La velocidad de la luz, en contexto. Representa el límite conocido, lo más rápido que nada puede moverse según lo que conocemos de la realidad que nos envuelve. Y bajo nuestro punto de vista, a la escala de nuestro mundo, es algo inimaginable es su rapidez. No es para menos, ya que hablamos de 299,792 kilómetros por segundo en condiciones ideales, lo que nos resulta extraordinario. No es de extrañar que en el mundo de la ciencia ficción en todos sus formatos el concepto "ir/saltar a velocidad de la luz" nos abre de forma inmediata las puertas a cualquier parte. La realidad, por supuesto, es menos gratificante. Ciertamente son velocidades asombrosas, pero las distancias cósmicas lo son aún más, hasta el punto que puesta en contexto incluso en nuestro Sistema Solar, puede resultar, por extraño que parezca, lenta. James O’Donoghue, científico planetario del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, nos ofrece, en una serie de claras animaciones, de lo que representa, a una escala planetaria, la velocidad de la luz. Y, como veremos, la sensación cambia a medida que ampliamos nuestros horizontes.
1) Aunque la atmósfera dispersa y ralentiza algo el desplazamiento de la luz, esta simulación, que elimina el efecto de la atmósfera, es una muy buena representación de lo rápido que un haz de luz se movería alrededor de La Tierra. 7,5 veces por segundo. Ante ojos humanos es poco menos que una velocidad infinita.
2) Nos alejamos y abrimos el escenario. Ahora la velocidad de la luz ya parece más lenta, necesitando 1.2 segundos (con una distancia media de 384,400 kilómetros) para ir de la Tierra y La Luna. Sigue siendo algo extraordinario en su rapidez para lo que estamos aconstumbrados, pero la sensación de movimiento casi instantáneo ya no existe.
3) Finalmente abarcamos el espacio entre La Tierra y Marte, y entonces todo se ralentiza, mostrando además porque las comunicaciones en directo con las sondas allí presente es imposible. Ambos mundos están aquí representados como si estuvieran en su momento de mínima distancia, que de promedio es de 54.6 millones de Kilómetros. Incluso en esta situación ideal, un rayo de luz necesita 6 minutos y 4 segundos para ir y volver. De golpe la velocidad de la luz se nos antoja desesperadamente lenta. Y estamos hablando de nuestro vecino planetario.
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