Sabemos con un alto grado de certeza que está ahí, y aunque no podemos verlo directamente, más allá de las emisiones en radio e infrarrojos, que se consideran fruto del calentamiento extremo de gas y polvo que se están precipitando hacia el, su tremenda abrazo gravitatorio se extiende a su alrededor, dominando con mano firme un pequeño grupo de estrellas brillantes que giran a su alrededor. Se le calcula una masa equivalente a 4 millones de Soles, concretada en un volumen de apenas unas Horas-Luz. Lo llamamos Sagitario A* y es lo que se conoce como un agujero negro supermasivo. Es el monstruo que vive en el centro de nuestra galaxia.
Uno de los descubrimientos más extraordinarios de los últimos años fue G2, en apariencia una gran nube de gas y polvo que se dirigía hacia este monstruo oscuro. No lo hacia directamente, sino siguiendo una órbita que lo llevaría muy cerca del abismo en Mayo de 2014, suficiente para que las grandes fuerzas de marea gravitatoria la destrozada, y posiblemente parte de su material podría alimentar al agujero negro y provocar una súbita explosión de actividad. Por ello, durante años numerosos equipos han utilizado grandes telescopios de todo el mundo con el fin de observar cuidadosamente la región del centro galáctico.
Uno de ellos era el liderado por Andreas Eckart (Universidad de Colonia, Alemania), que utilizaron el Very Large Telescope (VLT) para estudiar a G2, incluyendo nuevas observaciones durante el período crítico de Febrero a Septiembre de 2014, justo antes y después del evento de máximo acercamiento. Las imágenes obtenidas, donde puede verse el brillante Hidrógeno, obtenidas en el rango infrarrojo, muestran que la nube era compacta tanto antes como después de su máxima aproximación, tras pivotar alrededor del agujero negro. "Estar en el telescopio y ver los datos en tiempo real fue una experiencia fascinante" explica Florian Peissker, estudiante de doctorado y responsable de buena parte de las observaciones. "Fue sorprendente ver que el resplandor de la nube de polvo permaneció compacto antes y después de la aproximación al agujero negro" añade Mónica Valencia-S, encargada de procesas los datos.
Aunque observaciones anteriores sugerían que G2 se estaba estirando, las nuevas no mostraron evidencia alguna de que la nube hubiese sufrido grandes cambios. Igualmente tampoco de detectó la menor señal de cambio en la actividad del agujero negro, mostrando una estabilidad que indica que no le llegó nada del material de esta nube de polvo. Si es que era esa su naturaleza, lo que ahora se pone en duda, ya que su resistencia a la extrema gravedad indica que más que una nube, se trata de material que rodea a un objeto denso con un núcleo masivo: "hemos estudiado todos los datos recientes y, en particular, el período del año 2014 en el que se produjo la mayor aproximación al agujero negro. No podemos confirmar ningún tipo de estiramiento significativo de la fuente. Sin duda, no se comporta como una nube de polvo sin núcleo. Creemos que debe ser una estrella joven envuelta en polvo", concluye Andreas Eckart.
Si este es el caso, si se trata de un bebé estelar aún rodeado de su manto de gas y polvo, podemos decir que ese Mayo de 2014 nació de nuevo, bordeando un oscuro abismo que podría haberla arrastrado facilmente hacia el olvido.
Esta composición con anotaciones muestra el movimiento de la nube de polvo G2 a medida que se acerca y, posteriormente, se aleja, del agujero negro supermasivo del centro de la Vía Láctea.Las manchas se han coloreado para mostrar el movimiento de la nube: el rojo indica que el objeto está alejándose y el azul que el objeto se acerca. Antes de la máxima aproximación, se descubrió que la nube se alejaba de la Tierra a unos diez millones de kilómetros por hora y, después de pivotar alrededor del agujero negro, las medidas indicaron que se acercaba a la Tierra a unos 12 millones de kilómetros por hora.
La mejor imagen obtenida hasta ahora de una nube de polvo que pasa junto al agujero negro del centro de la galaxia
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