Nos dejó a mediados de 2013, cuando una vez agotado el líquido refrigerante para mantener sus instrumentos a temperaturas cercanas al 0 absoluto, condición imprescindible para poder observar la esfera celeste en el infrarrojo lejano y longitudes de onda submilimétricas, se dio por terminada su misión y se procedió a su desconexión. Pero el volumen de dato e imágenes enviado a la Tierra durante los 3 años que trabajo a pleno rendimiento fue enorme, suficiente para mantener ocupados a muchos astrónomos durante años, y seguir produciendo resultados espectaculares.
Un nuevo fruto de ese legado se presenta ahora en forma de un espectacular vídeo, que se ha compilado ensamblando imágenes procedentes de cientos de horas de observación de Herschel de la ESA, abarcado casi el 40% del plano de la Vía Láctea, la parte en la que se forma y se encuentran la mayoría de las estrellas de nuestra Galaxia. El resultado, que traduce en luz visible lo que fueron observaciones en infrarrojo del telescopio espacial, revela con todo lujo de detalles el intrincado tejido de gas, polvo y núcleos formativos de estrellas que se extiende a lo largo del plano galáctico. Sobre el fondo difuso de material interestelar emergen infinidad de puntos brillantes, tenues filamentos y nebulosas, que marcan los lugares de nuestra Galaxia en que están naciendo nuevas estrellas.
Las partes más densas del medio interestelar, formadas por la mezcla de polvo y gas, destacan en naranja y rojo sobre el fondo. Estas concentraciones de materia, dispuestas a menudo en estructuras filamentosas y alargadas, son los lugares donde se formarán las futuras generaciones de estrellas. Los minúsculos puntos blancos desperdigados sobre dichos filamentos son cúmulos de polvo y gas que albergan el germen de estrellas en gestación, mientras que las zona donde el gas brilla en deslumbrantes colores azul y violeta es fruto de la potente luz emitida por las estrellas recién formadas en sus proximidades.
Todas las fases de formación estelar en una espectacular panorámica. La luz de nuevas generaciones de estrellas al descubierto. La luz, en definitiva, de una galaxia aún viva y vibrante.
La Nebulosa RCW 12: Una estrella central, invisible a estas longitudes de ondas de infrarrojos, forma una bella burbuja a su alrededor con la enorme presión de la luz que irradia. La presión es tan fuerte que ha comprimido el material situado justo en el exterior, haciendo que colapse y provocando el nacimiento de nuevas estrellas. Una vida que genera nueva vida a su vez.
La Nebulosa del Águila, la Nebulosa Pata de Gato (izquierda) y la Nebulosa de la Guerra y la Paz. Todas ellas alojan cúmulos de jóvenes estrellas que brillan con fuerza y provocan fuertes vientos estelares que, a su vez, horadan el material a su alrededor, mientras continúa un incesante nacimiento de nuevas estrellas en su interior.
Una vista del centro galáctico: Las nubes de polvo y gas aparecen dispersas a lo largo de un gran anillo retorcido, de unos 600 años luz de diámetro, que aloja en su interior el agujero negro supermasivo que se encuentra en el núcleo de la Galaxia.
La panorámica galáctica de Herschel
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