El telescopio espacial Chandra nos muestra la expansión de la supernova de Tycho.
En 1572 los cielos se iluminaron con la aparición de una nueva estrella, tan brillante que era visible incluso a pleno día, desafiando así el muro de luz solar y densa atmósfera que habitualmente hace que solo las podamos ver en la noche. Un fenómeno que causó asombro (y temor), además de desafiar abiertamente la concepción de que los cielos "eran inmutables" defendida por la Iglesia, que a su vez bebía de los postulados de Aristóteles, y que tuvo en el astrónomo Tycho Brahe a su más destacado cronista, publicando un extenso trabajo donde recopiló todas sus observaciones. No fue el único, pero si el más destacado.
Y por ello la famosa estrella que brillo durante 18 meses antes de extinguirse, y que ahora sabemos que se trataba de una Supernova de tipo Ia, de una enana blanca que literalmente saltó por los aires después de absorber materia de una compañera cercana hasta sobrepasar un límite crítico, desatando una reacción de fusión nuclear descontrolada y catastrófica, se la conoce actualmente como la "Supernova de Tycho".
Los restos de esta supernova son bien conocidos por los astrónomos, ya que desde hace décadas está bajo observación. Y con motivo, ya que estamos hablando de la oportunidad de presenciar la evolución de una detonación de esta clase ocurrida apenas 5 siglos atrás, un instante a escala cósmica. Tanto que la nebulosa resultante aún conserva su forma esférica, mientras sigue expandiéndose en todas direcciones, sacudida por las ondas de choque de la detonación inicial. Y a tal velocidad que varias décadas de toma de datos e imágenes por parte de diversos observatorios son suficientes para visualizar su rápida evolución.
El telescopio Chandra, que estudia el Universo en el espectro de los rayos X, es uno de ellos, ya que esta nebulosa brilla intensamente en esta frecuencia del espectro. Y sus observaciones, entre 2000 y 2015, combinados con los datos ofrecidos por otros observatorios, permiten generar una secuencia en movimiento que abarca dichos 15 años.
Una secuencia espectacular, al mismo tiempo que nos ofrece notable información sobre su naturaleza, evolución y punto de origen. Los investigadores midieron la velocidad de la onda expansiva en muchos puntos de la nebulosa, y aunque es aproximadamente circular, hay claras diferencias en la velocidad de la onda de choque en diferentes regiones, hasta el punto de ser en algunos puntos el doble que en otras (hasta un máximo 18 millones de Kilómetros/Hora), y que refleja las diferencias en la densidad del gas interestelar que la rodea, y que va frenando su avance. Esto hace que el "punto 0", el lugar donde se produjo la detonación, no se encuentre en el centro exacto, sino en la parte superior izquierda, con una desviación con respecto al centro teórico de alrededor de un 10%, aunque esto es un fenómeno reciente. Inicialmente, bajo el impulso de la explosión, la simetría era mucho más perfecta.
De ello se pueden extraer valiosas lecciones. Estas diferencias entre el centro de la explosión y el centro geométrico podrían existir en otros remanentes de supernovas tipo Ia, y es importante conocerlas en profundidad, ya que así se estrecha la región donde buscar las estrellas compañeras sobrevivientes. Localizarlas permitiría saber que la causa fue la clásica absorción de materia estelar por parte de una enana blanca, mientras comprobar con un algo grado de seguridad que esta no existe llevaría como respuesta al modelo alternativo, donde dos enanas blancas se fusionan haciendo que la masa crítica supere el limite, detonando sin dejar ninguna estrella detrás.
La supernova de Tycho detonó hace 5 siglos, haciendo temblar nuestro planeta. No literalmente, sino por lo que representó en una época donde, aunque tímidamente, se estaba empezando a desafiar las ideas vigentes, los dogmas que regían nuestra visión del Universo desde hacía tanto y tanto tiempo. En cierta forma, al verla actualmente, aún expandiéndose como si hubiera detonado ayer mismo (que a escala temporal cósmica es prácticamente cierto), vemos no solo el final de una estrella, sino el principio del nacimiento de una nueva era para un pequeño mundo azul.
La supernova de 1572 asombró y aterrorizó a muchos, en una época donde estos fenómenos, como era el caso de los cometas, se veían como señales de infortunio, al romper la supuesta inmutabilidad del firmamento. Tycho Brahe, lejos de estas reacciones, realizó una completa compaña de observación, dejándolas recopiladas para la posteridad. De ahí que hoy día reciba su nombre.
Chandra, otro veterano observatorio que, como el Hubble, sigue revolucionando el Cosmos.
Chandra Movie Captures Expanding Debris from a Stellar Explosion
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