domingo, marzo 20, 2016

Post Vintage (177): La huella del crimen

El telescopio MPG/ESO del Observatorio La Silla nos descubre el rostro de un "asesino galáctico".

NGC 1316 y NGC 1317 son 2 galaxias situadas a unos 60 millones de años luz de La Tierra, muy cerca una de la otra, pero a pesar de ello muy diferentes. Así, mientras esta última se muestra perfectamente definida la primera muestra un aspecto caótico, lejos de la aparente tranquilidad que transmite su pequeña compañera, algo que puede resultar extraño a primera vista pero que para los astrónomos es una clara señal de que sus respectivas historias han sido muy diferentes a pesar de su vecindad. Una de ellas nos cuenta una vida pacífica, la otra una existencia violenta en que un número indeterminado de pequeñas galaxias han sido engullidas, "asesinadas" por este criminal cósmico, que aún conserva en su rostro las huellas de sus delitos.

Varias "pistas" en la estructura de NGC 1316, observada por el telescopio MPG/ESO de 2,2 metros de La Silla, la delatan. Por ejemplo, tiene varios rastros de caminos de polvo incrustados en un envoltorio de estrellas mucho mayor, y una población de cúmulos globulares estelares inusualmente pequeños, lo que sugiere que ha podido devorar con anterioridad una galaxia espiral rica en polvo, en algún momento hace unos 3.000 millones de años. A su alrededor se extienden diversas colas de polvo y estrellas que han sido arrancadas de sus ubicaciones originales y lanzadas al espacio intergaláctico, lo que muestra el caos gravitatorio originado en las órbitas estelares cuando su "victima" (o víctimas) ya se encontraba muy cerca.

NGC 1316 se conoce también como Fornax A, como forma de remarcar el hecho de que se trata de la fuente emisión en ondas de radio más brillante de la constelación donde la vemos y, de hecho, la 4ª más brillante de todo el cielo, lo que también es una pista, aunque indirecta, de su carácter canival: La fuente de estas emisiones posiblemente es el material que se está precipitando, acelerando y adquiriendo altas temperaturas en el proceso, hacia el agujero negro supermasivo situado en su corazón, y probablemente, ha obtenido combustible extra gracias a la interacción con otras galaxias, lo que explica su intensa actividad.

Aunque podemos acusarla de ser una asesina en serie, en realidad que una galaxia absorba a otras más pequeñas es un proceso relativamente habitual, y nuestra Vía Láctea, cuya tenue y delicada apariencia en nuestro firmamento puede transmitirnos la falsa impresión que ser pacífica e inocente, no está libre de haber devorado a otras  a lo largo de su vida, algunas de las cuales aún pueden detectarse como tenues rastro de aquello que fueron, y otras que posiblemente están empezando su lenta caída hacia el olvido. En la inmensidad del Universo la "ley del más fuerte" marca el destino final de mucho de sus habitantes. NGC 1316 lo fue, otras más pequeñas no. Como se suele decir, así es la vida en la oscuridad Cósmica.

Viajando hasta NCG 1316 Y 1317. Aunque esta primera parece la "mala de la película", posiblemente la ahora tranquila 1317 también tiene cosas que esconder.

Algunas galaxias absorben otras más pequeñas, pero en ocasiones son 2 de tamaño parecido la que se lanzan una contra la otra bajo su gravedad común, generando espectaculares estructuras, nacidas del caos resultante, que podemos observar y que permite reproducir los pasos seguidos en el proceso, a su vez vital para entender el futuro lejano de estas en ocasiones llamados universos-islas.

La Vía Láctea y Andrómeda se dirigen al encuentro uno de la otra. Aunque esta última es mayor, sus tamaños siguen siendo demasiado parecidos para que puede devorar a la primera, por lo que en realidad ambas se fusionarán para formar una galaxia mucho mayor.

Un asesino en serie galáctico

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