miércoles, julio 22, 2020

El cazador del Sol

La Solar Orbiter envía sus primeros datos.

Otras sondas se han aproximado más al océano de luz de nuestra estrella, pero ninguna de ellas con la capacidad de mirar directamente a su cegador disco desde menos de 80 millones de kilómetros de distancia y revelar sus detalles más íntimos. Esta capacidad, más el arsenal de instrumentos de los que esta dotado, y que abarcan todos los campos imaginables, desde diferentes partes del espectro luminoso hasta los campos magnéticos, las ondas de radio, el viento solar y el plasma, promete hacer de esa misión conjunta NASA-ESA una de las más exitosas jamás creadas para adentrarnos en los enigmas del Sol.

Lanzada en Febrero de este año, a mediados de Junio tuvo lugar su primera aproximación a nuestra estrella, pasando a 77 millones de kilómetros de distancia (como referencia la distancia media entre el Sol y la Tierra es de unos 150 millones de kilómetros) y poniendo a prueba la totalidad de sus 10 instrumentos, 6 de los cuales destinados a la toma de imágenes. Fue una puesta a punto más que una exploración en serio, y por ello no se esperaban descubrimientos, pero la cámara de Ultravioleta Extremo reveló detalles nunca vistos de las llamadas "fogatas" (campfires), versiones en miniatura de las grandes erupciones que dicha cámara pudo ver prácticamente en todas partes.

Todavía no está claro qué son si se corresponden con los brillos solares observados por otras sondas, pero podrían ser las tan buscadas "nanollamaradas", miniexplosiones teorizadas desde hace tiempo y que podrían estar detrás de las altas temperaturas de la atmósfera exterior del Sol, o Corona, que llega a temperaturas 300 veces superior a los de la fotosfera, la superficie visible. Nuevos sobrevuelos de la Solar Orbiter deberán confirmarlo.

Fue el resultado más destacable, aunque no el último. Imágenes de la luz zodiacal, registro del campo magnético o medición de los iones pesados que forman el viento solar son otros de los logros en esta primer sobrevuelo del Sol. Todo un buen augurio de cara al futuro de esta misión histórica.

Las fogatas o campfires, pequeñas detonaciones millones de veces más débiles que las grandes erupciones, pero que la Solar Orbiter pudo ver en todas partes.

La luz zodiacal, reflejo de la solar en el polvo interplanetario, visto por el instrumento SoloHI (Solar and Heliospheric Imager). La estrella brillante de la izquierda es el planeta Mercurio, y la columna de la derecha el reflejo en los paneles solares de la propia sonda.

El resto magnético del Sol a través del instrumento PHI (Polarimetric and Helioseismic Imager).

La Corona, la atmósfera más exterior del Sol.

La primera "cacería de datos" de la Solar Orbiter.

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