.800 millones de años, la actividad volcánica que le siguió y que dió forma a los hoy día conocidos como Mares y finalmente como el flujo de colisiones, que van creando la mayor parte de los cráteres que vemos hoy día, va decreciendo a medida que el espacio interplanetario está cada vez más "limpio" hasta llegar a la actualidad, donde aun se mantiene pero a un ritmo mucho más lento y el rostro lunar ya es el que todos conocemos.
Un maravilloso viaje por la larga y tortuosa vida de nuestra compañera celeste, así como un recordatorio de lo que también afrontó La Tierra, aunque en su caso, gracias a su capacidad geológica de renovarse y curar las "heridas", las señales de estos cataclísmos se han borrado casi por completo. Una historia de 4.500 millones de años que, como un gran libro planetario, está escrita en su rostro.
Una curiosa y hermosa pareja cósmica. En la Tierra la erosión del viento, del agua, y el movimiento de las placas tectónicas han borrado la mayor parte de las herida. En La Luna, pero, y sin procesos erosivos a gran escala, han conservado las huellas del pasado, convirtiéndose en un espejo de nuestro propio pasado.
La cuenca Aitken en mapas topográficos levantados con los datos enviados por las sondas Clementine (parte superior) y Kaguya. Con 2500 Kilómetros de diámetro, solo superada por la Cuenca Borealis, en Marte.
Charles Duke, del apolo 16, en la sombra de una gran roca. Las muestras que tanto esta misión como la de los Apolo 15 y 17 llevaron a La Tierra permitieron establecer que los Mares lunares se formaron todos ellos en impactos ocurridos en un periodo de tiempo situado entre los 4.100 y los 3.800 millones de años. Esta agrupación en el tiempo dio lugar a la teoría del bombardeo tardío.
La actual Luna en todas sus caras. La diferencia evidente entre ambas caras es evidente y sigue siendo un enigma aún no resuelto de forma clara.
Charles Duke, del apolo 16, en la sombra de una gran roca. Las muestras que tanto esta misión como la de los Apolo 15 y 17 llevaron a La Tierra permitieron establecer que los Mares lunares se formaron todos ellos en impactos ocurridos en un periodo de tiempo situado entre los 4.100 y los 3.800 millones de años. Esta agrupación en el tiempo dio lugar a la teoría del bombardeo tardío.
La actual Luna en todas sus caras. La diferencia evidente entre ambas caras es evidente y sigue siendo un enigma aún no resuelto de forma clara.
Una curiosa y hermosa pareja cósmica. En la Tierra la erosión del viento, del agua, y el movimiento de las placas tectónicas han borrado la mayor parte de las herida. En La Luna, pero, y sin procesos erosivos a gran escala, han conservado las huellas del pasado, convirtiéndose en un espejo de nuestro propio pasado.
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