Regresaremos. Cuando Cassini llegó al final de su vida, desintegrándose en la atmósfera de Saturno, dejó una sensación de vacío, de faltarnos algo. Tanto el planeta como, especialmente, sus lunas, eran tan y tan interesantes que no había para menos. Al igual que surgió la inevitable pregunta: Volveríamos alguna vez? Y afortunadamente la respuesta ya está aquí y es afirmativa. Desgraciadamente deberemos esperar bastantes años, largos periodos de tiempo que son y seguirán siendo, mientras que aparezcan métodos de impulsión más eficientes, el gran "pero" de la exploración a los mundos exteriores, pero al menos tenemos una fecha: 2034.
Ese año llegará, después de 8 años de viaje, DragonFly, un vehículo aéreo que aterrizará en Titán y, por primera vez, seremos testigos de una sonda que, literalmente, volar por los cielos de otro mundo. El futuro Mars 2020 llevará un pequeño helicóptero, pero no estará equipado con instrumentos científicos, solo cámaras, mientras que esta futura misión a esta luna estará plenamente equipada en este aspecto. Además, mientras que la primera es un pequeño, aunque emocionante complemento, esta última será la sonda propiamente dicha, capaz de recorrer casi dos centenares de kilómetros. Es un explorador en el más amplio sentido de la palabra.
Los objetivos no pueden ser más ambiciosos, teniendo en cuenta que Titán se considera, desde un punto de vista biológico, un antecedente de la Tierra, y por tanto existen grandes esperanzas en lo que se pueda encontrar. En su misión de 2.7 años terrestres Dragonfly realizará decenas de vuelos, recorriendo unos 175 kilómetros, explorando diversos entornos, desde las dunas ecuatoriales hasta el interior del cráter Selk, donde el agua líquida y materiales orgánicos complejos, claves para la vida, alguna vez existieron juntos, posiblemente durante decenas de miles de años. Sus instrumentos estudiarán hasta dónde puede haber progresado la química prebiótica y buscarán evidencia química de vida pasada o actual.
Si alguien soñaba en visitar los grandes lagos y mares de Titán, de volar sobre sus costas y aterrizar en sus playas, deberá olvidarse de ello. No son ellos su objetivo. El equilibrio que siempre se busca en una misión a la superficie de otro mundo entre seguridad y valor científico, llevará a Dragonfly al ecuador, en la zona conocida como Shangri-La, una gran zona de dunas, parecidas a las terrestres, aunque en este caso compuestas de materia orgánica. Una vez ahí, explorará la región a base de pequeños saltos, volando unos 8 kilómetros cada vez, aterrizando, tomando muestras de material, y siguiendo su camino.
A pesar de que los más románticos nos gustaría que los mares de Titán hubieran sido el objetivo de esta misión, el mismo hecho de que regresemos resulta una noticia maravilla, y la idea de volar por sus cielos nubosos, saltando de un lugar a otro, buscando no solo conocer la naturaleza de esta luna, sino señales de una posible vida, increíblemente emocionante. Eso si, deberemos tener paciencia, mucha paciencia. Es la pequeña cruz de todo amante de la exploración interplanetaria.
La región seleccionada para el aterrizaje de Dragonfly.
La primera imagen de la superficie de Titán, lograda por la Hyugens. Aunque nos envió numerosas imágenes, la cámara era estática, por lo que todas mostraban el mismo escenario. Dragonfly deberá llevarnos mucho más allá.
NASA's Dragonfly Will Fly Around Titan Looking for Origins, Signs of Life
No hay comentarios:
Publicar un comentario