Las estrellas son astros en equilibrio, atrapadas entre la fuerza de su propia gravedad, que tiende a colapsarla sobre si misma, y la presión generada por las reacciones de fusión de su núcleo, que genera una fuerza opuesta que intenta expandirla. Por eso, cuando el combustible se agota y estas últimas, el "motor" o corazón que hasta ahora la mantenía estable, comienzan a fallar, se inicia el camino hacia su destrucción. Aunque siguiendo distintos caminos según sea la masa de cada una de ellas, muriendo de una forma más espectacular cuanto mayor sea esta.
Y en primer término encontramos las supernovas, la forma definitiva de muerte estelar, aunque al mismo tiempo las que plantan las semillas de la vida futura, ya que en su corazón, las sucesivas fusiones cada vez más complejas (y menos eficientes) que se suceden como un desesperado intento de evitar lo inevitable, se generan muchos de los elementos complejos que forman parte de nuestro organismos. Sin ellas no estaríamos aquí, ya que dieron al Universo la riqueza química necesaria para ello. "Todos los elementos pesados en el Universo provienen de las explosiones de supernovas. Por ejemplo, toda la plata, el níquel y el cobre en la Tierra e incluso en nuestros cuerpos proceden de la agonía explosiva de estrellas", explica Steve Howell, científico del proyecto Kepler de la NASA."La vida existe a causa de las supernovas".
De ahí su interés por estudiarlas, por conocer exactamente el camino que lleva hasta ellas, las fuerzas involucradas y todas las etapas que transcurren entre el principio del fin, y el fin propiamente dicho. Y nada es tan dificil de captar que la conocida como "choque de ruptura", la onda de choque inicial, el momento en que, una vez las reacciones de fusión de detienen de forma definitiva, la estrella se colapsa rápidamente sobre si misma, tan rápido que genera una onda de choque que viaja hacia el exterior a una velocidad de 30.000 a 40.000 kilómetros por segundo, haciendo que las capas exteriores literalmente salten por los aires. Así, mientras el núcleo sigue su colapso para convertirse en una estrella de neutrones o un agujero negro, el resto de lo que una vez fue una estrella se expanden a gran velocidad, haciendo que su brillo aumente hasta alcanzar 1.000.000.000 de veces el del Sol. De ahí que puedan brillar más que toda la galaxia donde están incluidas, y que este resplandor pueda durar semanas, quizás meses, antes de debilitarse y desaparecer.
Pero la explosión propiamente dicha, el "flash luminoso" que anuncia al mundo la muerte de un gigante, apenas dura unos minutos. Teniendo en cuenta que la vida de estos astros, incluso entre las de mayor tamaño, y por ello con un ciclo vital más corto, puede medirse en millones de años, estamos hablando de un gota en el océano, un instante en la eternidad. Por ello, aunque teorizadas, no habían podido ser vistas. Hasta ahora.
Fue el telescopio espacial Kepler, en 2011, quien nos ofreció esta inesperada posibilidad. En 2011 una estrella situada dentro de su campo de visión continua, KSN2011d, una gigante roja 500 veces mayor que nuestro Sol situada a 1.200 millones de años luz, se convirtió una supernova de tipo II. Eso ofreció a los astrónomos la oportunidad única de observar la muerte de una estrella masiva desde el mismo inicio, incluido el resplandor inicial, equivalente a 130.000.000 de Soles, la onda de choque que daba inicio su expansión explosiva.
Los datos recogidos confirmaron los modelos predichos, pero al mismo tiempo generaron nuevos misterios, ya que junto a KSN2011d, Kepler también captó en nacimiento de la supernova KSN 2011a, fruto de una estrella algo más pequeña, "solo" 300 veces la masa del Sol. Un regalo doble para los astrónomos. Pero aunque también esta encajó con los modelos, no se detectó la onda de choque inicial, posiblemente, según los astrónomos, porque estaba rodeada de gas y polvo, que escondió el destello a nuestros ojos.
Sea cual sea la respuesta, lo observado por Kepler en KSN2011d es un momento para la historia, el momento en que captamos la muerte misma de una estrella. Y el inicio del largo camino de elementos químicos que algún día, en un futuro tan lejano que no podemos ni imaginar, serán la base de nuevos mundos. Y quizás de nueva vida, nacida de la muerte de una estrella que nunca conocerán. Como nosotros mismos. El destello de un final, pero también el de un nuevo comienzo.
El "choque de ruptura" de KSN2011d, cuando la onda de choque del colapso interno de la estrella alcanzó la superficie. Después llegaría la expansión explosiva de las capas exteriores y el aumento de resplandor hasta 1.000.000.000 el resplandor del Sol.
Caught For The First Time: The Early Flash Of An Exploding Star
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