La observación del paso de los geisers de Encélado por delante de la brillante Epsilon Orionis trae nuevos enígmas para los astrónomos.
Los sobrevuelos cercanos llegaron ya a su conclusión, pero no por ello Cassini dejó de observarla. Estudios a distancia, pero no por ello con menor valor científico, como demuestran los últimos resultados presentados. No solo sigue ofreciendo información más que valiosa, sino que esta es capaz de hacer que los científicos de la misión se rasquen la cabeza con sorpresa, ya que incluso después de tantos años esta luna sigue mostrando comportamientos inesperados. Parece que estamos cerca de la respuesta, pero al mismo tiempo siempre muestra "algo más" que insiste en decirnos que cerca no es lo mismo que tenerla realmente. Así lo mostró nuevamente en la curiosa campaña "estelar" realizada el pasado 11 de Marzo.
Pero vamos al principio. Durante sus primeros años después de llegar a Saturno, en 2004, Cassini descubrió que Encélado arroja continuamente una amplia nube de gas y granos de hielo del tamaño de partículas de polvo, en lo que quizás era uno de los descubrimientos más trascendentales e impactantes de la última década. Una actividad relacionada con la presencia de océano de agua líquida salada bajo la superficie, y cuya existencia las decenas de sobrevuelos han terminado por confirmar. El resultado fueron imágenes increíbles, maravillosas, pero al mismo tiempo no tan reveladoras como puedan parecer. En realidad solo vemos un 10% de su totalidad.
¿Y el resto? Cassini ha demostrado que más del 90 por ciento del material expulsado es vapor de agua, que no es captado por las cámaras. Lo que si captamos es la luz solar reflejada por los granos de hielo que estos geisers de gas arrastran consigo, y que representan dicho 10%. Eso es lo que vemos realmente.
Es lógico que los astrónomos de la misión tengan desde hace tiempo un especial interés en desvelar la parte "gaseosa" de los geisers de Encélado, ya que al fin y al cabo es esta su auténtica naturaleza. Así el 11 de marzo de 2016, siguiendo una trayectoria diseñada al milímetro, Cassini fijó su mirada en Epsilon Orionis, o como se conoce más habitualmente Alnilam, la estrella central del Cinturón de Orión. A la hora señalada, Encelado y sus geisers se deslizaron delante de la estrella. El espectrómetro de imágenes ultravioleta (IVU) estaba esperando este momento, midiendo la presencia de vapor de agua a partir de como este atenuaba la luz ultravioleta de la estrella. Se esperaban unos resultados concretos, previsibles. Pero no fue así. Nuevamente esta pequeña luna les desafiaba.
Desde hace cierto tiempo se lleva observando que la actividad de esta luna es mayor cuando se encuentra es su punto más lejano de su órbita, al menos en la cantidad de partículas de hielo expulsadas. Dado que esta observación coincidió con uno de esos momentos, los científicos esperaban también un aumento equivalente en la presencia de vapor, que al fin y al cabo es el que impulsa al espacio a esos primeros. Pero no fue eso lo que se encontraron. En lugar del enorme aumento previsto, UVIS sólo captó uno relativamente pequeño, del 20 por ciento. Excepto en la pluma conocida como Bagdad I, que se mostró 4 más activa que en otros momento.¿Porque ese aumento general tan limitado? Y porque entre ese ambiente tan moderado, uno puntual tal notable?
No los sabemos, proporcionan valiosos límites sobre lo que podría estar sucediendo con la "fontanería subterránea" (grietas y fisuras a través del cual el agua del subsuelo marino potencialmente habitable de la luna hace su camino hasta el espacio), datos con los cuales se deberán construir nuevos modelos, tal como explica Candy Hansen, del equipo UVIS:"Ya que sólo podemos ver lo que está pasando por encima de la superficie, al final del día, le toca a los creadores de modelos teóricos tomar estos datos y averiguar lo que está pasando bajo ella". En ese esfuerzo todo sirve, hasta lo que pueda ofrecernos la luz de una gigante azul situada a 1340 años-luz de distancia. Y como vemos, hasta de esta forma las sorpresas siguen apareciendo.
La actividad de los geisers de Encélado cambia según el punto de su elíptica órbita se encuentre en cada momento, con su máximo situado cuando alcanza el punto más lejano. Así lo delatan las partículas de hielo expulsadas. Pero la cantidad de vapor de agua no sigue el mismo camino, al menos no de forma tan extrema.
"Baghdad Sulcus", una de las zonas donde emergen las cortinas de gas y polvo, aunque solo esto primero es visible y solo con la iluminación adecuada. Lo que ocurre por debajo, entre la superficie y el océano subterráneo sigue siendo un desafío.
Alnilam, la estrella central de la constelación de Orión, utilizada por Cassini en esta curiosa observación de Encélado.
Enceladus Jets: Surprises in Starlight
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