Estamos a la espera de la publicación de lo que podría ser la primera imagen directa de uno de estos abismos gravitatorios sin fondo. Y mientras llega ese momento, la confirmación de algo histórico, el Universo sigue ofreciendo pistas y evidencias de que alternativas viables a su posible naturaleza. Es decir, antiguas estrellas masivas que se colapsaron sobre si misma hasta el punto que ni la luz puede escapar del abrazo mortal de su gravedad una vez cruzado el punto sin retorno. La última de ellas nos llega de uno de los 150 cúmulos globulares que forman parte de la Vía Láctea, NGC 3201.
Allí, a 16.000 años-luz de la Tierra, un equipo de astrónomos liderados por Benjamín Giesers (Universidad Georgia Augusta de Gotinga, Alemania) encontró, gracias al instrumento MUSE, instalado en el Very Large Telescope, algo extraño en el comportamiento de una de las estrellas que lo conforman. Más concretamente del extraño y veloz "baile" que parecía realizar una vez cada 167 días terrestres. "Orbitaba alrededor de algo totalmente invisible que tenía una masa de más de cuatro veces la del Sol, ¡solo podía tratarse de un agujero negro! El primero de ellos encontrado en un cúmulo globular observando directamente su fuerza gravitacional". El escenario más probable es que antaño fuera un sistema binario, en que la mayor y más masiva terminó explotando como supernova, dejando tras de su uno de estos oscuros monstruos. Dificilmente es posible imaginar otra explicación que encaje mejor con estos datos.
Este hallazgo es también una pieza importante para comprender la relación de los agujeros negros con los cúmulos globulares, que debido a su enorme masa y gran antiguedad se cree que deben haber producido un gran número de masa estelar, como es el caso del protagonista de esta historia. La detección de emisiones de radio y rayos x registradas en otros cúmulos, así como de ondas gravitatatorias (2016) producidas por la fusión de dos de ellos, junto a lo ahora descubierto, parece indicar que pueden ser mucho más comunes de lo que imaginábamos.
En unas semanas esta terrible oscuridad, la más profunda que existe, podría dejar de ser solo un fantasma del que intuimos su presencia para convertirse en algo real ante nuestros ojos. El velo de lo invisible está a punto de ser retirado.
El extraño comportamiento de una estrella revela la presencia de un solitario agujero negro oculto en un cúmulo gigante de estrellas
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