El primer vuelo del SLS llevará a bordo 13 CubeSats para su despliegue en el espacio profundo.
Nació entre dudas que nunca se han disipado del todo, rodado de "peros" que cuestionan tanto sus características, coste y posible ritmo de lanzamiento, como la necesidad misma de su construcción, especialmente teniendo en cuenta que compañías como Space X están también desarrollando lanzaderas pesadas y que el sector privado como puerta al espacio para los EEUU parece ser una de las piedras angulares de la actual administración. Y es que, al igual que el nave tripulada Orión, es una apuesta del Congreso, no de la Casa Blanca, nacido del enfrentamiento político como de la "humillación" que para muchos congresistas representa que su país, la primera potencia espacial, sea incapaz de lanzar vuelos tripulados por si misma desde la retirada de los Space Shuttle, y dependa de Rusia, con la cual las relaciones no pasan su mejor momento. Por no hablar de ver como los chinos también les adelantan en este aspecto.
Muchos interrogantes que habrían hecho que su cancelación, como ocurrió con el proyecto Constelación, no fuera una sorpresa. Pero lejos de ocurrir, el proyecto sigue adelante y superando etapas. Y en parte eso si que es una sorpresa.
2018 está marcado en el calendario de la NASA como el momento en que el primer SLS alzará el vuelo en lo que se conoce como Exploration Mission-1 (EM-1), y que servirá tanto como demostración de la capacidad del nuevo coloso (mayor que el Saturno V de las misiones Apolo) como para enviar una nave Orión no tripulada a un viaje más allá de la órbita lunar, el primer paso para el retorno de los vuelos tripulados a nuestro satélite, y preparando el camino para futuros vuelos al espacio profundo, con Marte como meta.
Pero Orión no viajará sola. Cada vuelo del SLS es costoso, y el espacio entre un lanzamiento y otro será notablemente extenso (2 de las críticas al proyecto), por lo que se quiere que cada vuelo se aproveche al máximo, trasportando la mayor carga posible. EM-1 no será una excepción, y hasta 13 pequeños vehículos espaciales, popularmente conocidos como CubeSats, viajarán también en el. Es lo que se conoce como carga secundaria, y de desplegarán una vez la principal (evidentemente la Orión) lo haya hecho y se encuentre a una distancia segura. Una auténtica flota de pequeñas exploradoras, con la mirada puesta en La Luna y más allá. Veamos algunas de estas 13 magníficas del espacio:
Skyfire: Realizará un sobrevuelo de la Luna, tomando imágenes de la superficie y su entorno, con el objetivo de añadir datos al proyecto Strategic Knowledge Gaps (SKGs)
de la NASA, que busca reducir el riesgo, aumentar la eficacia y mejorar el diseño de las misiones de exploración espacial robótica y humana. Después de dejarla atrás llevará a cabo demostraciones adicionales de la tecnología de los CubeSat adicional, incluyendo maniobras y operaciones pensando en futuros vuelos lunares e incluso en viajes al planeta rojo y sus lunas.
Lunar IceCube: Otro explorador hacia La Luna, donde se situará en una órbita baja, apenas a 100 Kilómetros de altura. Durante 6 meses explorará la superficie en busca de depósitos de agua helada y elementos volátiles, mapeando su distribución a lo largo del día lunar, así como en distintas latitudes y tipos de terreno. Como Skyfire, también servirá como plataforma de prueba tecnológica para futuras misiones interplanetarias.
Lunar Flashlight: Un nuevo CubeSat que se dirigirá hacia La Luna, en este caso para alcanzar una órbita polar. Su objetivo serán los posibles depósitos de hielo de agua accesibles para futuros establecimientos lunares que puedan esconderse en las sombras de los cráteres polares, y que buscará con su sistema de láser infrarrojos. Como sus compañeros de viaje, también será una plataforma de prueba tecnológica, y en su caso una demostración de que esta tipo de búsquedas se puede hacer a costes mucho más reducidos.
LunaH-Map: El 4º CubeSat lunar donde completará 141 órbitas para un total de 60 días terrestres de misión. Al igual que Lunar Flaslight, tendrá los posibles depósitos de agua helada del polo sur su objetivo, en su caso levantando mapas de la presencia de Hidrógeno, un indicio claro de la existencia de agua, y con ello extrapolar un modelo que permita definir su extensión y profundidad.
NEA Scout: Una misión de reconocimiento robótico, provisto de una vela solar, y que tendrá como objetivo explorar un asteroide perteneciente a la familia de los NEAs, aquellos cuyas órbitas les llevan tarde o temprano peligrosamente cerca de nuestro planeta. Aunque puede cambiar de aqué a 2018, su objetivo actual es 1991 VG, del que se espera que NEA Scout obtenga imágenes en alta resolución, de hasta 10 cm/Pixel, ofreciendo datos sobre su forma, rotación, composición de la superficie y otros aspectos de este pequeño viajero.
CuSP: Se situará en órbita solar, actuando como una auténtica estación meteorológica espacial, estudiando el viento solar, así como la forma en que este interactúa con el campo magnético terrestre y los efectos que esto provoca en nuestro mundo, así como en nuestra red de satélites de comunicación. También servirá como centinela, capaz de detectar la llegada de una CME horas antes de que alcance la Tierra.
BioSentinel: ¿Como afecta una estancia de larga duración a la materia viva? Es clave conocerlo para desarrollar la tecnología de protección necesaria, especialmente si queremos algún día dar el salto a Marte. Este CubeSat llevará en su interior células de levadura, y después de sobrevolar La Luna, se dirigirá a una órbita solar, estudiando su metabolismo y cambios. A lo largo de sus 2 años de actividad, irá exponiendo diversas muestras al ambiente interplanetario, incluida una reservada para cuando se cruce con una tormenta solar. Completados todos los experimentos, la carga científica será enviada de vuelta a la Tierra para su estudio.
Son estos solo algunos de los 13 CubeSats, en realidad, por tener su destino más allá de la órbita terrestre, minisondas espaciales, que llevará SLS en su primer viaje. El resto aún deben ser asignados entre todas las propuestas recibidas, aunque poco podemos dudar de que serán igualmente apasionantes.
Todo ejemplo del que podría ser el futuro de la exploración interplanetaria, protagonizada no tanto por grandes sondas individuales, sino por una gran flota de pequeños exploradoras, mucho más baratas de construir, por eso mismo facilmente sustituibles si algo va mal, que se podrían lanzarse en grandes grupos y capaces, entre todas, de cubrir una parte importante de los objetivos científicos en otros mundos. Un camino alternativo que permitiría cubrirlos sin depender tanto de grandes y costosas sondas, tan dificil de hacer realidad (y más en tiempos económicamente inciertos) y tan desastrosos para la agencia responsable si algo falla en ellas. No para sustituirlas, ya que ciertas cosas solo pueden hacerlo grandes vehículos, pero si complementar su trabajo y extender nuestros horizontes mucho más de lo que podemos hacer actualmente.
SkyFire, preparando el camino para futuras misiones en superficie lunar y viajes al planeta rojo.
NEA Scout, con su vela solar desplegada, explorando el asteroide 1991 VG
Lunar IceCube, explorando la superficie lunar en búsqueda de recursos en forma de agua helada y otros elementos volátiles.
Lunar Flashlight, explorando el interior del reino de las sombras de los cráteres polares con un láser infrarrojo en búsqueda de depósitos potencialmente explotables.
LunaH-Map, rastrando la presencia de Hidrógeno en la Luna, y con el la existencia de grandes depósitos de agua helada.
CuSP, explorando el viento solar y como interacciona con la Tierra.
BioSentinel, afrontado un viaje de varios años más allá de la Luna para estudiar el efecto del ambiente espacial en la material viva.
NASA Space Launch System’s First Flight to Send Small Sci-Tech Satellites Into Space
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