Es la primera vez que se adentra en el Sistema Solar interior. Y seguramente también la última. El 15 de Noviembre alcanzó su mínima distancia al Sol, y desde entonces, catapultado por este encuentro, se aleja de a 166.000 kilómetros por hora, casi tres veces más rápido que la New Horizons. Rápido, muy rápido, tanto que posiblemente se encuentra en una trayectoria de escape para no volver jamás. Es lo que se llama un cometa con una órbita abierta o hiperbólica, lo que significa que ya nada lo liga a nuestra estrella. Un recordatorio de que existe un flujo contante de nuevos cometas que entran en nuestro pequeño reino solar, algunos destinados a terminar, después de algún encuentro cercano con Júpiter, en órbitas de corto periodo, tomando el lugar de aquellos que ya han agotado su "combustible". Para otros significa iniciar un viaje sin retorno hacia las estrellas.
Este es el caso de Catalina, que después de haber hecho acto de presencia en los cielos australes, ahora, una vez cruzado el plano de la elíptica, por donde se desplazan los planetas, y encontrase por tanto por encima de ellos (o de sus hemisferios septentrionales, siendo más precisos), es tiempo para que los habitantes del hemisferio Norte disfrutemos de su presencia, ya que es ahora, en su camino de salida hacia el océano interestelar, cuando estos podrán verlo en todo su esplendor. No resulta espectacular, pero armados al menos con unos prismáticos y con la paciencia de esperar hasta poco antes de amanecer, es ya posible verlo con claridad, al menos su Coma. Para los que dispongan de telescopios potentes, espera la visión de un viajero cuyas dos colas (la de polvo y la de gas ionizado) se extienden en direcciones casi opuestas. Una buena oportunidad para aprender sobre este aspecto de los cometas, poco conocida para los no iniciados en el mundos de la astronomía.
La Luna planteará todo un un reto para los observadores del cielo, aunque a medida que avancen los días y este "desaparezca" al entrar en Fase Nueva. Pero solo hay que tomar como referencia la Osa Mayor (Ursa Major), a la que Catalina se irá aproximando lentamente a Benetnasch, la 3ª más brillante de la constelación y la que se marca la "cabeza" de la osa. O el extremo del Carro, si se prefiere esta definición. Arcturus, la segunda estrella más brillante del cielo y relativamente fáciles de identificar, sirve también como punto de referencia, ya que actualmente Catalina se puede observar cerca de ella. Ella y Benetnasch son el perfecto marco entre las cuales uno puede buscar y observar a este cometa.
Es el saludo de un recién llegado. Y la despedida de un viajero que nunca regresará, destinado a un viaje eterno en el oscuro océano estelar. Tenedlo siempre en cuenta si en algún momento le dedicáis algo de vuestro tiempo.
Catalina al lado de Arcturus. Los próximos días se irá desplazando hacia la Osa Mayor. Se observa claramente sus dos colas, la de gas ionizado, que se ve directamente afectada por el viento solar, que arrastra el campo magnético del Sol, y la de polvo, más relacionada con el desplazamiento de propio cometa.
Catalina en todo su esplendor, brillando por primera vez a la luz de nuestro Sol. Y por última vez.
La trayectoria del cometa, ahora ya por encima del plano de la Elíptica. Eso implica una mejor visión desde el Hemisferio Norte.
Trayectoria de Catalina en el cielo Nocturno. La primera y última vez de verlo antes de que se despida para siempre de nosotros.
How to Catch a Glimpse of a New Year’s Comet
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