La superficie de Marte puede parecer, dejando de lado a los científicos planetarios, cuyos ojos no dejan de ver detalles que les dan información sobre los acontecimientos vividos en ella, puede parecernos aburrida y hasta monótona, especialmente una vez hemos asimilado la idea de estar viendo otro mundo y la emoción de la novedad se convierte en la monotonía de lo cotidiano. Pero en ocasiones podemos encontrar cosas que reviven ese interés. Y uno de estas cosas son los enviados del cielo. O dicho de una forma menos poética, los meteoritos.
Porque tanto Spirit, como Opportunity y Curiosity los han encontrado en no pocas ocasiones. Fragmentos de otros mundos, restos de la formación misma del Sistema Solar, testimonios del antiguo corazón de mundos primordiales, de aquellos primeros bloques con los cuales se construyó lo que vemos hoy día. Y no es algo único de Marte, ya que también ocurre en nuestro mundo. Pero aquí el clima, la actividad biológica, la erosión o la misma inmensidad de los océanos, donde terminan la mayor parte de ellos, se encargan de hacerlos desaparecer. Solo en lugares concretos, como la Antártida, estos permanecen conservados, accesibles y se pueden encontrar en cantidades significativas.
Marte es, en ese sentido, como una inmensa y rojiza Antártida, y por ello podemos encontrarlos por todas partes. No podemos pensar de otra manera, cuando los 3 rovers lo han hecho, y eso que comparativamente, la zona explorada por ambos es microscópica en comparación al conjunto del planeta rojo, cuya superficie equivale a la de todas las tierras emergidas de nuestro mundo. Los futuros exploradores humanos que caminen por las llanuras marcianas sin duda tendrán, si es que tienen interés en ellos, un excelente botín en forma de meteoritos a su disposición.
Egg Rock. Así han denominado al último de ellos, visto por Curiosity el 30 de Octubre, en su viaje por las laderas de Aeolis Mons. Un pequeño meteorito metálico, probablemente originado del núcleo planetario de un antiguo planetesimal y llegado del cercano cinturón de asteroides. Es uno más, pero al mismo tiempo con sus propias características únicas. Su superficie es notablemente suave y presenta varios surcos profundos, posiblemente formadas cuando el cuerpo original comenzó a fundirse por la fricción atmosférica. Y dada su naturaleza de Hierro, una atmósfera tenue sin Oxígeno que lo pueda oxidar ni humedad suficiente para erosionarlo con el tiempo representa un lugar perfecto de descanso, ya que apenas sufrirá desgaste.
No deja de ser un detalle en el largo camino de Curiosity, pero uno de esos que despierta la curiosidad (nunca mejor dicho) de todos aquellos no familiarizados con estos temas. Al fin y al cabo, es el pequeño fragmento de otro mundo visto en la superficie de otro mundo. Toda una personificación, en forma de un pequeño fragmento de Hierro, de lo que significa explorar otro planeta.
Egg Rock visto a distancia a través de ChemCam. Destaca por la suavidad de la superficie así como por sus profundos surcos, todo ello posible fruto de la fusión del cuerpo original al entrar en la atmósfera, que aunque tenue es capaz de generar temperaturas de varios miles de grados.
Encontrar algo así es siempre una oportunidad, y Curiosity no la desaprovechó para estudiarlo. El láser de ChemCam dejó su huella en el.
Aproximación a Egg Rock, el 30 de Octubre.
Opportunity también encontró sus propios meteoritos, en este caso uno que recuerda bastante al observado ahora por Curiosity.
La Antártida es el lugar más parecido a Marte en lo que a conservar meteoritos se refiere. Por ello se organizan periódicas expediciones al continente helado con resultados más que positivos.
Curiosity finds small meteorite on Mars
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