Y esto era así especialmente cuando mirábamos hacia los diversos planetas de nuestro Sistema Solar. Una situación que empezó a cambiar en los años 60 y especialmente en los 70, cuando la carrera espacial, expandió nuestro conocimiento en todas direcciones. Por un lado se pisó Venus y Marte, y por otro las sondas Pioneer y Voyager abrían las puertas del Sistema Solar exterior, hasta ese momento un reino completamente desconcido, y del que solo conocíamos lo que los telescopios terrestres nos ofrecían, lo que, como sabemos hoy día, era solo una mínima parte de lo que allí se escondía.
Pero mucho, mucho antes, volaron hacia ellos con la imaginación, reflejando, con sus aciertos y sus errores, la forma en que se veían estos mundo lejanos antes de que ninguna nave se acercara lo suficiente para cambiarla, y en algunos casos incluso adelantándose a nuestra época y soñando con el día en que la Humanidad podría su pie en ellos. Hagamos pues un pequeño recorrido por esta otra versión de nuestro Sistema Solar, la que existió durante tanto tiempo en nuestros sueños.
Los trabajadores de una base de extracción de Hidrocarburos situada en Titán se toman un pequeño descanso, equipados para soportar en intenso frío (1982).
La misma imágen en una versión anterior, dibujada en 1979, 1 año antes de la llegada de la Voyager 1. Podemos comparar que en ese momento se imaginaba que este mundo sería una bola de hielo y roca no muy diferente a otras lunas del sistema Solar.
Exploradores humanos en un valle de Oberon, una de las lunas de Urano, el cual vemos emerger en la lejania y reflejarse en la superficie de una lago de exótico hielo que cubre su parte más profunda. Pintado en 1973, pasarían 13 años antes de que la Voyager 2 pasara por sus cercanías. Nada de lo que observó en Oberon sugiere la presencia de nada parecido, aunque cierto es que la cantidad de imágenes y datos fue demasiado limitada para sacar conclusiones.
La misma imágen en una versión anterior, dibujada en 1979, 1 año antes de la llegada de la Voyager 1. Podemos comparar que en ese momento se imaginaba que este mundo sería una bola de hielo y roca no muy diferente a otras lunas del sistema Solar.
Exploradores humanos en un valle de Oberon, una de las lunas de Urano, el cual vemos emerger en la lejania y reflejarse en la superficie de una lago de exótico hielo que cubre su parte más profunda. Pintado en 1973, pasarían 13 años antes de que la Voyager 2 pasara por sus cercanías. Nada de lo que observó en Oberon sugiere la presencia de nada parecido, aunque cierto es que la cantidad de imágenes y datos fue demasiado limitada para sacar conclusiones.
Explorando un pequeño asteroide cercano a La Tierra. Pintura de 1984.
Explorando un sistema montañoso cerca del Polo Norte, en una pintura de 1972...se destaca sobre todo lo demás el cielo azul, que refleja la idea que se tenía en esa época de como debía ser el firmamento marciano.
Sondas flotando en la atmósfera de Júpiter (1973).
Pioneer 11 sobrevolando Saturno, en una ilustración de 1974, cinco años antes de que ocurriera realmente.
El lejano Sol se refleja en un lago de Metano líquido en la helada superficie de Plutón (1975). Deberemos esperar hasta 2015, con el paso de la New Horizons, para saber hasta que punto la imaginación de su autor de acercó a la realidad.
Observando Marte y Fobos desde el interior de la nave espacial en plena aproximación (1971). El aspecto de este primero se basa en la información que se tenía en ese momento, básicamente de las, en ese momento, recientes Mariner 6 y 7.
La llegada y aterrizaje de las Vikings, las primeras sondas en posarse sobre Marte con éxito. Pintura de 1975, el año en que ambas fueron lanzadas desde la Tierra. Nuevamente se aprecia la idea más aceptada en esa época sobre el cielo marciano, es decir, azul como en nuestro aunque de tonos más oscuros. Serían precisamente la llegada de estas naves las que demostrarían que en realidad tenía tonos rojizos a causa del polvo en suspensión.Explorando un sistema montañoso cerca del Polo Norte, en una pintura de 1972...se destaca sobre todo lo demás el cielo azul, que refleja la idea que se tenía en esa época de como debía ser el firmamento marciano.
Sondas flotando en la atmósfera de Júpiter (1973).
Pioneer 11 sobrevolando Saturno, en una ilustración de 1974, cinco años antes de que ocurriera realmente.
El lejano Sol se refleja en un lago de Metano líquido en la helada superficie de Plutón (1975). Deberemos esperar hasta 2015, con el paso de la New Horizons, para saber hasta que punto la imaginación de su autor de acercó a la realidad.
Observando Marte y Fobos desde el interior de la nave espacial en plena aproximación (1971). El aspecto de este primero se basa en la información que se tenía en ese momento, básicamente de las, en ese momento, recientes Mariner 6 y 7.
Io tal y como se imaginaba en 1973, con un aspecto que se asemeja mucho a Marte. Solo la llegada de las Voyagers, a principios de los 80, desveló la inesperada naturaleza volcánica de esta luna.
Una nave espacial a punto de aterrizar en una base instalada en Deimos, la más exterior y pequeña de las lunas de Marte (1982).
En 1978 se creía que la densa atmósfera de Venus reflejaba la luz solar de tal forma que el horizonte se vería curvado.
Los anillos de Saturno cruzando los cielos del planeta, justo por encima de su capa de nubes (1980).
Otra visión de Saturno, en este caso desde un claro en las nubes de Titán (1980).
Cosmographica gallery
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