Las profundidades del espacio son también las profundidades del tiempo. La finita velocidad de la luz y la misma inmensidad inconmensurable del Universo se combinan para hacer que veamos todo lo que nos rodea en diferido. En el caso de la Luna la vemos como era segundo antes, 8 minutos en el caso del Sol, horas para los planetas gigantes, años para las estrellas más cercanas, siglos, milenios y cientos de miles de años para el resto de habitantes de nuestra galaxia. Y más allá de las fronteras de la Vía Láctea, la diferencia de mide ya en millones de años, hasta ver el Cosmos antes de la Humanidad, antes de la vida, antes de propia Tierra y el Sistema Solar..
SN 2015F, detectada en la galaxia NGC 2442 el año pasado (como indica su denominación) por el astrónomo Berto Monard, se encuentra a 80 millones de años-luz de La Tierra. Cuando la estrella responsable estalló, los dinosaurios aún caminaban sobre nuestro planeta, y seguirían haciéndolo 15 millones de años más. Clasificada como una Supernova de tipo Ia (Una Enana Blanca que gana masa, absorbida de una compañera cercana, hasta reiniciar reacciones de fusión nuclear de forma descontrolada y catastrófica, o alternativamente, dos Enanas Blancas que confluyen una contra la otra) su luz viajó durante estos 80 millones de años, expandiéndose como una esfera, hasta que finalmente nos alcanzó el año pasado.
Gracias a su temprana localización y su excepcional brillo, suficiente para ser visible incluso a través de un pequeño telescopio, pudimos seguir evolución, como intensificaba su brillo hasta rivalizar con algunas de las estrellas situadas en primer término, y que pertenecen a nuestro propia galaxia, y posteriormente como se fue desvaneciendo lentamente. Actualmente el resplandor de lo que queda de SN 2015F es ya demasiado tenue para ser visible fácilmente. Solo los mayores telescopios pueden aún captar el brillo de semejante cataclismo estelar.
Un fenómeno de poder inconmensurable, y de notable interés para los astrónomos, ya que el resplandor intrínseco de las supernovas Ia se puede calibrar, por lo que su brillo aparente representa una buena medida de su distancia. Y con ello de su galaxia, y por extensión del propio Universo. Tan inmenso que no podemos verlo que es, sino que era. Tal es la distancia, tal es el tiempo que tarda la información en llegarnos. Hasta el punto de ser ahora testigos de un cataclismo que ocurrió cuando la Humanidad no era ni tan siquiera una posibilidad, y nuestro mundo era un lugar muy diferente al que es hoy día.
El mecanismo detrás de una supernova Ia, aunque recientemente se teoriza que puedan también ser el resultado de la confluencia violenta de dos Enanas Blancas.
Mirar hacia las profundidades del espacio, es hacerlo también en el tiempo.
The Rise and Fall of Supernova 2015F
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