Es el siguiente gran paso, ya no suponer, por sus órbitas y masas cual pueden ser sus condiciones ambientales, sino ser capaces de "oler" sus atmósferas, saber su composición y desvelar, de haberlos, señales químicas que pudieran indicar algún tipo de actividad biológica. El final de un largo camino que comenzó a principios de los años 90 con el hallazgo del primer planeta en otra estrella, y que ahora se encuentra en la antesala de ese momento transcendental. Es un futuro esperemos que cercano, que pertenece a una nueva generación de observatorios terrestres y espaciales que ya están tomando forma. Pero la "vieja generación", con el Hubble a la cabeza, no quiere despedirse sin pisar, aunque sea levemente, este nuevo y maravilloso campo astronómico.
Usando la información captada por la Wide Field Camera 3 (WFC3) del telescopio Hubble, los científicos pudieron analizar la atmósfera de 55 Cancri e, un exoplaneta perteneciente a la llamada clase de las "supertierras", menores que los gigantes gaseosos, pero bastante más masivos que nuestro planeta, y que se consideran el tipo más común de nuestra galaxia. Una nueva técnica de procesamiento de datos hizo posible el hallazgo, que es la primera detección y análisis de una atmósfera de un mundo de este tipo."Este es un resultado muy emocionante porque es la primera vez que hemos sido capaces de encontrar las huellas espectrales que muestran los gases en la atmósfera de una supertierra" explica Angelos Tsiaras, estudiante de doctorado en el UCL que desarrolló el técnica de análisis, junto con sus colegas Ingo Waldmann y Marco Rocchetto. "Las observaciones indican que la atmósfera del exoplaneta logró tomar una cantidad significativa de hidrógeno y helio de la nebulosa de la que se formó".
No son datos inesperados, más bien cumple lo esperado. Aunque se guarda alguna sorpresa, ya que hay indicios de la presencia de cianuro de hidrógeno, un marcador de atmósferas ricas en carbono."Esta cantidad de cianuro de hidrógeno indicaría un ratio muy alto de carbono respecto al oxígeno", explica Olivia Venot de Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), que ha desarrollado un modelo de química atmosférica para 55 Cancri e. Especialmente interesante resulta tan alta concentración. A esta supertierra se la llama en ocasiones el planeta diamante, porque los modelos que consideraban su masa y radio apoyaban la idea de que su interior es muy rico en carbono. Si estos resultados se confirman, dicha denominación podría ser más válida de lo que podamos imaginar.
"Si la presencia de cianuro de hidrógeno y otras moléculas se confirma dentro de pocos años con la próxima generación de telescopios infrarrojos, se apoyaría la teoría de que este planeta realmente es rico en carbono y un lugar muy exótico", concluye Jonathan Tennyson de la UCL,"a pesar de que el cianuro de hidrógeno o ácido prúsico es muy venenoso, por lo que tal vez no es un planeta en el que me gustaría vivir".
No es, efectivamente, un lugar prometedor para la vida, ya que con una órbita alrededor de su Sol de solo 18 días sufre temperaturas de hasta 2000 Cº, al menos en su eterno hemisferio diurno, ya que al estar tan cerca es muy posible que su rotación esté atrapada por las mareas gravitatorias. Aunque es precisamente su altísima temperatura lo que ayudó a los astrónomos a la hora de sacar información de su espectro de luz. Pero el valor de esta detección está en la detección por si misma, el hecho de haber sido capaces de hacerlo y con los medios actuales, no con aquellos que están por venir.
Y el futuro, liderados por colosos como el James Webb o el European Extremely Large Telescope (E-ELT), capaces ya no de adentrarse en la naturaleza de estas supertierras, sino avanzar hacia mundo aún más parecidos al nuestro, se presenta brillante, y los descubrimientos potencialmente infinitos y transcendentales. Las puertas abiertas por sus predecesoras, en este caso de diamante, les marcan el camino.
El Hubble, representante de una vieja generación que aún tiene muchas cosas que decirnos.
James Webb y European Extremely Large Telescope (E-ELT), el futuro que ya llama a la puerta.
Primera detección de la inhóspita atmósfera de una supertierra
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