Es la primera sonda que alcanzar el Universo que se extiende más allá de la burbuja generada por el viento solar, que nos rodea y aísla del espacio interplanetario, y cuya frontera, aunque tan variable como la actividad solar que la alimenta, se encuentra más allá de la órbita de Plutón. Un acontecimiento histórico, tanto por su tremenda carga simbólica, como desde lo que significa ser capaces de estudiar de forma directa como es y que ocurre en este auténtico país desconocido. Un lugar que, como estamos ahora aprendiendo por primera vez, dista de ser el oscuro, gélido y casi inalterable océano que podríamos imaginar hasta no hace tanto tiempo:"La mayoría de la gente podría pensar que el medio interestelar es tranquilo y quieto. Pero estas ondas de choque parecen ser más comunes de lo que pensamos", dice Don Gurnett, profesor de física de la Universidad de Iowa. Gurnett presentó los nuevos datos el pasado lunes 15 de diciembre en la reunión de la American Geophysical Union en San Francisco.
Y es que la Voyager 1, desde el día que cruzó la última frontera y se adentró en pleno espacio interestelar, ha sido alcanzado por 3 "ondas tsunami", ondas de presión generadas por las eyecciónes de masa coronal del Sol que se extienden más allá de los límites de la Helioesfera, afectando al plasma que llena (aunque de forma muy tenue) el espacio entre las estrellas, haciendo que "resuene, ‘cante’ o vibre como una campana", explica Ed Stone, científico de la misión Voyager del CalTech de California. El lejano eco de un hogar planetario al que nunca volverá.
Y revelador, ya que la 3ª de estas olas fue también la más intensa y prolongada, detectándose en Febrero y aún visible en los datos de Noviembre, tiempo durante el cual se ha desplazado unos 400 millones de kilómetros. Una duración que no tiene, por ahora, una explicación clara."La densidad del plasma es mayor conforme más lejos está Voyager 1″, dice Stoner."¿Esto es debido a que el medio interestelar es más denso conforme Voyager 1 se aleja de la heliosfera, o es debido a la propia onda de choque? No lo sabemos aun". Su aumento hasta 40 veces los valores anteriores pemitió confirmar en su momento, casi un año después de que ocurriera realmente, y gracias al 2º de los tsunamis, que la sonda había entrado en el espacio interestelar. Ahora nuevamente los lejanos ecos del Sol revelan la complejidad que se esconde entre la oscuridad.
Aún con la mayor parte de su instrumental ya fuera de servicio, tanto voluntariamente al no ser necesario y permitir ahorrar energía, como víctima del duro ambiente que le rodea, la Voyager 1 aún tiene la capacidad de realizar mediciones de este tipo, y con ellas revelar detalles no conocidos de lo que ocurre al "otro lado", un regalo de los dioses celestes para los astrónomos, que esperan poder seguir disfrutando hasta mediados de la próxima década, cuando la energía de sus ya agotados RTGs (Generadores termoeléctricso de radioisótopos) ya no sea suficiente para mantener las comunicaciones con La Tierra, y las puertas de ese país desconocido se cierren de nuevo.
Posición actual de la Voyager 1.
Voyager 1 golpeado por 3 ‘ondas tsunami’
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