Aterrizar en Marte es extremadamente complicado, más que hacerlo en la Tierra o La Luna. Tiene atmósfera, pero ni es lo suficientemente densa como para que un paracaídas sea suficiente para frenar lo necesario para tocar tierra suavemente ni lo suficientemente tenue como para poder dejarse "caer" sin mayor problema, como ocurre con un vehículo lunar. Está en un punto medio en el peor sentido de la palabra, y por ello cada sonda que quiere ser enviada a la superficie debe ser todo un ejercicio de complejidad tecnológica y precisión en las maniobras. El fatal destino de la Schiaparelli, o mirando más atrás, de la Mars Polar Lander, nos recuerdan esta dura realidad.
Por ello todo aterrizaje llega después de años de estudios, diseños y pruebas. Ni tan solo eso asegura el éxito, pero es lo único que podemos hacer. Se hace lo mejor posible. Y en este esfuerzo se enmarca la más reciente y espectacular prueba de vuelo realizada recientemente, protagonizada por un modelo del paracaídas que está destinado a frenar al próximo gran rover marciano, que en 2020 se adentrarán en la atmósfera marciana a 5.4 kilómetros por segundo. Será su misión reducir tan carrera enloquecida hasta ponerlo a una velocidad subsónica, que dará paso a las siguientes maniobras de frenado, esta vez ya mediante con retroimpulsores.
Y para avanza hacia su diseño final, un cohete Black Brant IX despegaba el pasado Octubre desde las instalaciones del Goddard Space Flight Center's Wallops Flight Facility, transportando lo que se conoce como ASPIRE (Advanced Supersonic Parachute Inflation Research Experiment), una estructura cilíndrica que contenía el paracaídas supersónico, el mecanismo de despliegue y los instrumentos y cámaras para registrar todo lo que ocurriera. Después de alcanzar los 51 kilómetros de altura se inició el viaje de regreso. 42 segundos más tarde, a una altitud de 42 kilómetros y una velocidad de 1,8 veces la velocidad del sonido, se cumplieron las condiciones idóneas para la prueba, allí donde la densidad del aire era la que se encontrará una vez dentro de la atmósfera marciana, y el paracaídas se desplegó con éxito, para finalmente amerizar en el Atlántico.
El paracaídas probado durante este primer vuelo fue casi una copia exacta del utilizado en el exitoso aterrizaje de Curiosity, en 2012. Las pruebas que están por venir evaluarán el rendimiento de una versión reforzada que también podría utilizarse en futuras misiones a Marte, generándose en el proceso una enorme cantidad de información técnica que será utilizada para avanzar hacia el diseño definitivo del que en 2020 volará a través de los rojos cielos marcianos, guiando al nuevo explorador hacia su destino. Y en esta ocasión también imágenes, que ofrecen una visión aproximada de lo que veremos cuando se despliegue contra los cielos, gracias a que una de las cámaras que registrarán esos momentos críticos estará apuntando hacia arriba, ofreciendo una visión inédita de los famosos 7 minutos de terror, el lapso del tiempo en que toda sonda que intente aterrizaje en Marte se juega el ser o no ser.
El Black Brant IX despegando desde las instalaciones delWallops Flight Facility, el pasado 4 de Octubre.
NASA's Mars 2020 Mission Performs First Supersonic Parachute Test
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