"Cuando estás justo en el telescopio y ves los datos, puedes visualizarlo inmediatamente, especialmente cuando se trata de una enorme erupción como ésta. Es una erupción muy energética que cubre una región de más de 30 kilómetros cuadrados. Para la Tierra, es grande, y para Ío es muy grande también. En realidad es una de las erupciones más grandes que hemos visto". De esta manera se manifestaba la Dr Imke de Pater, de la Universidad de California en Berkeley, sobre su reciente descubrimiento, mediante el telesciopio Keck II de Mauna Kea (Hawái) de que algo de tremenda potencia había sacudido la torturada Ío, el más activo mundo volcánico del Sistema Solar, a mediados de Agosto.
Desde el paso de la Voyager 1 y 2 a principio de los 80 y la misión orbital Galileo, conocemos los volcanes de esta pequeña luna, no mucho mayor que La Luna pero cuyo interior es calentado por las intensas fuerzas de marea a las que se ve sometida tanto por parte de Júpiter como de sus compañeras Europa y Ganímedes, hasta el punto de generar una actividad volcánica tan intensa y fuera de control que literalmente ha borrado cualquier rastro de cráteres de impacto, alterando el aspecto de la superficie a un ritmo acelerado y generando alrededor del planeta un amplio anillo de partículas cargadas y ser uno de los responsables de las brillantes auroras que se generan en sus polos. Seco y ardiente, aunque al mismo tiempo gélido en los lugares alejados de los puntos más activos, nada supera a Ío en cuanto a espectáculo geológico y visual.
Sin ninguna sonda espacial desde el final de la Galileo que nos permita seguir teniendo imágenes de Io, los astrónomos han intentado seguir los cambios que en ella se produce, no directamente, ya que eso está fuera de los capacidades visuales de los observatorios actuales, pero si a través de sus emisiones en infrarrojo. Y es precisamente por esta "ventana" del espectro que el telescopio Keck detectó posibles fuentes de lava que brotaban de las fisuras de la región conocida como Rarog Patera, un acontecimiento aún más interesante cuando el equipo de Imke no pudo encontrar ninguna referencia a posible actividad previa en esta región, clasificada como un pequeño punto caliente en los datos de la Galielo y por observaciones desde La Tierra, pero muy por debajo de lo detectado el 15 de Agosto.
"Vimos una gran erupción en 2001, que ocurrió en la región Surt, y conocida como la más grande que haya sido observada. Para ésta, la energía total es menor, pero por metro cuadrado es mayor que la de 2001, así que es muy potente". Y, como parece en donde menos se esperaba, demostrando lo impredecible de los volcanes de Io, una pequeña isla de fuego en el helado reino joviano, tan diferente a sus compañeras orbitales como Titán lo es de las suyas.
Marzo de 1979, cuando La Tierra dejó de ser el único mundo conocido con volcanes activos.
El origen del intenso calor de Io parece estár en los efectos de las fuerzas de marea a los que está sometido tanto por parte de Júpiter como de sus 2 compañeras, Europa e Io, con las que está en resonancia, provocando un efecto acumulativo que finalmente se traduce en la acumulación de energía en su interior y en intenso vulcanismo del que semos testigos.
Major Volcanic Eruption Seen on Jupiter’s Moon Io
Enorme erupción volcánica en Ío
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