Contaban los mitos griegos que la bella Perséfone, hija de Deméter, la diosa de la agricultura, de los cereales, de la naturaleza en general, fue raptada por Hades, tan deseoso como estaba de convertirla en su esposa. Desolada por lo ocurrido su madre cayó en una profunda depresión que la hizo abandonar todas sus obligaciones con la tierra, que empezó a morir lentamente, suspendida en un continuo Invierno que llevó el hambre y la muerte a los seres humanos.
Viendo el cataclismo que se estaba produciendo Zeus ordenó a Hades que liberara inmediatamente a Perséfone, pero este, no queriendo aceptar separarse de su amada, la hizo comer una granada del Inframundo, lo que la ataba al reino subterrano para toda la eternidad. Finalmente Zeus llegó a un compromiso: Perséfone pasaría medio año con su madre, y otro medio año con su marido, Hades. La alegría del rencuentro con su hija hizo que la tierra volviera a florecer y que los campos volvieran a dar su fruto, aunque cuando tenían que separarse Deméter se llenaba nuevamente de tristeza, y con ello llegaba de nuevo el Invierno.
Así explicaban los habitantes de la Hélade las estaciones, una muestra de como los mitos permitían a las gentes de la antigüedad dar un significado a un fenómeno climático que no podían explicar de ninguna otra forma. Los dioses y los mitos ofrecían la ilusión de comprender las fuerzas de la naturaleza, y al humanizarlas en forma de divinidades igualmente humanas, de que era posible interactuar con ellas y controlarlas, algo tranquilizador especialmente cuando se navegaba en mares tan oscuros como aparentemente infinitos.
Hoy día, aunque siguen presenten en nuestras vidas como legado cultural de la civilización helénica, han perdido su función explicativa. El avance del conocimiento racional permitió descubrir los mecanismos que daban forma al ciclo anual del clima, y tomando el lugar de los antiguos dioses observamos el mundo desde las alturas. En cierta forma nos convertimos en aquellos que un día fueron adorados por nuestros antepasados, aunque ahora son dioses metálicos los que observan el mundo desde más allá de las nubes.
Una de ellos es Elektro-L 1, que forma parte de una serie de satélites meteorológicos de la Agencia Espacial Federal Rusa, capaz de observar La Tierra en luz visible (1 kilómetro de resolución) e infrarrojo (4 kilómetros de resolución). Gracias a su colocación en órbita geostacionara puede observar de forma permanente la misma zona del planeta, un mismo hemisferio, lo que permite a los meteorólogos seguir con facilidad la evolución de los distintos fenómenos atmosféricos a lo largo del tiempo (anticilones, borrascas, tormentas, circulación de los vientos). Pero también para ofrecernos una maravillosa visión del viaje de Perséfone.
La secuencia abarca la llegada de Solsticio de invierno en el hemisferio Norte (y de Verano en el Sur), es tiempo de poca luz, con las zonas dentro del círculo polar completamente a oscuras las 24 horas. Deméter está triste. Por el contrario, en el Hemisferio Sur, es tiempo de luz y calor, con días perpetuos en la Antártida. Deméter está feliz. Aunque evidentemente los antiguos griegos no podían saber de la existencia de "otro hemisferio", donde al mismo tiempo que ellos afrontaban la tristeza de la diosa, se vivía ahí bajo la luz de su alegría. Entre ambos el eterno viaje, Otoño y Primavera, tiempo de llegada y de partida.
La historia de Perséfone es uno de esos ahora mitos maravillosos que han sobrevivido al paso del tiempo y al final de la religión que un día las engendró no como cuentos imaginarios sino como una realidad en la que muchos creían con fervor. Hoy día forman parte de nuestra cultura y son aún fuente de inspiración. Y viendo estas imágenes casi parece que en cualquier momento las puertas del Hades pueden abrirse, para que la hija de Deméter se reúna con su madre...o su marido, según el Hemisferio.
Hades y Perséfone, una historia de luz y oscuridad, tristeza y alegría, de como el mundo se sumergía en el frío y las tinieblas para salir de nuevo a la luz del Sol, repitiendo en ciclo eternamente.
El solsticio, visto desde Elektro-L
Elektro-L 1, primer satélite meteorológico geoestacionario Ruso
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