El futuro objetivo de la misión DART y Hera recibe su nombre oficial.
En 2022 se iniciará una de las misiones interplanetarias más cruciales de las últimas décadas, y que buscará responder a la pregunta de si somos capaces, con la tecnología actual, de afrontar la amenaza de un asteroide y ser capaces de desviarlo de su trayectoria en caso de representar una amenaza clara. No se trata de espectaculares explosiones que lo destruyan, como en algunas películas, cosa imposible y que incluso si fuera viable solo convertiría un objetivo peligroso en muchos, sino de darle un "golpe", un pequeño impulso que cambia ligeramente su camino, suficiente para que pase sin riesgo. Y eso es lo que intentará la sonda DART.
El blanco de esta prueba será el asteroide Didymos, un sistema doble, formado por el cuerpo principal, de unos 780 metros de diámetro, y uno secundario, de unos 160, y que se podría considerar su luna. Y es en este último donde DART se estrellará, intentando provocar un ligero cambio en su órbita, que deberá ser confirmado por la sonda Hera, de la ESA, que llegará dos años después. Si el experimento es exitoso se habrá dado un paso de gigante a la hora de protegernos de estas amenazas cósmicas.
Y aunque sea un acto simbólico, lo cierto es que dar un nombre a un lugar parece convertirlo en algo mucho más real, casi como si pudiéramos tocarlo. Por ello este asteroide, que hasta ahora se llamaba de forma informal Didymos B (o Didymoon), acaba de recibir su nombre definitivo, Dimorphos, que en griego significa "tener dos formas". La idea detrás de ello es que, ciertamente, será un cuerpo diferente antes y después, no solo por el impacto sino porque su trayectoria quedará ligeramente alterada. Ciertamente será, a los ojos de los astrónomos, un objeto celeste de dos caras, creadas por la mano humana con el objetivo de tener un futuro que proteger.
DART, la primera misión destinada a intentar desviar la trayectoria de un asteroide.
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