El descubrimiento de un gigantesco valle refuerza la idea de un mundo geológicamente activo.
Visto desde la distancia no parece diferenciarse demasiado a La Luna. Incluso parece más simple y aburrida, al no tener los famosos "mares" que dotan a nuestro satélite de su aspecto familiar. Pero si algo sabemos de los habitantes planetarios del Sistema Solar es que son mucho más de lo que parece, y que todos esconden historias complejas que esperan ser contadas. Y Mercurio no es una excepción, como nos demostró la sonda MESSENGER, cuyas imágenes detectaron toda una red de fallas que denotan que el planeta más pequeño se sigue encogiendo, fruto de un núcleo aún en proceso de enfriamiento.
Pero si estas pequeñas "arrugas" revelaron que Mercurio aún conserva cierta actividad, otras muestran hasta que punto esta fue intensa en eras pasadas. Y de todas ellas nada puede compararse a la ahora descubierta en los datos de MESSENGER, que salió a la luz examinando los mapas topográficos en alta resolución. Se lo conoce como "El Gran Valle", un nombre más que merecido y hasta se queda corto: 400 Kilómetros de anchura y casi 1000 de longitud, delimitada por dos fallas escarpadas que se elevan más de 3 Kilómetros sobre el fondo. Ninguna estructura terrestres de este tipo se puede comparar con algo así, aunque ciertamente las circunstancias de un planeta y otro son bien diferentes.
El Gran Valle probablemente se formó debido al rápido enfriamiento en el interior de Mercurio, lo que causó que la litosfera del planeta, que forma una sola placa tectónica, en lugar de las diversas independientes que conforman la terrestre, se encogiera. Mientras esto sucedió, el suelo del valle se fue hundiendo entre dos fallas.
Aunque la misión MESSENGER terminó en Abril de 2015, toda la información reunidas durante los 4 años que permaneció en órbita sigue siendo estudiada, y de ahí descubrimientos como este, que se suma a la presencia de hielo de agua en los polos, un campo magnético extrañamente asimétrico o indicios de terremotos. Y que seguramente será seguido de muchos otros, a medida que se siga profundizando en ella. Como suele ocurrir, la misión de una sonda continúa mucho más allá de su final físico. Su "espíritu" permanece con nosotros en la forma de legado científico.
Los modelos topográficos construidos a partir de los datos de la sonda MESSENGER revela
el "Gran Valle" de Mercurio, en azul, cortando entre dos grandes fallas escarpadas y cruzando un cráter. Las fuerzas tectónicas implicadas fueron colosales.
La MESSENGER siguió el camino abierto por la Mariner 10, y durante sus 4 años en órbita, más 3 encuentros previos, reveló un mundo de una complejidad que nada tiene que ver con su aspecto, aparentemente simple y lunar.
Scientists Discovered a Mind-Boggling Chasm on Mercury
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