En La Tierra se las conoce técnicamente como "nubes mesosféricas polares", aunque su extraña apariencia, casi alienígena, y las especiales condiciones necesarias para que se hagan visibles, iluminadas por un Sol situado por debajo de ellas desde el punto de vista de los que las observan, hace que se las conozca también como noctilucentes, ya que parecen precisamente esto, brillante mantos de luz en la oscuridad del atardecer o bien antes de amanecer. Son uno de los enigmas meteorológicos de más reciente aparición. Son habitantes de las alturas, a 75 y 85 kilómetros por encima de nuestras cabezas, en la frontera misma del espacio, y aún estamos lejos de comprenderlas.
Curiosity, en Sol 2.410, hizo su pequeña aportación al enigma de estos brillantes fantasmas ofreciéndonos la visión de algo tan familiar como extraño, nubes noctilucentes, pero no terrestres, sino en otro mundo. Y es que Marte resulta un mundo tan atractivo no solo por su cercanía, sino por ser lo más parecido a la Tierra que conocemos, con todas las implicaciones que ello comporta. Allí donde miremos vemos cosas extrañas, pero al mismo con destellos familiares. Entre ellas estas nubes extraña, de agua helada, hielo seco o mezcla de las dos, y que habitan, como sus "hermanas" terrestres, en el limite mismo del cielo.
Ya los habíamos visto tiempo atrás, de la mano de varias de las sondas en órbita, pero nunca de forma tan espectacular como la que nos ofreció el gran rover de la mano de su cámara de navegación. Son fantasmas marcianos, los recuerdos de un tiempo más terrestre ya perdido, aunque no del todo. Imágenes como esta nos recuerdan que, pese a ser hoy día un lugar hostil a la vida, la llama de la maravilla aún no se ha extinguido del todo.
Nubes noctilucentes terrestres. El parecido es evidente y casi mágico.
Espectaculares nubes noctilucentes recorren el cielo de Marte
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