Los astrónomos aficionados, aquellos que por pura pasión y de forma autodidacta observan el firmamento, son algo más que una curiosidad, o una manifestación a nivel de la calle, protagonizada por personas anónimas, de ese atracción que muchos sentimos por el espacio, aunque siempre a la sombra de los profesionales. Un hobby, para resumirlo en una palabra, interesante, siempre bienvenido, pero que no aporta realmente nada a la exploración interplanetaria. La realidad, pero, nos muestra algo muy distinto.
Y es que lejos de ser algo relativamente intrascendente, que poco o nada tiene que aportar a la astronomía "oficial", los aficionados a las estrellas son y han sido, un pilar importante para ella. Los astrónomos tienen a su servicio muchas instalaciones científicas, telescopios y radiotelescopios cada vez más poderosos, pero no pueden observarlo todo en todo momento. Bien al contrario deben seguir un calendario ajustado, donde infinidad de peticiones para acceder a ellas deben ser atendidas y el tiempo que se consigue es igualmente limitado. Por ello, ante eventos inesperados y que se manifiestan durante breves periodos de tiempo, la profesionales muchas veces quedan en fuera de juego. No se puede observar la La Luna o Júpiter de forma constante, esperando que pase algo. Si se tiene suerte, se capta. Si no, se desvanece sin que nos demos cuenta.
Aunque no siempre. Y es aquí donde los astrónomos aficionados tiene un valor incalculable, cubriendo los huecos que los profesionales, por los motivos antes mencionados, no pueden.
Eso es lo que ocurrió precisamente el pasado 17 de Marzo,cuando Gerrit Kernbauer, un astrónomo aficionado en Mödling, Austria, estaba tomando imágenes para generar un vídeo de Júpiter, utilizando para ello un telescopio de 20 cm. Básicamente se trata de una técnica que consiste en capturar miles de fotogramas de un objeto, de manera que las mejores partes de cada uno de ellos pueden ser utilizadas para generar imágenes en alta resolución, eliminado los efectos distorsionadores de la atmósfera.Y fruto de este ese trabajo, se encontró con un regalo inesperado: Lo que parece el impacto de algo, posiblemente un asteroide o un cometa, contra Júpiter, que generó un destelló luminoso claramente visible. Un segundo observador, John McKeon, también lo captó con su telescopio de 28 centímetros, lo que confirmaba que era realmente lo que parece, y no algún tipo de reflejo o otro tipo de aberración óptica del telescopio de Gerrit Kernbauer.
Gracias a ello ahora conocemos que ese día ocurrió un impacto. En realidad ocurren a menudo, ya que el intenso campo gravitatorio del planeta, el mayor del Sistema Solar (sin contar el Sol, claro está) hace de el una enorme diana, y su detección es, en casi todas las ocasiones, mérito de estos apasionados vigilantes del firmamento.
¿Y que podemos deducir sobre el cuerpo causante del destello? Que este resalte tanto, aunque dura tan poco, en el disco de un mundo tan gigantesco puede hacernos pensar que se trataba de un objeto igualmente grande. Pero posiblemente no pasara de unas decenas de metros. La explicación es que la energía liberada por un objeto chocando contra otro depende de la masa por el cuadrado de la velocidad: Al doble de la velocidad, cuádruple de energía liberada. Y en el caso de Júpiter, debido a su feroz gravedad, la energía generada por un pequeño asteroide que se precipite contra el, dejando de lado su propia velocidad orbital, es 25 veces mayor de lo que generaría en la Tierra (por suerte para nosotros). Por tanto es erróneo coger estas detonaciones y compararlas con el tamaño de nuestro planeta, imaginando que nos hemos escapado de la aniquilación. Simplemente son situaciones distintas.
Solo podemos agradecer a todos estos aficionados de la astronomía, que con su empeño y dedicación, cubren terrenos que los profesionales no pueden abarcar. Gracias a ellos hemos visto, una vez más, como el gigante se estremeció, aunque solo sea un instante, con el destello final de un pequeño viajero, que quedó atrapado sin escapatoria posible de su abrazo gravitatorio, muriendo envuelto en un resplandor. Y lejos de desaparecer en el olvido, quedó registrad para siempre.
El meteoro de Chelyabinsk, se calcula que tenía unos una docena de metros de diámetro o quizás algo más, y explotó con la energía de 500.000 toneladas de TNT. El ahora visto en Júpiter puede que no tuviera un tamaño superior, pero la mayor velocidad imprimida por la gravedad joviana hizo que generara muchísima más energía.
Jupiter Got Whacked by Yet Another Asteroid/Comet!
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