Durante meses nos hizo soñar con presenciar un espectáculo astronómico para el recuerdo, resplandeciente como era incluso más allá de la órbita de Júpiter, hasta el punto de que algunos, más medios de comunicación que astrónomos, lo denominaron el "cometa del siglo", con estimaciones de brillo que llegaron, en los casos más exagerados, a situarlo por encima incluso del lunar. Pero pronto demostró que estaba lejos de ser un viajero tan previsible, y su luminosidad se estancó, lo que rebajó las expectativas pero aumento aún más si cabe el interés científico para este recién llegado de comportamiento tan extraño, cuya órbita hiperbólica indicaba que era su primera visita a nuestro reino planetario.
A lo largo de las últimas semanas antes de su encuentro con el Sol todos los ojos, en La Tierra y en el espacio, estuvieron fijos en el, en una campaña de observación global como pocas se han visto, mientras ISON, ajeno a todo ello, afrontaba su destino. En esos últimos momento todo apuntaba a su inminente final, con el agotamiento de su actividad y señales de una fragmentación del núcleo, pero nuevamente, como ya hizo con aquellos que le habían proclamado de forma prematura como un futuro cometa espectacular, logró lo inesperado y para sorpresa de todos resurgió de entre el resplandor solar.
No fue otra cosa que un último resplandor, el último suspiro de un cometa que se negó a morir hasta que su corazón se rompió completamente, algo que seguramente ocurrió durante el Perihelio. Había sobrevivido, pero ya no daba para más. Sus últimos latidos de vida posiblemente duraron solo unas pocas horas más, hasta que lentamente, como un fantasmal eco de lo que un día fue, sus restos se alejaron del Sol. Quizás aún quede algo que observar, al menos desde los grandes telescopios, cuando estos pasen a solo 39 millones de Kilómetros de La Tierra, el próximo 26 de Diciembre. Todos hubiéramos querido que fuera el propio ISON el que nos visitara, incluso aunque solo fuera un fragmento de el, aún lo suficientemente grande para dejar su señal en el firmamento, pero parece que ese no era, al fin y al cabo, su destino.
ISON nos deja, pero lo hace con una cantidad enorme de imágenes y datos científicos, que ayudarán a comprender mejor estos cuerpos celestes, en especial aquellos que, como el, parecen proceder de los límites más lejanos del Sistema Solar, o puede que incluso de más allá. Ese es, por encima de esos sueños de noches iluminadas por la luz cometaria que todos tuvimos en algún momento, su mayor legado, y por el cual, a pesar de todo, este largo viaje mereció la pena. Gracias por estos grandes momentos y hasta siempre, pequeño cometa.
Aunque lejos de lo que muchos esperaban, ISON nos dejó notables imágenes de su último viaje.
Cometa ISON: el final definitivo
ISON, el cometa que se resiste a morir
2 comentarios:
Qué pena, nos hemos quedado sin "estrella de Navidad".
Casi mejor, no me quiero ni imaginar la cantidad de tonterías que habríamos tenido que oir...
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