Rosetta capa su propia sombra sobre la superficie del cometa.
El pasado 14 de Febrero fue un día donde la precisión a la hora de calcular trayectorias tuvo un valor inestimable, aún mayor de lo que habitualmente tiene de por sí dentro del exigente mundo de la exploración interplanetaria, donde detrás de la aparente facilidad con la que una sonda parece seguir el camino previsto en cada momento está el trabajo incansable de su equipo de navegadores, que deben tener en cuenta mil factores antes de lanzar los comandos necesario para que esta haga los ajustes requeridos. Nosotros solo vemos la parte más "mediática", quedando el resto, que como un iceberg es mucho mayor que la parte visible, a la sombra de la primera.
Rosetta, que sigue al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko en su camino hacia el Sol, aproximándose, alejándose y cambiando de rumbo según las necesidades del momento, manteniéndose atado a un cuerpo celeste cuya gravedad es ínfima, es un ejemplo extremo, mucho más que la New Horizons, cuya mayor precocupación es, aparte de programar las observaciones durante el encuentro con Plutón, es evitar cualquier obstáculo imprevisto que la pusiera en peligro, y la Dawn, que al fin y al cabo siguió y entró en órbita alrededor de un cuerpo de cierto tamaño como es Ceres. Rosetta, por el contrario, "juega" con un cuerpo no mayor que una ciudad modesta. Y ese día llevo dicho juego a un nuevo nivel, sobrevolando la superficie a tan solo 6 Kilómetros de distancia.
Rosetta no sólo pasó más cerca que nunca en toda su misión, sino que lo hizo con una geometría de observación única: Durante un corto espacio de tiempo el Sol, la sonda y el cometa se alinearon exactamente. En esta geometría, las estructuras superficiales casi no tenían sombras, y por lo tanto las propiedades de reflexión de la superficie del material se podían discernir de forma más clara.
"Las imágenes tomadas desde este punto de vista son de alto valor científico", explicó Holger Sierks, el investigador principal de la cámara OSIRIS del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar (MPS) en Alemania. "Este tipo de vistas son claves para el estudio del tamaño de los grano de material que la conforman".
Como un efecto secundario de esta geometría de observación excepcional, Rosetta captó su propia sombra, proyectándose sobre la superficie. Es borrosa y algo más grande que la sonda (20 x 50 metros), ya que el Sol no es una fuente luminosa puntual. Por el contrario, incluso a esas distancias, muestra un notable disco lumino (aunque 2,3 veces más pequeño que desde La Tierra), lo que se sumaba que la distancia que la separaba de Churyumov-Gerasimenko en ese momento, muy pequeña pero suficiente como para que, visto desde el propio cometa, Rosetta no lo eclipsara nunca por completo. El resultado es que vemos la penumbra difusa por ella generada. Una escena que, a pesar de ello, dota a la escena de una maravillosa profundidad, además de recordad el extraodinario trabajo que sus técnicos de navegación que lo hacen posible.
La sombra de Rosetta en prespectiva.
El origen de la sombra difusa de Rosetta. El tamaño del Sol y la distancia a la superficie explica su forma.
Hayabusa ya logró fotografíar su sombra sobre el asteroide Itokawa.Su silueta es mucho más clara y oscura ya que la distancia en ese momento era de apenas unos pocos centenares de metros.
Comet flyby: OSIRIS catches glimpse of Rosetta’s shadow
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