Como cada año en estas mismas fechas, y sin que nos demos cuenta, nuestro viaje planetario nos lleva de nuevo a situarnos algo más cerca de la luz de nuestra estrella que el resto del año."Normal, por eso estamos en Verano", dirían muchos en el Hemisferio Sur. "¿Como es eso posible, si estamos en pleno Invierno?" se preguntarían muchos en el Hemisferio Norte. Es la reacción más lógica, la que más se ajusta a un sentido común que no siempre nos lleva a la respuesta correcta. Y este es uno de esos casos.
La órbita terrestre no es perfectamente circular. En realidad es la que más se aproxima a ello de todos los cuerpos celestes que conforman en Sistema Solar, pero no alcanza la ideal forma de un círculo, aunque la diferencia entre sus puntos con respecto al Sol varía menos de 1%, desde los 147,100,176 Kilómetros durante el Perihelio (que es donde nos encontramos hoy) hasta los 152,103,776 Kilómetros en el Afelio, que se produce el 4 de Julio. En esos momentos la lógica respuesta de los habitantes del Norte y el Sur ante este hecho serían las mismas, aunque en esta ocasión invirtiendo las estaciones. Y nuevamente serían estos primeros en reaccionar con más extrañeza."¿Estamos en Verano, con el calor que hace, con un Sol que parece deslumbrante y me estás diciendo que en realidad está ahora en su punto más lejano?", nos respondería la mayoría de gente.
Pero así es, por sorprendente que nos resulte. Ya que no es esta ligera variación en la distancia al Sol lo que marca las estaciones, sino la inclinación del eje de rotación de la Tierra con respecto a la elíptica, el plano imaginario por el que se desplaza nuestro planeta. Según el momento del año, y dado que dicho eje se mantiene siempre con la misma orientación, cambia el ángulo con que la luz solar llega a cada hemisferio, y las horas que este se mantiene por encima del horizonte. Y con ello marca el fluir del clima. No es que la variación de la distancia no tenga efecto alguno, pero es mínimo en comparación, y la curiosa distribución entre tierra emergida y superficie acuática, claramente desequilibrada entre Norte y Sur, termina por anularlo casi por completo.
Una coincidencia curiosa. Porque es eso de lo que se trata. El eje de la Tierra tiene su propio movimiento, un bamboleo llamado precesión de los equinoccios, que le hace trazar un círculo con respecto a la Bóveda Celeste cada 26.000 años, y la misma órbita terrestre está sujeta a diversos ciclos, que hace que, por ejemplo, el momento del Perihelio y el Afelio, se vayan desplazando con el tiempo, a razón de un día más tarde cada 58 años. Con el tiempo estos y el momento del cambio de estación se irán distanciando de nuevo, para posteriormente aproximarse de nuevo y coincidir de nuevo. Así ocurrirá dentro de unos 11.000 años, y en esa ocasión será el Verano Septentrional y no el Austral el que coincidirá con el Perihelio. Será entonces cuando los habitantes del Norte podremos decir "Normal, por eso estamos en Verano". Aunque nos estaremos equivocando de nuevo.
La órbita terrestre no es circular, aunque se aproxima bastante a ello, con menos de 1% de error. El círculo de la izquierda es perfecto, el de la derecha representa la órbita terrestre. Una diferencia apenas perceptible si uno no va avisado de antemano.
El motor de las estaciones.
La ligera, pero perceptible, diferencia entre el Sol del Perihelio y el del Afelio.
Perihelion 2016
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