lunes, octubre 31, 2016

La Rosetta del futuro

Un archivo lingüístico depositado en Churyumov-Gerasimenko.

La misión Rosetta ya es historia, y la sonda descansa ya en la superficie del cometa, al que acompañará para siempre en su viaje alrededor del Sol. Sin embargo, pese a todo, aún le queda un último objetivo. Posiblemente no se cumplirá, un mensaje para el futuro que quizás nunca será leído, pero el propio hecho de que esté ahí tiene una carga simbólica evidente, ya que quizás mucho de lo que contiene desaparecerá con el tiempo en La Tierra. Y entonces un pequeño disco, situado en los restos de una nave abandonada hace mucho y ya cubierta de polvo, durmiendo en este pequeño cometa, será todo lo que quedará para recordarlas.

Pero antes vamos al origen. La sonda Rosetta recibió su nombre al honor del descubrimiento casual de la que se conoció como piedra Rosetta, cerca de la actual ciudad de Rachid, a orillas del Delta del Nilo. Una extraña losa de roca volcánica donde se hallaban tres inscripciones: Una en jeroglíficos, otra en griego y la última en demótico, una forma de escritura simplificada del egipcio antiguo. Y lo que era más importante, en los 3 casos era el mismo texto, traducido a los 3 lenguajes. Algo que cambió radicalmente nuestro conocimiento del Egipto de los Faraones, ya que hasta ese momento no sabíamos leer estos primeros, y por tanto no podíamos descifrar los innumerables textos disponibles escritos en dicho alfabeto. Eran un completo enigma. Hasta ese día. Esta excepcional yuxtaposición permitió, gracias a que si entendíamos los dos últimos, descifrar el primero. Y todo cambió.

Más allá de lo que decía realmente (No dejaba de ser un decreto que establecía el culto divino de Ptolomeo V, y fechada en el 196 a. C ), lo vital es que con ella comenzamos a leer los jeroglíficos, y con ello pudimos adentrarnos en ese mundo perdido, desde los asuntos de estado hasta la vida diaria de la población. Fue la llave que permitió abrir las puertas a esa fascinante civilización. Como la sonda Rosetta desvelaría los misterios de los cometas, los componentes más antiguos de nuestro Sistema Solar. Por eso su equipo, en algún momento durante su diseño y construcción, decidió darle ese nombre.

Pero no terminó ahí su relación con el pasado. Y es que la sonda guarda, debajo de su cubiertas térmicas, su propia "piedra Rosetta", en este caso un disco de níquel de 7,5 cm de diámetro, que contiene un millar de idiomas y constituye un amplio archivo cultural recogido por la Long Now Foundation. Cada página de texto, miniaturizada y grabada en forma de imagen, puede leerse simplemente con un microscopio. Y es precisamente esta sencillez lo que garantiza su preservación pese a lo cambiante de las tecnologías, que podría imposibilitar la lectura de un disco digital mediante ordenadores en el futuro."El objetivo es conservar las lenguas del mundo para las generaciones futuras, por lo que estamos felices de incorporar este disco a la sonda Rosetta y así garantizar su supervivencia para la posteridad", explicó John Ellwood, director del Proyecto Rosetta, durante la ceremonia en que este fue incorporado a la sonda.

Las lenguas, al contrario de cierta moda actual de considerarlas "simples vehículos de comunicación", son en realidad auténticos archivos de la historia de cada cultura, país o comunidad que las utiliza o utilizó, y de sus palabras, de la forma en que están construidas, los lingüistas pueden extraer información histórica que están fuera del alcance de la arqueología. De ahí que su desaparición completa sea una perdida incalculable que nos empobrece. Preservarlas, incluso cuando han perdido su utilidad como elemento de comunicación, es por ello vital, aunque en ocasiones no se entienda ese esfuerzo.

Y el "disco Rosetta", aunque solo sea de forma simbólica, forma parte de este esfuerzo. Allí, en la fría superficie de Churyumov-Gerasimenko, descansa ya un registro de la actual diversidad lingüística, conservado para un futuro lejano, perviviendo mucho después de que sus hablantes hayan desaparecido y muchas de sus lenguas se hayan olvidado.Y quizás, solo quizás, un día lejano será redescubierta y Rosetta sea, de nuevo, el nombre de la llave que abrió las puertas de nuestro pasado.

El disco Rosetta cabe en la palma de su mano, sin embargo, contiene más de 13.000 páginas de información de más de 1.500 idiomas humanos.

La posición del disco en la sonda Rosetta.

La Piedra Rosetta, exhibida actualmente en el Museo Británico. Aunque es un fragmento de una tabla mucho mayor, lo conservado fue suficiente para permitir, después de un amplio trabajo académico, traducir los jeroglíficos. Quizás un día la historia se repita.

Disco de Rosetta: Regreso al Futuro

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