Las señales de radio y televisión, una señal interestelar de nuestra existencia.
Un espacio inmenso a nuestros ojos, pero un punto insignificante en la intensidad. Así es la "burbuja de la Humanidad", la región del Cosmos donde los actos de nuestra civilización han dejado su huella. Una extremadamente pequeña, prácticamente indetectable, pero que marca la frontera, en el espacio y en el tiempo, entre el sonido y el silencio, entre el momento en que empezamos a hablar a las estrellas y aquel en que nuestra existencia era completamente invisible. Desde el punto de vista del Universo cuando realmente empezamos a existir.
Desde los tiempos de Guglielmo Marconi y la aparición y polarización de la radiotransmisión a larga distancia estamos emitiendo de forma cada vez más intensa, aunque sin ser conscientes de ello, hacia el espacio profundo y que se extienden a la velocidad de la luz desde hace 100 años, abarcando ya un diámetro de 200 años-luz. Cifras que, desde nuestro punto de vista, el de una civilización cuyo representante más lejano, la Voyager 1, se encuentra a menos de un día-luz de distancia, resultan mareantes, pero que no dejan de ser poco menos de un punto en la escala no ya del Universo sino incluso de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea.
Y la imagen superior explica de forma clara todo esto. Una representación de la Vía Láctea tal y como se imagina actualmente a partir de los datos disponibles, y en un lado, apenas como un punto azul que necesita un zoom para poder apreciarse, la zona que abarca las emisiones terrestres. Realmente pocas, muy pocas de los hipotéticas civilizaciones que existieran actualmente en nuestra galaxia podrían saber que estamos ahí.
Evidentemente las señales, incluso las de televisión, se van debilitando a medida que se alejan y expanden hacia las estrellas, por lo que a 100 años-luz de La Tierra posiblemente son ya casi indistinguibles del propio ruido de fondo, difíciles de ser escuchadas, y mucho menos descifradas. A menos, quizás, para una civilización tan y tan avanzada que su tecnología nos pueda parecer pura magia, incomprensible para nosotros. Pero quién sabe.
Independientemente de esto y la posibilidad, real o no, de que alguien pueda escuchar realmente nuestras emisiones de radio y televisión, lo cierto es que el simple hecho de que ocurra, de saber que algo que hemos enviado desde la Tierra avanza entre las estrellas no deja de ser simbólico. Es un eco, un débil ruido apenas perceptible, la señal de nuestro nacimiento como civilización tecnológica. Quizás, si hay alguien más ahí fuera, la más joven de todas las que pueblan la Vía Láctea.
Televisión a la carta...estelar. Desde pocos años antes de la Segunda Guerra mundial y de forma exponencial durante y después de ella la televisión empezó sus emisiones a gran escala, y con ellas su camino hacia las estrellas. Aunque no deja de ser curioso imaginar a aliens viendo la televisión (como los de Futurama) la rápida expansión debilita la señal y difícilmente nadie podría ver la programación terrestre incluso encontrándose en la vecindad de nuestro Sistema Solar. Lo que posiblemente es un suerte, todo sea dicho de paso.
"¿Este es el final de Lost? Esos malditos terrestres me la han vuelto a meter doblada!!!"
This is how far human radio broadcasts have reached into the galaxy
The Tiny Humanity Bubble
1 comentario:
Alucinante entrada, me hizo recordar la paradoja de Fermi, visto desde ese modo es fácil pensar que la humanidad podría acabar sus días sin detectar a nadie ni ser detectada...
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