Cada misión es importante, cada una es el resultado de un notable esfuerzo tecnológico y presupuestario, y del incesante trabajo, durante años, de un equipo humano que entregan al sueño de hacerla realidad ingentes horas de su vida. Su éxito o su fracaso marcan el destino de un programa de exploración interplanetaria de forma decisiva. Si es lo primero, este puede avanzar hacia nuevas etapas más ambiciosas, si es lo segundo puede sufrir un freno importante, además de tener que asumir responsabilidades dado los recursos invertidos. Y se estos fracasos se encadena de forma consecutiva, puede poner todos sus planes futuros al borde del abismo.
Esa era la dura realidad a la que se enfrentaba el programa de exploración de Marte de la NASA en 2001. La pérdida sucesiva de dos ambiciosas (y caras) sondas a finales de 1999, Mars Climate Orbiter y Mars Polar Lander, habían representado un golpe casi fatal para sus planes, parando en seco su desarrollo, y llevándose consigo la que debía haber seguido a las dos primeras, la Mars Surveyor 2001 Lander, que se precipitó al olvido justo las cenizas de sus compañeras desaparecidas. Era necesario replantearse la estrategia global, y por encima de todo era necesario un éxito que diera nueva vida a sus ambiciones marcianas, en ese momento reducida a la presencia de la Mars Global Surveyor, que había llegado a la órbita de Marte en 1997. Ahora corría el riesgo de quedarse sola, como representante de un programa muerto.
No sería así. Lejos de rendirse se decidió apostar de nuevo por el planeta rojo, tomando la que debía haber sido la sonda que acompañara a la Mars Surveyor 2001 Lander ( Un vehículo doble, como las Vikings en su momento), rediseñándola, construyéndola y dándole el nombre de Mars Odissey, en homenaje a Arthur C. Clarke y su 2001: A Space Odyssey. Era una carta a todo o nada. Debía ser un éxito. Otro fiasco habría derrumbado los sueños marcianos de la NASA por mucho tiempo, y es dudoso que hubiéramos vivido los éxitos posteriores. Tarde o temprano quizás se habría intentado de nuevo, pero quién sabe cuanto tiempo habría quedado todo congelado.
No lo sabemos y, afortunadamente, llegamos nunca a tener que saberlo. El 7 de Abril de 2001 la Mars Odissey despegaba a bordo de un cohete Delta II desde la Cape Canaveral Air Force Station. El 24 de Octubre alcanzaba Marte, activaba su impulsor principal durante el tiempo estipulado y entraba en órbita. Todo ocurrió sin fallos, y aunque aún deberían pasar 3 meses de ajustes orbitales, incluido una serie de entradas en la atmósfera superior del planeta para frenar (lo que se conoce como técnica de aerobraking), la NASA y los responsables del programa marciano pudieron respirar tranquilos. Los fantasmas del pasado habían quedado finalmente conjurado. Había llegado la hora de mirar de nuevo hacia adelante.
Hoy se cumplen 15 años de esos momentos decisivos, del inicio del viaje de la sonda que salvó Marte. Y lo hace aún plenamente activa, siguiendo estudiando y mapeando el planeta después de ir acumulando nuevas extensiones de su misión de forma consecutiva, rompiendo registros tal como lo hace el igualmente veterano Opportunity. Su longevidad le ha permitido completar hazañas como la cartografía completa de Marte, tanto en luz visible como en emisiones infrarrojas nocturnas, registrar hasta 6 ciclos estacionales completos, revelado que algunos patrones estacionales que se repiten cada año y otros eventos de temporada, como las grandes tormentas de polvo, que difieren significativamente de un año a otro. Recientemente desplazó su órbita para iniciar el estudio de la línea del terminador, la frontera entre el día y la noche, con el objetivo de estudiar las nubes y nieblas matutinas, así como medir las diferencias de temperatura del suelo al amanecer, y de la misma zona durante la tarde.
No solo eso, sino que es uno de los pilares de la exploración de superficie, ya que sigue siendo el principal nudo de comunicaciones entre Curiosity y Opportunity con la Tierra. Buena parte de lo que nos llega de ambos sigue pasando primero por la Mars Odyssey. Fue vital en el pasado, sigue siendo importante hoy día, y posiblemente continuará siéndolo unos años más, ya que cuanta aún con suficiente combustible para ello. Otras han llegado después, formando toda una flota que la acompañan, pero fue ella la sonda que abrió de nuevo una puerta que corría el peligro de cerrarse por completo.
Nieblas matutinas en Coprates Chasma, en una secuencia de imágenes de Mars Odissey tomadas el 25 de Noviembre de 2015. A pesar de ser tan veterana sigue trabajando activamente.
Feliz cumpleaños, Mars Odissey.
Mars Longevity Champion Launched 15 Years Ago
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