Nuevos datos sobre el primer asteroide conocido que dispone de anillos.
En 2013 Saturno y el resto de planetas gigantes perdieron, utilizando términos habituales en la economía actual, la exclusiva sobre uno de sus elementos más característicos, que hasta ahora parecían tener el monopolio sobre ellos. Ese año un pequeño habitante de la región que se extiende sobretodo entre Saturno y Neptuno, habitado por una familia de pequeños cuerpos conocidos como los Centauros, por aparentemente combinar características tanto de asteroide como de cometa, sorprendía a la comunidad astronómica mundial cuando una ocultación estelar reveló que el también disponía de un sistema de anillos. De repente estos demostraron ser más comunes de lo que se creía.
Se le conoce como Chariklo, un centauro, en realidad el mayor de todos ellos, más cerca de ser un asteroide que un cometa y uno 240 kilómetros de diámetro. A su alrededor, como delataron las caídas del brillo de la estrella protagonista de dicha ocultación estelar y que se reiteraron a ambos lados del cuerpo principal, descartando que fuera una pequeña luna, se extiende un relativamente complejo sistema anillado doble."Si observas desde el ecuador de Chariklo, no los verás porque son muy delgados, y los verás de frente. Por el contrario, si observas en los polos, verás una tira brillante de un ancho aproximadamente del diámetro de la luna llena", explica Diane Berard, del Observatorio de París.
Desde entonces un equipo liderado por Berard ha realizado numerosas campañas de observación desde telescopios de todo el mundo, que permitió ir sacando a la luz nuevos detalles, así como ajustar los datos disponibles. Se confirmó la presencia de los dos anillos delgados y circulares, un de ellos, denominado C1R, de entre 5 a 7,5 kilómetros de ancho, con bordes internos y externos afilados, y otro, llamado C2R, mucho más tenue, con un anchura que no supera el kilómetro. Entre uno y otro se extiende un vacío de unos 15 kilómetros.
¿Cual es su origen? Todo sugiere que el material que lo forma procede del propio Chariklo, aunque los astrónomos no han encontrado de momento indicio de algún tipo de actividad geológica que pudiera estar detrás de su formación.También se buscó, aunque en este caso de forma infructuosa, la presencia de otros anillos, así como la presencia de alguna pequeña luna que explicara porque los bordes de los ya observados parecen mantenerse estable, al estilo de las lunas pastoras de los de Saturno. No se encontró ninguno, al menos con diámetros superiores a los 2 kilómetros. De existir simplemente serían demasiado diminutas para observarlas.
Los anillos de Chariklo representan un excelente "campo de pruebas" para los astrónomos, donde pueden intentar encontrar una respuesta a su origen que pueda extrapolarse a los mucho más grandes y complejos de Saturno. De momento todas las opciones, desde material recogido durante su viaje alrededor del Sol hasta la destrucción de una antigua luna o un impacto parecido al que se cree está detrás del nacimiento de nuestra Luna, están abiertas.
Una representación de como podría verse los anillos desde algún punto cerca de la superficie de Chariklo.
Los centauros, una familia a medio camino entre los asteroides y los cometas que se extiende entre Júpiter y Neptuno. Chariklo es el mayor de ellos.
Observaciones determinan cómo son los anillos del centauro Chariklo
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