Descubriendo una luna en un asteroide que nos visitó recientemente
El mundo de los habitantes más pequeños del Sistema Solar es tan inmenso como variado, lejos de esa idea, ya desterrada, de que son simples "rocas" espaciales. Bien al contrario, existen de todo tipo, tamaño, forma y composición, muchos viviendo en solitario, otros formando sólidas parejas que comparten su existencia quizás desde los albores mismos de nuestro sistema planetario. Y es uno de estos últimos los que nos visitó por sorpresa hace unos días.
El asteroide 2020 BX12 fue descubierto por el sistema de observación ATLAS, en Mauna Loa, Hawaii, apenas unos días antes de que realizara su máxima aproximación a la Tierra, que ocurrió a principios de Febrero, cuando se situó a unos 4 millones de Kilómetros de nuestro planeta, una distancia aparentemente enorme, pero que a escala planetaria es muy poco, y con potencial para aproximarse mucho más en el futuro. En todo caso no existía peligro alguno en esta ocasión, y su visita fue por encima de todo una oportunidad de estudiarlo mediante radar, una técnica que para cuerpos tan pequeños da mejores resultados que las observaciones ópticas.
El radiotelescopio de Arecibo fue el encargado de escanearlo, proyectando hacia el visitante ondas de radio y captando el eco resultante, lo que permitió revelar algunas de sus características, como la forma, el tamaño, periodo de rotación o características superficiales. Sin embargo había algo más, una sorpresa inesperada, y es que 2020 BX12 no venía solo. Se descubría así que era un asteroide binario, con un cuerpo mayor, de unos 165 metros, descubierto en primer lugar, y un acompañante o satélite más esquivo, de unos 70 metros, y con un periodo orbital que hace pensar que existe un anclaje de marea, tardando este último lo mismo en completar una vuelta alrededor de su compañero que este en rotar sobre si mismo. Un escenario parecido al de la Tierra y La Luna.
Un descubrimiento sin duda curioso, que nos recuerda lo sorprendentes que pueden ser estos pequeños cuerpos celestes, que tanto deseamos conocer de cerca y al mismo tiempo tememos que se acerquen demasiado a nosotros.
El aparentemente esférico 2020 BX12 y su acompañante, que podríamos considerar una luna. El mayor brillo de este último es resultado de su velocidad y rotación, que le hace reflejar las ondas de radio de forma más intensa.
La órbita de esta pareja de visitantes.
El asteroide Ida y su pequeña luna Dactyl, visto por la sonda Galileo en 1993, y que fue el primer ejemplo conocido de asteroides con lunas.
Discovery Announcement of Binary System 2020 BX12
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