El VLT (Very Large Telescope) iguala al telescopio Hubble.
La imagen superior es del lejano Neptuno, y es lo bastante detallada para ver con claridad sus blancas franjas nubosas, que flotan sobre su azulada atmósfera. No es de una sonda, ya que desde la Voyager 2, en 1989, ninguna otra ha visitando el planeta hasta ahora, ni tampoco es de un telescopio en órbita como el Hubble, aunque su calidad rivaliza con lo que este último podría ofrecer. En realidad nos llega de más abajo, y es una de las últimas demostraciones, quizás la más espectacular de los últimos años, de una tecnología que está abriendo un cielo nocturno hasta ahora cerrado: La óptica adaptativa.
Observar el Universo desde la superficie terrestre es todo un desafío, incluso desde las regiones más elevadas y secas, ya que la atmósfera genera turbulencias que disminuye nuestra capacidad de ver con claridad. Las misas que hacen que las estrellas, en nuestro cielo nocturno, tengan ese parpadeo tan característico. Un efecto hermoso, pero fastidioso para los astrónomos. Y para intentar superarlo se desarrolló la técnica de la óptica adaptativa, cuyo propósito es, precisamente, que los telescopios puedan adaptarse, compensando estas turbulencias para lograr imágenes mucho más nítidas. Unos rayos láser que se disparan hacia las capas altas de la atmósfera, creando una "estrella artificial" que sirve para medir con exactitud las turbulencias existentes en cada momento, y un espejo capaz de deformarse para adaptarse a ellas es la clave.
Recintemente el VLT (Very Large Telescope) inauguró un nuevo modo de óptica adaptativa, con Neptuno como objetivo. El instrumento MUSE (Multi Unit Spectroscopic Explorer, explorador espectroscópico multiunidad) se combinó con la unidad adaptativa denominada GALACSI para generar imágenes de ese lejano planeta con una claridad y detalle que rivaliza con lo mejor que puede ofrecer el Hubble. Súbitamente la barrera de la atmósfera parece haber desaparecido. Nunca las capacidad de esta tecnología fueron tan evidentes.
Aunque parece ciertas ventanas del espectro, como es el Infrarrojo, seguiremos necesitando de los telescopios orbitales si o si, los colosos en tierra están rápidamente acortando las distancias, justificando los enormes esfuerzos que se están haciendo ahora y en el futuro para construir nuevos y poderosos observatorios. Una vez abiertas las puertas del turbulento Firmamento, todo es ya posible.
El increible avance que representa esta tecnología es más evidente cuando se compara el mismo Neptuno visto por el VLT con y sin la óptica adaptativa.
Otro ejemplo, esta vez del cúmulo globular de estrellas NGC 6388.
El sistema de guiado láser (4LGSF, Four Laser Guide Star Facility) utilizado por el sistema de óptica adaptativa del VLT. Consiste en cuatro rayos láser de 22 vatios que crean estrellas guía
artificiales, haciendo que los átomos de sodio de las capas superiores
de la atmósfera brillen, de manera que parecen verdaderas estrellas. Esto permite al sistema óptico, partiendo de ellas como referencia, compensar el efecto borroso causado por la atmósfera de la Tierra para
que el telescopio pueda crear imágenes nítidas.
Imágenes extremadamente precisas con el nuevo sistema de óptica adaptativa del VLT
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