Fue, y en muchos sentidos sigue siendo, una de los proyectos espaciales con mayores problemas, complicaciones y cambios de diseño de los últimos tiempos, fallecida junto a programa Constelatión que la vio nacer y al cabo de un año devuelta a la vida bajo el nombre de MPCV (Multi-Purpose Crew Vehicle), enfrentada a las urgencias de una potencia espacial que se quedó sin programa tripulado propio con el fin de los Space Shuttle y que busca regresar a la primera línea en este terreno más allá de lo que la naciente carrera espacial privada, con la exitosa Space X al frente, pueda ofrecer. Orión sigue siendo, para la NASA, el futuro de la exploración humama, uno aún lleno de incertidumbres.
Buscando reforzar este proyecto y como una forma de colaboración internacional que busca, o al menos esa parece la sensación, una mayor sensación de seguridad ante posibles cancelaciones al extender la responsabilidad entre diversas potencias, la NASA confirmó un total acuerdo con la ESA (Agencia espacial Europea) para que esta última entre a participar en Orión, y no secundaria sino asumiendo la construcción del módulo de servicio, una parte vital sin la cual este proyecto sería imposible y que hasta ahora, lo que no deja de ser algo sorprendente, la agencia norteamericana aún no había afrontado.
La ESA no empezará de 0, ya que utilizará como base un vehículo espacial ya probada y en servicio, las ATV (Vehículos Automatizados de Transferencia), la 4ª de las cuales, la Albert Einstein, ya está siendo preparada en Kourou, Guayana Francesa, para su lanzamiento, previsto a mediados de esta año. De esta manera la tecnología desarrollada para estos vehículos autónomos dará el salto hacia metas más ambiciosas, los vuelos tripulados tanto a la órbita terrestre como a La Luna y asteroides cercanos, proporcionando propulsión, potencia eléctrica y control térmico, almacenando las reservas de aire y agua para los astronautas.
Con la entrada de Europa la nave Orión está más cerca de ser una realidad, dependiendo ya todo de la construccion del cohete gigante SLS, el único lanzador con suficiente potencia para lanzarla, aunque antes, en 2014, y en este caso únicamente la cápsula propiamente dicha, se realizara un primer vuelo de prueba, el EFT-1 (Exploration Flight Test 1), y no será hasta 2017 y con el SLS en servicio, que el módulo de la ESA entrará en juego como parte de las misiones EM-1 y EM-2 (tripulada) a la Luna.
Con este acuerdo el proyecto Orión de la NASA adquiere un nuevo impulso, mientras que para la ESA significa un respaldo a su tecnología espacial y, en especial, de sus ATV, al convertirse en una pieza clave de esta nave. Igualmente implica recuperar la colaboración y confianza entre ambas, que el problemático abandono por parte de la Agencia Norteamericana de la misión Exo-Mars había dañado.
El colosal SLS (Space Launch System), actualmente en pleno desarrollo, es la clave para que Orión puede convertirse en la nave tripulada de los EEUU capaz de alcanzar La Luna y más allá.
La nave insignia de la ESA impulsará a la cápsula Orión
La NASA dice sí a una nave Orión con participación europea
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