Un 14 de Enero de 2005 uno de las mayores sueños de la exploración interplanetaria se hizo realidad. 3 semanas antes se había separado de la Cassini, a la que acompañó durante su larga travesía hasta Saturno, iniciando su propio viaje, directamente hacia esta misteriosa luna cubierta de niebla, con la misión de lograr aterrizaje en ella y durante unas pocas horas, el tiempo que sobrevivieran sus baterías y la sonda de la cual se había despedido tiempo atrás permaneciera visible y permitiera enlazar sus comunicaciones con La Tierra, ya que por si solo no podía hacerlo. No era una exploradora de gran presupuesto, ni podía por ello aspirar a poco más que ofrecer un pequeño destello, tan fugaz como histórico, desde la misma superficie de Titán. Y así ocurrió.
A las 12:34 GMT del 14 de Enero de 2005, y después de un largo descenso a través de la atmósfera de 2 horas y 27 minutos, Hyugens se convertía en el primero objeto humano en aterrizar en un mundo del Sistema Solar exterior, no sin antes rebotar y literalmente deslizarse sobre una superficie esponjosa, aunque esta accidentada llegada no sería descubierta tiempo después, al revisar los datos y señales enviadas por ella durante esos momentos críticos. Existía la posibilidad de que lo hiciera en un océano, ya que no se estaba seguro de la naturaleza de las zonas oscuras que se observaban en la región ecuatoriales elegida, por lo que estaba diseñada para flotar. Finalmente no fue ese el caso.
Provista de una cámara fija y de un foco de luz para iluminar la posible oscuridad reinante (aunque al final resultó haber más luz de lo que se esperaba, el equivalente a 1000 lunas llenas) Hyugens nos ofreció finalmente las primeras y únicas fotografías que existen desde la superficie de Titán, un paisaje aparentemente desértico pero donde redondeadas rocas (de hielo de agua, a esas temperaturas sólidas como las equivalentes terrestres), tan parecidas a las que podemos ver en los ríos terrestres, evidenciaban la acción del Metano líquido en forma erosión fluvial. Es posible incluso que hubiera llovido en tiempos muy recientes, explicando así el húmedo terreno detectado, donde el calor de Hyugens posiblemente generó evaporación. Podemos incluso imaginarla rodeada de una momentánea nube de vapor en el momento del impacto, y que se disipó rápidamente.
Eran estas imágenes fijas, orientadas hacia una dirección concreta, lo que resultaba un poco frustrante, pero Hyugens era una sonda de pequeña tamaño y presupuesto, secundaria en comparación a la enorme Cassini, y el escaso espacio estaba dedicado de forma prioritaria a toda una serie de instrumentos científicos, que tomaron datos de forma frenética antes, durante y después del aterrizaje, enviando todo lo conseguido tan rápido como fue posible antes de que las comunicaciones llegaran a su final. Fue una carrera contrarreloj que nos recuerda a lo sucedido recientemente con Philae.
Y este llegó 72 minutos después, cuando Cassini desapareció detrás del horizonte. Sin la sonda, que transportaba del equipo necesario para enlazar con Hyugens y actuaba como relé de comunicaciones con La Tierra, ya no era posible seguir transmitiendo los datos al carecer esta de la capacidad de hacerlo directamente. Su señal portadora se siguió escuchando desde los radiotelescopios terrestres durante algún tiempo más, hasta que la rotación de Titán la hizo desaparecer de nuestro campo de visión. No lo escucharíamos de nuevo, al agotarse sus baterías. Se cerraba así esta fugaz pero maravillosa historia, la de un viaje hacia un país desconocido que durante unas pocas horas nos hizo soñar con el día en que la Humanidad pondrá el pie en este mundo, tan diferente pero al mismo tiempo tan parecido al nuestro.
El largo viaje de Hyugens hasta la superficie nos ofreció la posibilidad de ver, una vez dejada atrás las capas de bruma la superficie de Titán como lo veríamos volando con un avión. Finalmente aterrizó en la zona oscura, una zona de material fino, como arena, cubierto de piedras redondeadas por la acción del fluir de líquido. Las canales observados en las tierras más altas apoyan la idea de una llanura fluvial, el lugar donde estos primeros desembocan alimentados por las ocasiones lluvias.
Las imágenes tal cual llegaron desde la superficie de Titán. La parte inferior está iluminada por el foco de iluminación que transportaba la sonda como precaución en caso de que el entorno fuera demasiado oscuro para ver nada, aunque al final el ambiente era más luminoso de lo esperado.
Las primeras y únicas imágenes de la superficie de Titán, realzadas al máximo para destacar los detalles. En primer término podemos ver piedras de hielo de agua que cubrían la llanura, redondeadas como los guijarros que podemos ver en los ríos terrestres. También podemos observar un terreno arenoso que se extiende hasta la mirada de la fotografía y sobre el cual la sonda aterrizó, lo que podría ser la huella de un pequeño río de Metano en ese momento seco llegado de algunos de los canales de los alrededores.
Ten years at Titán
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