Fotografiando a este telescopio espacial desde La Tierra como apoyo a su misión.
Poder conocer la posición exacta de una sonda una vez se aleja definitivamente no es algo sencillo, aunque gracias a sus emisiones de radio es posible hacer un calculo aproximado, complementado por las propias observaciones del ingenio espacial, especialmente de la posición de ciertas estrellas de referencia que permite extrapolar su trayectoria. Un conjunto de datos que permite tener una referencia lo suficientemente clara para aquellos que deben dirigirla a sus respectivos objetivos, algo que suelen hacer con notable acierto, como hemos sido testigos en numerables ocasiones. Pero no por ello deja de ser uno de los grandes desafíos de los vuelos interplanetarios.
El telescopio espacial Gaia, situado actualmente en el Punto de Lagrange L2, a 1.5 Millones de Kilómetros de La Tierra, no necesita ya tales ajustes de trayectoria, una vez en órbita alrededor de esta zona donde las diversas fuerzas gravitatorios interaccionan entre ellas para generar un punto de estabilidad de valor incalculable para este tipo de observatorios celestes. Pero a pesar de ello, y como consecuencia de su misión de cartografía estelar, necesita determinar la ubicación de las estrellas con un grado de precisión extraordinario, el equivalente al que sería necesario para detectar desde nuestro planeta una moneda de Euro posada sobre la superficie de la Luna. Lo que implica que debe señalarse con tremenda exactitud su posición a cada momento, incluso más que en el caso de las sondas.
Pero Gaia goza de la ventaja de estar relativamente cerca de nosotros y que su propia configuración, como es el gran parasol, con un diámetro de unos 10 Metros, refleja la suficiente luz para hacer posible verlo directamente. No es sencillo, ya que su brillo es 1.000.000 de veces
más débil que el límite observable por el ojo humano, pero aún así está al alcance de los observatorios terrestres, lo que permite que una red de pequeños y medianos telescopios lo este monitorizando a
diario para determinar su posición en el firmamento. Estos datos se
envían al Centro de Operaciones Espaciales de la ESA para reconstruir su posición y desplazamiento, con una
precisión de 150 metros y 2.5 mm/s respectivamente.
Un ejemplo de este esfuerzo desde tierra, no tan conocido como debería, son estas 2 imágenes, tomadas con un intervalo de 6.5 minutos el pasado día
23 de enero desde Observatorio Austral Europeo. A pesar de ser extremadamente tenue, como podemos ver si lo comparamos con las estrellas que aparecen de fondo, brilla lo suficiente para verlo con claridad. Estas y muchas otras fotografías son una de las columnas básicas sobre las que se asienta esta misión, destinada a revolucionar nuestro conocimiento del pasado y presente de las Vía Láctea, creando un mapa tridimensional de 1000 millones de estrellas. Sin ellas el trabajo sería mucho más complicado.
Gaia, un pequeño observatorio muy lejos de nosotros, pero al mismo tiempo tan cerca como para poder verlo directamente, en especial gracias al gran parasol que protege a sus sensibles instrumentos de la luz solar, reflejando la suficiente como para convertir a este telescopio en una tenue estrella.
¿Donde está Gaia?
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