miércoles, junio 01, 2016

El faraón celeste

La daga del Tutankhamón que fue fabricada con hierro meteórico.

Es un faraón que solo encontró su lugar en la galería de la fama varios miles de años después de su reinado. En vida tuvo un paso fugaz que dejó poca huella en la historia, ya que la vida le abandonó con solo 18 años, cuando quizás estaba dando sus primeros pasos como gobernante plenamente independiente. Atrapado entre dos eras, entre el final del periodo de Amarna, con su intento de instaurar una religión monoteísta alrededor del dios sol Atón (Por ella en su niñez se llamaba Tutankhatón) y la restauración de los antiguos dioses (cuando cambió al nombre que todos conocemos), su reinado fue tan corto que sería enterrado de forma improvisada, aprovechando una tumba ya construida, llenada de ofrendas igualmente reunidas de forma apresurada. Poco digno para alguien situado en la cima de su sociedad pero una bendición para nosotros.

Este casi anonimato le permitió sobrevivir intacta mientras todas las demás, las más importantes, eran saqueadas sin piedad ya en tiempo contemporáneos (las supuestas maldiciones no parecían muy efectivas). No sin ser profanada, ya que se han encontrado indicios de que los saqueadores entraron en ella en varias ocasiones, pero a diferencia de otras, en este caso todo parece indicar que las patrullas que vigilaban la zona los atraparon antes de que pudieran llevarse nada. Podemos imaginar un mal, muy mal final para sus vidas. La abertura hecha en la tumba por los ladrones, por su parte, fue sellada de nuevo, y esta vez ya nadie más regresó a turbar su sueño eterno durante varias milenos. Y con ello se preservó un tesoro en objetos de todo tipo que aún hoy nos maravillan. Además de ser una notable fuente de información de una época aún rodeada de brumas.

Entre los múltiples objetos encontrados se encuentra una daga encontrada en su sarcófago. Posiblemente su arma personal, símbolo de su estatus. Y cuya historia no puede ser más fascinante. Los antiguos egipcios creían que el alma del faraón ascendía al firmamento, entrando en el otro mundo a través de lo que hoy día llamamos polo norte celeste. El hecho de que todas las demás estrellas preciaran girar alrededor de este punto hacia que se considerara una especie de puerta al más allá. La astronomía, aunque envuelta en un halo religioso y místico, siempre fue un pilar básico para esta civilización.

Sin embargo el camino era de dos direcciones. Si ellos ascendían para convertirse en estrellas, desde estas, en ocasiones, los dioses enviaban desde ellas sus dones hasta el reino del Nilo. Y uno de ellos era el hierro que llegaba con los meteoritos. Un metal que fue considerado casi preciso, ya que no dejaba de ser hierro celeste, material llegado de los cielos, y por tanto enviado por los dioses. Resulta fácil entender que fuera tan buscado y que tantos objetos valiosos fueran construidos con el. Tener algo así era como un símbolo de contacto y devoción. Tocarlo era tocar algo casi divino.

Y nada había más divino en el antiguo Egipto que el faraón, en nexo de unión entre el cielo y la tierra, y destinado a vivir eternamente entre las estrellas. Por ello no resulta extraño que el hierro meteórico tuviera una presencia evidente en no pocos objetos pertenecientes a estos dioses en vida. Y Tutankamón no fue una excepción. Fue un faraón "de segunda" cuyo paso fue relativamente fugaz, pero faraón al fin y al cabo. En esa daga que lo acompañó a su última morada se encontraba el material divino, el hierro de los dioses, ya que fue fabricada a partir de los restos de un meteorito, como concluye un nuevo y profundo análisis

Así lo especifica los datos extraídos de ella mediante la técnica de espectrometría de fluorescencia de rayos X, que mostraron que el hierro dela hoja tenía un alto porcentaje de níquel y cantidades de cobalto, fósforo, y otros materiales que sugieren que la materia prima era de origen extraterrestre."La proporción de níquel y cobalto en la hoja de la daga es consistente con la de los meteoritos de hierro que han conservado la relación existente durante la diferenciación planetaria en las primeras etapas del Sistema Solar",explicó Daniela Comell, del departamento de física de la Politecnico di Milano y una de las autores de este estudio.

Y no solo que era parte de un meteorito, sino cual exactamente. "Tomamos en consideración todos los encontramos dentro de un área de 2.000 km de radio centrado en el Mar Rojo, y terminamos con 20 de ellos", explica Comelli. "Sólo uno, llamado Kharga, resultó tener contenidos de níquel y cobalto que son, posiblemente, consistentes con la composición de la hoja", añadió. El fragmento de meteorito fue encontrado en 2.000 en una meseta de piedra caliza cerca de Mersa Matruh, al oeste de Alejandría. Es posible que se desintegrara en el aire, haciendo llover fragmentos en una amplia área. Uno de ellos fue recuperado en tiempos faraónicos para fabricar la famosa daga, mientras otros esperaron varios milenos a que los exploradores modernos los sacaran a la luz.

Una historia curiosa, en que podemos imaginar al joven faraón, aún en la adolescencia, mirando su daga de material llegado de las estrellas, y pensando en el día que sería el quién viajaría hasta ellas. Un momento que llegó mucho antes de lo que el seguramente hubiera deseado.

La daga de Tutankamón, forjada en hierro llegado de las estrellas.

Lugar de caída conocido de meteoritos en Egipto, así como de que tipo. Kharga parece ser la fuente del material de la daga.


La daga no es el único elemento celeste que el joven faraón se llevo a la tumba. El amuleto en forma de escarabajo de tonos amarillos que se encuentra en su pectoral está hecho de vidrio de sílice de Libia, formado por el calor y presión causada por un un gran impacto en el desierto.

Tutankhamón llegó al trono aún como un niño, y podría haber tenido una de los reinados más largos de la historia egipcia. Pero el destino se le puso en contra. Aunque al principio de pensó en el asesinato, ahora sabemos que los daños en su cabeza fueron posteriores a su muerte, seguramente por un golpe recibido durante el proceso de momificación.  En su lugar, el análisis de sus restos indica un accidente, posiblemente una herida mal curada en una de sus piernas que terminó generando una infección a la postre fatal.

 King Tut's Blade Made of Meteorite

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