La distancia media entre La Tierra y la Luna es bien conocida y la cifra, 384.400 Kilómetros, puede encontrase en todo tipo de publicaciones astronómicas. Sin embargo, como en tantas cosas, los fríos números no pueden, por si solos, transmitirnos lo que representa realmente este abismo entre ambos mundos. Y aquí es donde la exploración espacial entró en escena para ayudarnos
La Mars Odyssey, lanzada el 7 de Abril del de 2001 rumbo al planeta rojo (donde aún permanece en órbita), dirigió, 12 días después, su mirada hacia la Tierra desde una distancia de 3.5 Millones de Kilómetros y captó, en infrarrojos, a nuestro planeta y La Luna. No era, ni mucho menos, la primera que una sonda espacial tomaba de este dúo planetario, pero si la primera que mostraba la auténtica distancia entre ambas.
Podemos ver La Tierra (la mancha oscura corresponde a Australia), cuyo diámetro es de 12.750 kilometros, y como el espacio que la separa de su compañera planetaria es aproximadamente 30 veces dicha cifra. Realmente mucho más lejos de lo que nos puede parecer cuando la vemos brillar, enorme, en el cielo nocturno, incluso conociendo previamente las frías cifras que nos dan los libros. Y es que hay cosas que solo podemos apreciar viéndolas con nuestros propios ojos.
2 comentarios:
Viendo la distancia que separa la tierra y la luna en la primera foto parece increible que puedan existir fuerzas gravitatorias entre ellas.
Por cierto, si la distancia crece 3.8 cm cada año, ¿Significa eso que llegará un momento en que la luna escapará de la fuerza de gravedad de la tierra?
Bueno, teniendo en cuenta que el ritmo al que se separa disminuye también a medida que aumenta la distancia y el efecto de las mareas responsable también decrece, no creo que llegue el momento en que La luna se pierda definitivamente en el espacio, al menos no antes del final de la vida del Sol y, con ello, de la propia Tierra...pero si llegará el momento en que la distancia será tanta que la gravedad lunar no podrá seguir estabilizando el eje de la rotación terrestre y evitar que su inclinación cambie en exceso a lo largo del tiempo (cosa que si pasa si en marte, por ejemplo), como viene haciendo actualmente.
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