Fue la historia de un éxito y al mismo tiempo un fracaso. Éxito porque por primera vez se logró aterrizar y transmitir imágenes desde la superficie de un cometa, fracaso porque las cosas no sucedieron como estaba previsto, no fue capaz de anclarse en el punto elegido para aterrizar, y en cambio salió despedida, volando de un lugar a otro antes de quedar atrapada en una pared que la atrapó antes de que terminara saliendo despedida de forma definitiva hacia el espacio. Teniendo en cuenta las circunstancias, que pese a todo pudiera trabajar y enviar datos científicos durante varios días, antes de que la batería se agotara al estar en la sombra y no poder captar luz solar, fue casi un milagro. Quizás sería mejor hablar de un fracaso con sabor a éxito.
A pesar de los varios cuatro años transcurridos, el estudio de lo que fue Philae y su legado continúa, especialmente intentado reconstruir su trayectoria. Sabíamos donde tocó por primera vez la superficie, así el lugar donde encontró su descanso defitivo, pero no donde ocurrió el segundo contacto, revelado por sus sensores. Puede parecer simple curiosidad, pero existía un motivo científico por el cual había tanto interés en encontrarlo, y ahora finalmente, en los amplios archivos de imágenes de la Rosetta, parece que hemos hallado el lugar.
"Philae nos había dejado con un último misterio esperando ser resuelto", dijo en un comunicado Laurence O'Rourke, de la ESA. "Era importante encontrar el segundo sitio de aterrizaje, porque los sensores indicaron que se había excavado en la superficie, muy probablemente exponiendo el hielo primitivo escondido debajo, lo que nos daría un acceso invaluable a hielo de miles de millones de años". Y esto es lo que hace tan valioso el hallazgo.
El lugar se encuentra a solo 30 metros del lugar de descanso final. O'Rourke y sus colegas determinaron que pasó casi dos minutos en el segundo sitio de aterrizaje, golpeando la superficie al menos cuatro veces diferentes en el proceso. Todo ello dejó al descubierto material escondido debajo de la superficie que no se había visto en ningún otro lugar del cometa. Un de los puntos de impacto dejó un agujero de unos 25 centímetros de profundidad, lo que delata lo blando que es este cuerpo celeste, más esponjoso que un baño de burbujas o la que se forma en las crestas de las olas del mar. Todo esto permitió a los astrónomos calcular una porosidad del 75%, lo que significa que el 75% es espacio vacío. Un dato más que interesante.
Nos dejó hace años y duerme ahora para siempre en la fría superficie del cometa Churyumov-Gerasimenko, pero ahora nos dio su último regalo, su último legado. Que descanses, pequeña Philae, y gracias por todo.
Recreando el viaje de Philae.
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