La Luna posiblemente sigue teniendo un múleo fundido.
El interior de La Tierra sigue conservando una cantidad ingente de calor, fruto tanto de su formación como de la desintegración de elementos radioactivos, siendo el motor que mantiene la incesante actividad geológica que vemos en la superficie, desde el movimiento de placas tectónicas hasta la actividad volcánicas y los terremotos, normalmente ligadas a esto primero, así como la generación de un campo magnético global. Aunque lentamente se está enfriando, la corteza actua como un buen aislante, y después de 4.500 millones de años se estima que las temperaturas en su mismo corazón pueden igualar las de la Fotoesfera solar. A nuestro planeta aún le queda energía para seguir moviéndose durante muchos millones de años más.
No el caso de La Luna. Mucho más pequeña que La Tierra su proceso de enfriamiento también fue mucho más rápido. No hay actividad volcánica reconocible como tal en épocas recientes y la actividad sísmica registrada se relaciona sobretodo con las mareas gravitatoria generadas por nuestro planeta y el impacto de meteoritos. Nuestra compañera celeste parece un cuerpo muerto desde este punto de vista, pero existe la duda si su corazón aún conserva algo de calor, incluso una parte fundida, o si el frío abrazo de la muerte geológica llegó ya hasta sus últimas consecuencias. Ahora nuevos estudios basados en los datos ofrecidos por la sonda japonesa SELENE (SELenological and ENgineering Explorer) y otros exploradores, parecen apuntan definitivamente por esa primera opción.
"Estudios anteriores indicaron que existe la posibilidad de que una porción de la roca en la parte más profunda dentro del manto lunar puede estar fundida. El resultado de esta investigación apoya la posibilidad anterior dado que la roca parcialmente fundida se vuelve más blanda", manifestó el Observatorio Astronómico Nacional de Japón (NAOJ). "Esta investigación ha probado por primera vez que la parte más profunda del manto lunar es blanda, basándose en la concordancia entre los resultados de observaciones y los cálculos teóricos".
"Creo que los resultados de nuestra investigación han dado lugar a nuevas preguntas. Por ejemplo, ¿cómo puede la parte inferior del manto lunar mantener su estado más blando durante un largo tiempo? Para responder esta pregunta, nos gustaría investigar más la estructura interna y el mecanismo de generación de calor dentro de la Luna en detalle", explicó Yuji Harada, investigador principal responsable de este nuevo estudio. "Ha surgido otra pregunta:¿Cómo ha afectado la conversión de energía de marea a energía térmica en la capa blanda al movimiento de la Luna en relación a la Tierra, y también al enfriamiento de la Luna?", añadió "También nos gustaría resolver estos problemas de modo que podamos comprender plenamente cómo nació y ha evolucionado la Luna".
Las pistas sobre lo que se esconde en el interior más profundo de La Luna provienen del análisis de cómo la gravedad de La Tierra deforma su interior a través de las fuerzas de marea. Los científicos conocen desde hace años que dispone de un núcleo y un manto gracias a las misiones Apolo, que desplegaron dispositivos sísmicos que revelaron la estructura interior.
Los modelos muestran que estos cambios probablemente se deben a la
existencia de una "capa blanda" en lo profundo de dicho manto lunar, debido al efecto de las mareas gravitatorios terrestres, que se convierten en un motor alternativo de generador de calor en lugar de la energía térmica residual o la desintegración radioactiva, que por si solar posiblemente ya hace tiempo que dejaron de ser suficientes.
El corazón lunar sigue activo, aunque, como un paciente que se mantiene con vida gracias a la ayuda de aparatos de soporte vital, es la gravedad terrestre la que parece inyectarle la energía suficiente para que así ocurra. Un pequeño eco de lo que pudo ser hace millones de años, pero que permaneció mucho más allá del tiempo que le hubiera correspondido.
Ilustración artística del interior de la Luna.
Diagrama del interior de la Luna que muestra su viscosidad (espesor de su líquido interior) y parámetros de su densidad interna.
Los sismógrafos dejados en la superficie lunar por los Apolo revelaron la estructura interna de nuestro satélite, y que este no estaba tan muerto como se podría esperar. Ahora sus datos, en conjunción con los de sondas como SELENE, revelan un corazón ardiente.
La Luna sigue teniendo un núcleo caliente
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