Fue posiblemente una de las mayores gran sorpresa para los astrónomos que seguían expectantes las primeras incursiones de sondas interplanetarias en el hasta ese momento aún inexplorado sistema solar exterior, el reino de los gigantes gesosos y sus innumerables lunas. Y una de ellas mostraría que debíamos dejar de lado toda idea previa y acercarnos dispuestos a lo inesperado. Muchos esperaban una luna rocosa, llena de cráteres, carente de actividad digna de ese nombre, y aunque unos pocos habían advertido que la realidad podría ser completamente opuesta, afirmando que las fuerzas de marea de Júpiter y las cercanas Europa y Ganímedes podrían generar el calor suficiente para alimentar una actividad volcánica y geológica de alto nivel, capaz incluso de renovar la superficie y cubrir cualquier señal del tiempo.
Una idea vista como pura fantasía por la mayoría. Hasta que las cámaras de las Voyager 1 y 2 mostraron que esa fantasía era una realidad. Io era, efectivamente, un mundo sometido a una actividad volcánica frenética, la mayor jamás vista en un cuerpo planetario, La Tierra incluida, una auténtica isla de fuego en el frío más extremo. No sería la única sorpresa del sistema joviana, ya que Europa es y sigue siendo uno de los objetivos prioritarios en la búsqueda de vida fuera de nuestro planeta a pesar de que, como en el caso de Io, se esperaba que también ella fuera poco menos de una imagen de nuestra Luna. Por no hablar de Titán, Encelado, en Saturno o Tritón, en Neptuno. Toda una lección para muchos.
La actividad volcánica de Io es tan extrema que puede ser, y así lleva siendo desde hace 35 años, monitorizada desde La Tierra, a la que se le suma las observaciones de sondas interplanetarias como la Galileo, además de las Cassini y New Horizons en camino hacia sus respectivos objetivos. Sabemos gracias a ello que muchos de sus volcanes son persistentes, manteniendo niveles y estilos de actividad relativamente constantes durante años o incluso décadas, aunque pueden mostrar fluctuaciones significativas. Sin embargo, algunos son mucho menos regulares, permanece inactivos durante años antes, como ocurre con la mayoría de sus contrapartidas terrestres, antes de experimentar erupciones repentinas, donde el tremendo calor acumulado, junto con la poca gravedad de esta luna, se traduce en la aparición de auténticas cortinas de fuego magmático, que se extienden por amplias zonas de la superficie antes de que esos ataques de "furia" se apaguen tan rápidamente como empezaron.
Estallidos que son facilmente detectables desde La Tierra, a pesar de la distancia y de que hablamos de un mundo tan pequeño, lo que deja aún más clara su naturaleza volcánica, que deja pequeña a la que vemos en nuestro planeta.
En Agosto de 2013 diversos observatorios terrestres (Infrared Telescope Facility, Gemini-North y Keck II) registraron hasta 3 de estos espectaculares estallidos en el espectro infrarrojo, delatando enormes erupciones cuyo origen, en los 2 primeros casos, parecen estar ligadas con las zonas volcánicas Rarog Patera y Heno Pater, mientras que la 3ª y más potente (201308C) tuvo su origen en algún punto 350 Kilómetros al Oeste de Isum Patera. Se estima que se emitieron decenas de Kilómetros cúbicos de magma en poco tiempo. "Normalmente esperamos un gran estallido cada uno o dos años, y por lo general no son tan brillantes", explica Imke de Pater, profesor y catedrático de astronomía en la Universidad de California, Berkeley, y autor principal de uno de los dos estudios describiendo este acontecimiento. "Aquí tuvimos 3 estallidos extremadamente brillantes, que sugieren que si miramos con más frecuencia que podríamos ver muchos más en Io".
"Estos nuevos acontecimientos pertenecen a una clase relativamente raras de erupciones, debido a su tamaño y asombrosamente alta emisión térmica. La cantidad de energía que es emitida por estas erupciones implica fuentes de lava que brotan de fisuras en un volumen muy grande por segundo, con la formación de flujos de lava que se extenden rápidamente por la superficie de Io", explica Ashley Davies, vulcanólogo del Jet Propulsion Laboratory. Aunque sabemos que están presentes de forma constente, modificando la superficie de Io, solo se han observado 13 grandes erupciones entre 1978 y 2006, en buena medida porque solo un reducido grupo de astrónomos estan en disposición de escanear esta luna de forma regular. Estos 3 estallidos en tan poco espacio de tiempo, todos ellos entre los 10 más potentes detectados, y la mayor escalando hasta la 2ª posición, podrían ser un acontecimiento puntual, pero también indicar que este tipo de estallidos son más habituales de lo imaginado hasta ahora.
A lo largo del Sistema Solar encontramos elementos que nos recuerdan nuestro mundo. Los desiertos y hielos polares de Marte, el agua de Europa y Encelado, los mares de Titán, y los volcanes de Io. En cierta forma es como si fuéramos testigos de las piezas de un enorme puzzle planetario que terminó por ensamblarse por completo en un pequeño mundo azul pálido.
Observaciones del Telescopio Gemini North, que muestran la 3ª y mayor erupción, ocurrida a finale de Agosto. Los 2 puntos menos brillantes corresponden a los volcanes Loki Patera y Marduk.
Las erupciones visibles en diferentes longuitudes en espectros infrarrojos. Un segundo punto brillante es visible hacia el norte de las erupciones de Rarog y Heno en C y al oeste de la explosión en d. Este fue identificado como Loki Patera, un lago de lava que parecía ser particularmente activo al mismo tiempo.
Io, el reino volcánico del Sistema Solar, tan hostil como fascinante.
Aunque es un lugar poco recomendable para aterrizar, y menos llevar astronautas, lo cierto es que no podemos dejar de imaginar como sería poder observar de cerca el resplandor de los volcanes de Io.
Three Major Volcanic Eruptions Observed On Io in the Span of Two Weeks
A Hellacious Two Weeks on Jupiter's Moon Io
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