Solo se que no se nada. Quizás la frase más famosa atribuida a Sócrates, y quizás, en no pocas ocasiones, la que mejor define nuestro conocimiento del Universo. No tanto porque no sepamos muchas cosas del, sino por la eterna sensación de que todo ese conocimiento adquirido con tanto esfuerzo sigue siendo una pequeña fracción de la realidad, que más allá se esconden muchas cosas que aún desafían nuestra imaginación, y que, tarde o temprano, por sólida que sea una teoría, algo cósmico hará acto de presencia para obligarnos a replantearnos su validez total o parcial. No esa algo malo, por mucho que algunos quieran verlo como tal, sino la base misma del progreso en todas las áreas de la ciencia, aunque ciertamente puede ser algo frustrante. Pero esa es la definición misma de la astronomía.
NGTS-1b es un reciente ejemplo de ese tortuoso camino. Es un planeta gigante, lo que se conoce como un "Júpiter caliente", mundos al menos tan grandes como el rey de nuestro Sistema Solar aunque situados mucho más cerca de su estrella, en ocasiones tanto que tardan solo unos pocos días terrestres en completar una órbita. Son relativamente habituales y por ello su hallazgo tendría un interés limitado, sería uno más añadido a la lista de exoplanetas descubiertos. Pero con un pequeño, o mejor dicho gran "pero", y es que simple y llanamente no debería existir, al menos según las teorías de formación planetaria que se manejan hoy día.
El problema esta en su Sol, una enana roja con un radio y una masa apenas la mitad de nuestra estrella, y según esas mismas teorías este tipo de astros, la clase más común de la Galaxia, no reúnen suficiente material para formar planetas como nuestro Júpiter. "El descubrimiento de NGTS-1b fue una completa sorpresa para nosotros, ya que no se creía que estos planetas masivos existieran alrededor de estrellas tan pequeñas", reconoce Daniel Bayliss, autor principal del estudio. No deberían existir, pero esto muestra una realidad bien distinta. Algo se nos escapa, recordando que pese a todo aún queda un largo camino para entender en toda su complejidad los procesos que llevan a la formación de planetas.
Y para eso existen nuevos sistemas de búsqueda y observación, como el reciente NGTS (Next-Generation Transit Survey), en el desierto de Atacama, y que tuvo en NGTS-1b su primer hallazgo planetario. Un más que notable forma de demostrar su capacidad, ya que su estrella es tan tenue que no hace sencillo poder captarlo, y además transcendental, ya que permitió sacar a la luz algo que no se esperaba encontrar, mostrando que las enanas rojas pueden ser un hogar planetario potencialmente tan rico como la de estrellas mayores, como el Sol. Lo que nos recuerda nuevamente una vez más que seguimos sabiendo poco del Universo que nos acoge. El viaje, pese a todo, apenas acaba de comenzar.
Conoce NGTS-1b, un planeta monstruo 'imposible'
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