La historia de la exploración espacial es la historia de aquellos que la hicieron posible, de los que dedicaron su vida para hacer realidad lo que para muchos podía parecer simples fantasías propias el mundo de los sueños. Posiblemente nunca podremos valorar en toda su justa medida todo lo que innumerables personas, a pesar de que sus nombres quedaron en el completo anonimato de cara a la posteridad, hicieron para abrir los primeros caminos hacia las estrellas, llevando al límite una tecnología quizás demasiado verde para unos objetivos tan ambiciosos como exigentes, pero que a pesar de todo, aunque dejando un inevitable rastro de fracasos, acabaron por triunfar.
Muchas son las historias de este tipo que se esconden en esas "últimas páginas", siempre a la sombra de los éxitos y fracasos de las diversas sondas espaciales, y una de las menos conocidas es la de Billy McClure y Charles Beverlin, quienes, literalmente, arriesgaron su vida para que la Mariner 6 pudiera iniciar su camino hacia Marte, en ese momento un planeta aún desconocido, visitado únicamente por la limitada Mariner 4, cuyas pocas imágenes ofrecieron la visión de un lugar más parecido a La Luna que a La Tierra. Era el final de las esperanzas de mundos habitables y habitados, pero la NASA (de forma acertada, como el tiempo demostraría) consideraba que había sido una misión demasiado limitada para sacar conclusiones definitivas sobre el planeta. Y por ello se prepararon 2 nuevas sondas, las Mariner 6 y 7 (la 5 tuvo como objetivo Venus).
Y el 15 de Febrero, de 1969, 10 días antes del lanzamiento de la Mariner 6, con esta ya instalada en la cima del cohete lanzadera Atlas-Centaur SLV-3C, un acontecimiento imprevisto estuvo a un paso de acabar con ella incluso antes del despegue, tal como explican los registros de la NASA: Un interruptor defectuoso abrió las válvulas principales de la fase Atlas. Esto liberó la presión que soportaba su estructura, y esta empezó a ceder. Dos miembros del equipo de tierra corrieron hacia la plataforma y cerraron manualmente las válvulas críticas, evitando el colapso total. La Mariner 6 fue retirada, se instaló en otro Atlas/Centaur, y se lanzó en la fecha prevista. Ambos, que había actuado con el riesgo muy real de que el cohete de 12 pisos se derrumbara sobre ellos, fueron premiados con la Medalla a la Valentía Excepcional de la Agencia.
Para la bisnieta de McClure, Hanna Smith, este acontecimiento representó para su bisabuelo uno de los momentos culminantes de su vida, lo que realmente destacable siendo como era un veterano de la 2ª Guerra Mundial que participó en el desembarco de Normandía."Mi Abuelo (así lo llama) voló a California para recibir copias de las primeras imágenes jamás tomadas de Marte y recibió personalmente el agradecimiento del Vicepresidente de los Estados Unidos". De Charles Beverlin no se tiene información, pero es seguro que también para el representó un momento que permaneció en le recuerdo hasta el fin de sus días. Y con razón. Su valor, más allá de lo que nadie les podía exigir, fueron las alas que impulsaron nuestro camino hacia el planeta rojo. Y por ello merecen ser recordados.
Una réplica de la Mariner 6, la sonda que estuvo a punto de ser destruida antes de iniciar su viaje, sería salvada por la valentía casi suicida de 2 hombres y terminaría cumpliendo con éxito su misión.
El lanzamiento de la Mariner 7 mediante un Atlas-Centaur SLV-3C, el mismo tipo que el que protagonizó la peligrosa aventura de la Mariner 6.
The Mars Spacecraft That Was Almost Destroyed On The Launchpad
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