Es la gran apuesta por parte de la NASA en el campo de la astrofísica, un telescopio orbital de enormes proporciones cuya colosal capacidad de observación en el espectro infrarrojo deberá permitirle cubrir innumerables campos, desde las primeras galaxias del universo y seguir su evolución a través del tiempo cósmico, hasta presenciar el nacimiento de nuevas estrellas y sus sistemas solares y estudiar planetas en nuestro Sistema Solar y otras estrellas. Se le considera el sucesor del Hubble (aunque cubren diferentes frecuencias y convivirán durante un tiempo), y por ello su construcción, ya muy avanzada, sigue adelante a pesar de las tensiones que los sobrecostes sufridos han generado en el presupuesto general de la agencia. Y, en parte, porque es un proyecto internacional, en que tanto la ESA como la Agencia Espacial Canadiense también están contribuyendo de forma decisiva.
Especialmente en el caso de la Agencia Europea, que no solo contribuye con dos de los cuatro instrumentos científicos de última generación de los que está dotado el James Webb para realizar observaciones infrarrojas del universo, sino que también con el cohete lanzadera que se encargará de ponerlo en órbita en 2018, el Ariane 5. Pero es en realidad Arianespace SA, un consorcio internacional que incluye más de 30 empresas aeronáuticas de 10 países diferentes, quién gestiona la producción, operación y mercadotecnia de estas lanzaderas, por lo que era necesario el acuerdo entre ambas. Evidentemente no deja de ser un puro formulismo, pero tiene un profundo significado, ya que nos muestra hasta que punto estamos ya cerca el momento del lanzamiento.
Con un telescopio de 6,5 metros de diámetro y una masa de 6,6 toneladas, el observatorio se lanzará plegado en el interior del carenado de Ariane 5, y empezará a desplegarse poco después del lanzamiento, una vez ya en camino a su posición operativa, a 1,5 millones de km de la Tierra en dirección opuesta al Sol, el punto de Lagrange 2. El contrato incluye un carenado más limpio y un servicio de integración con el fin de evitar la contaminación de las ópticas sensibles del telescopio."Gracias a la puesta en marcha este contrato operativo con nuestros socios tradicionales, estamos más cerca que nunca de ver cumplidos los objetivos científicos de este observatorio espacial de nueva generación".
"Este acuerdo es un punto de referencia muy importante", declaró Eric Smith, director del programa JWST (James Webb Space Telescope) de la NASA. "Los años de intenso trabajo y colaboración entre los equipos de la NASA, la ESA y Arianespace que lo han hecho posible ponen de manifiesto su nivel de dedicación al próximo gran telescopio espacial del mundo"."Para Arianespace, es un gran honor estar a cargo del lanzamiento de JWST, un telescopio espacial de gran importancia que permitirá a la ciencia dar un paso al frente en su misión de comprender nuestro Universo", afirmó Stéphane Israël, su presidente y director ejecutivo.
Quedan ya solo 2 años para el gran momento, cuando un nuevo y colosal observatorio espacial tomará su lugar entre las estrellas, abriendo nuevas ventanas al presente, pasado y futuro del Cosmos. Y Europa podrá estar orgullosa de ser ella la encargada de hacerlo realidad, gracias a su propio coloso, el Ariane 5. Ambos escribirán en 2018 una nueva página de oro en la historia de la astronomía moderna.
La disposición plegada del James Webb dentro del Ariane 5, tal como estará dispuesto durante el lanzamiento.
No hay mejor forma de entender el salto que representa el JWST que comparar su espejo primario con el del Hubble.
La ESA confirma el lanzamiento del telescopio James Webb en Ariane
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