Mientras 5 sondas siguen estudiando el planeta rojo y otros 2 (MAVEN y Mangalyaan) se encuentran en camino, en La Tierra los futuros exploradores marcianos siguen cubriendo etapas para ser una realidad. Y entre ellos la ambiciosa propuesta europea, inicialmente en equipo con la NASA y ahora, después del abandono de esta última, con la ayuda de Rusia, que busca llevar al viejo continente a un nuevo nivel, ya no en la forma casi secundaria al amplio esfuerzo de los EEUU, ciertamente valioso pero siempre a la sombra de sus compañeras de órbita, que representa la Mars Express, sino en forma de un programa que busca mirar de igual a igual a sus colegas del otro lado del Atlántico.
Una sonda orbital y un rover de superficie, que tendrá como objetivo principal buscar señales de vida presentes o pasadas, conforman la misión ExoMars, que a lo largo de 2 etapas, en 2016 y 2018, debería ir desplegándose en el planeta rojo. La primera de ellas, que creará las condiciones para la segunda, consistirá en una sonda orbital, oficialmente conocida como TGM (Trace Gas Mission), cuyo objetivo científico es la exploración de la atmósfera marciana, y en el aspecto técnico actuar como relé de comunicaciones para el rover, que llegaría 2 años después, aunque extensible a cualquier otra misión de superficie. Y un tercer objetivo, aún más importante, es ofrecer a la Agencia Espacial Europea la posibilidad de poner a prueba la tecnología necesaria y adquirir experiencia en el desafío que representa un aterrizaje en Marte.
Y para esto último la sonda ExoMars o TGM transportará el módulo Schiaparelli (The Entry, Descent and Landing Demonstrator Module o EDM), que preparando el camino para el rover de 2018, y que como su propia denominación técnica indica, es una demostración tecnológica de todos los elementos que utilizará este último cuando intente alcanzar de una pieza la superficie marciana, en un lugar aún por determinar. Sistema de navegación, paracaídas, impulsores de frenado y escudos térmicos serán los que se prondrán a prueba en este fugaz pero valiosísimo viaje. Y son estos últimos los protagonistas de las más recientes noticias sobre la misión ExoMars, ya que Airbus Defence and Space acaba de completar su fabricación.
El escudo frontal de Schiaparelli, con un diámetro de 2,4 metros y 80 kilogramos de peso, consiste en una estructura en sándwich de fibra de carbono, recubierta de 90 losetas aislantes Norcoat Liège, construido para soportar temperaturas de hasta 1.850º C durante la fase de entrada en la atmósfera. El escudo trasero, por su parte, que contiene el paracaídas que se desplegará durante el descenso, pesa sólo 20 kilogramos y consta de 93 losetas de doce tipos distintos, fijadas a la estructura de fibra de carbono. Ambas se unirán posteriormente para formar el "contendedor" dentro del cual viajará Schiaparelli, integrado en el escudo frontal y luego cubierto por el trasero.
Todo ello deberá llevar al rover ExoMars hasta la superficie, y con el iniciar una misión trascendental para intentar determinar de una forma casi definitiva la existencia o no, presente o pasada, de vida marciana. Un objetivo extremadamente ambicioso para una misión que, por su complejidad, no lo es menos.
El viaje de Schiaparelli.
Su fugaz aventura preparará el camino para el rover ExoMars.
Airbus Defence and Space finaliza la producción de los escudos térmicos para la misión ExoMars de 2016
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