Mars Reconnaissance Orbiter se prepara para prolongar su misión hasta la segunda mitad de la próxima década.
Es una de las más veteranas exploradoras marcianas aún en activo, lanzada en 2005, y que actualmente ya supera ampliamente su tiempo de vida previsto. Nuevos jugadores han llegado desde entonces, como la MAVEN y la ExoMars, y otras lo harán en el futuro, pero sigue siendo una pieza vital para avanzar y preparar el camino, especialmente por su cámara HiRISE, la más potente jamás equipada en una sonda interplanetaria. Igualmente la cantidad de datos científicos ya enviados, mayor que el reunido por todas las misiones anteriores juntas, sigue siendo la base de la muchos de los estudios sobre Marte publicados hasta día de hoy. Por todo eso y mucho más se trabaja para que pueda alargar su actividad.
Una de las operaciones actualmente en marcha para lograrlo es reducir la dependencia actual con sus envejecidos giroscopios y acelerómetros (agrupados en dos conjuntos, principal y de remplazo, llamadas unidades de medida de inercia) para orientarse, y en su lugar utilizar la "navegación estelar", de la observación de estrellas para definir su posición, tal como hacían los antiguos navegantes. A principios de Febrero se hizo una primera prueba, cuyos resultados se están ahora analizando. Si son positivos, se pasará de modo indefinido al modo "solo estrellas" a partir de Marzo. Con ello los giroscopios podrán tomarse un merecido descanso, quedando en reserva.
Y se hacía necesario tomar esta decisión. La unidad de medida de inercia primaria se desconectó cuando, después de 58.000 horas de uso, mostró signos de desgaste y de que su vida útil estaba cerca del final, pasándose a la secundaria, que a día de hoy ya acumula 52.000 horas de actividad. Sigue funcionando con normalidad, pero lo cierto es que ya acumula mucho tiempo, quizás demasiado, y para mantener a la Mars Reconnaissance Orbiter activa unos cuantos años más, es necesario darle también descanso.
Será el rastreador de estrellas, que utiliza una cámara para crear imágenes del cielo y un software de reconocimiento de patrones para discernir qué estrellas brillantes están en el campo de visión, el que tome el testigo de las operaciones, y la repetición de las observaciones hasta varias veces por segundo proporciona con precisión la velocidad y la dirección, clave para mantener la sonda bien orientada, tanto para comunicarse como para que los paneles solares sigan recibiendo luz solar."En modo totalmente estelar, podemos realizar actividades científicas y de comunicaciones de forma normal", explica Dan Johnston, manager de la misión MRO."La unidad de medición inercial se volverá a encender solo cuando sea necesario, como cuando entre en modo seguro, en maniobras de ajuste orbital o la cobertura de comunicaciones durante eventos críticos alrededor de un aterrizaje en Marte".
Igualmente se trabaja con las baterías, cargándolas más que antes, para aumentar su capacidad y vida útil. También se quiere reducir la cantidad que se pide de ellas, en parte ajustando las temperaturas del calentador antes de que la nave entre en la sombra de Marte, cuando aún se dispone de luz solar, para así necesitar menos de su apoyo. Igualmente se plantea un cambio en su órbita, como ya hizo la Mars Odyssey en su momento, para que estos momentos de oscuridad se reduzcan al máximo. Estos cambios en concreto no se aplicarían hasta 2021, una vez haya dado cobertura a los próximos aterrizajes, como el de Mars InSight y del rover 2020.
"Estamos
contando con que Mars Reconnaissance Orbiter permanecerá en servicio
por muchos años más", explica Michael Meyer, científico principal del
Programa de Exploración de Marte de la NASA."No es solo el relé de comunicaciones que proporciona. También son las observaciones científicas. Esos
nos ayudan a comprender los posibles sitios de aterrizaje antes de que
sean visitados, y relacionamos los hallazgos en la superficie con el planeta como un todo". Si nada inesperado ocurre, la MRO y sus imágenes nos acompañará unos cuantos años más, quizás una década, y a través de sus venerables pero aún potentes ojos veremos la llegada de una nueva generación de exploradores.
Una de las claves de la importancia de la MRO, es que su cámara HiRISE ofrece una cobertura extraordinaria, tanto para buscar puntos de aterrizaje como para ayudar a vehículos como Opportunity en su avance. De ahí que se considere clave para un futuro a corto y medio plazo.
El paso del tiempo se nota en ocasiones. Por
ejemplo, algunas imágenes de HiRISE tomadas en 2017 y principios de
2018 se muestran ligeramente borrosos, algo no vista anteriormente. El
porcentaje en resolución completa con este defecto alcanzó un
máximo del 70 por ciento en Octubre pasado, en el
momento en que Marte estaba en el punto más alejado del Sol en su
órbita. El porcentaje ha disminuido desde entonces a menos del 20 por ciento. Las causas siguen siendo investigadas.
La MRO es la sonda más potente jamás enviada al planta rojo. Alargar su vida útil, especialmente cuando no existe de momento un posible remplazo por parte de la NASA, se considera vital.
Mars Reconnaissance Orbiter Preparing for Years Ahead
lunes, febrero 12, 2018
domingo, febrero 11, 2018
Post Vintage (257): A 15 minutos de la ISS
Las operaciones de estas veteranas naves tripuladas rusas, ahora mismo y esperando la llegada de las naves privadas de los EEUU, las únicas capaces de transportar tripulantes hasta la estación espacial, son ya una rutina, todo un símbolo de su fiabilidad y de un historial hasta ahora con muy pocos problemas que reportar. Sin embargo detrás de cada lanzamiento se esconde horas de duro trabajo, de muchas cosas que podrían ir mal y de una serie de maniobras que deben ser completadas con precisión y sin margen de error. Al fin y al cabo la aproximación a una estructura orbital que se mueve a 27.000 Kilómetros/Hora nunca puede ser sencillo.
La Soyuz TMA-16M, lanzada el pasado 27 de Marzo, y que transportó a la ISS a los astronautas Guennadi Padalka, Mijaíl Korniyenko y Scott Kelly, nos ofrece ahora la secuencia completa de sus últimos 15 minutos antes del encuentro y acoplamiento con el módulo Poisk del segmento ruso de la estación, registrada gracias a una cámara situada en la ventanilla frontal del módulo orbital (BO) de la nave, con la antena Kurs 2AO-VKA, que forma parte del sistema de orientación de la Soyuz, acompañando toda la escena.
El vídeo resultante no puede ser más espectacular, y recuerda en buena medida aquellos que nos ofrecían los transbordadores espaciales de la NASA. Una lástima que la agencia espacial rusa Roscosmos no los publique de forma más abierta y en todo su esplendor, ya que solo este es suficiente para asombrarnos ante todo lo que implica un viaje espacial.
El acoplamiento con la estación espacial visto desde el interior de una Soyuz
viernes, febrero 09, 2018
Miradas desde el infinito
New Horizons rompe un nuevo récord y nos envía la imagen más lejana jamás logradas por una sonda espacial.
En 14 de Febrero de 1990 la Voyager 1 activó sus cámaras después de años sin hacerlo. Fue una ocasión especial, fruto de la petición de astrónomos como Carl Sagan de que intentara fotografiar a La Tierra y el resto de planetas del Sistema Solar desde la donde se encontraba, en ese momento más allá de la órbita de Neptuno. Y como resultado nació una de las imágenes más icónicas de la historia, el Pale Blue Dot que tanto nos sigue inspirando. Fue el último servicio que prestaron al mundo, y tras ello se sumergieron en el sueño eterno. La necesidad de ahorrar energía y centrarla toda en los instrumentos que realmente eran necesarios para su misión hacia las estrellas impuso su lógica.
Desde entonces nadie había roto ese límite, esos algo más de 6060 millones de kilómetros que marcaba el punto más lejano desde donde una sonda espacial había enviado imágenes. Hasta la llegada de la New Horizons. Era algo inevitable, cuestión de tiempo, ya que a diferencia de las otros 4 que la precedieron, las Voyager y Pioneer, tiene por delante otro encuentro planetario. Por ello su sistema óptico esta operativo, y de forma periódica se despiertan para ponerlos a prueba. Así ocurrió el 5 de Diciembre de 2017, en lo que se podía considerar una calibración rutinaria. Pero en ese caso fue especial.
Y es que la distancia en ese momento era de 6120 millones de kilómetros. El cúmulo de estrellas abierto galáctico "Wishing Well", que es el objetivo habitual utilizando por los técnicos de la misión para ajustar la cámara LORRI (Long Range Reconnaissance Imager) se convirtió así en la involuntaria protagonista de la imagen más lejana jamás tomada. Fue un récord transitorio, ya que apenas dos horas después, nuevamente abría sus ojos, en este caso para captar a dos lejanos miembros del Cinturón de Kuiper, 2012 HZ84 y 2012 HE85, pero para la historia quedará que ese fue el momento en que rompimos otra barrera, otro límite a nuestros sueños.
Con esta imagen, destinada a calibrar a LORRI, del cúmulo estelar "Wishing Well", tomado el 5 de diciembre de 2017, se rompió un récord de 27 años establecido por Voyager 1.
Imágenes en falso color de los KBOs 2012 HZ84 (izquierda) y 2012 HE85. Con la New Horizons ahora de nuevo en hibernación, estas ostentarán durante unos meses el récord actual de distancia. Hasta que la sonda se despierte de nuevo de cara a su encuentro con MU69.
Un punto azul pálido. La Tierra desde 6.000 millones de kilómetros en lo que durante casi 3 décadas fue la imagen más lejana jamás tomada por una sonda espacial.
New Horizons Captures Record-Breaking Images in the Kuiper Belt
En 14 de Febrero de 1990 la Voyager 1 activó sus cámaras después de años sin hacerlo. Fue una ocasión especial, fruto de la petición de astrónomos como Carl Sagan de que intentara fotografiar a La Tierra y el resto de planetas del Sistema Solar desde la donde se encontraba, en ese momento más allá de la órbita de Neptuno. Y como resultado nació una de las imágenes más icónicas de la historia, el Pale Blue Dot que tanto nos sigue inspirando. Fue el último servicio que prestaron al mundo, y tras ello se sumergieron en el sueño eterno. La necesidad de ahorrar energía y centrarla toda en los instrumentos que realmente eran necesarios para su misión hacia las estrellas impuso su lógica.
Desde entonces nadie había roto ese límite, esos algo más de 6060 millones de kilómetros que marcaba el punto más lejano desde donde una sonda espacial había enviado imágenes. Hasta la llegada de la New Horizons. Era algo inevitable, cuestión de tiempo, ya que a diferencia de las otros 4 que la precedieron, las Voyager y Pioneer, tiene por delante otro encuentro planetario. Por ello su sistema óptico esta operativo, y de forma periódica se despiertan para ponerlos a prueba. Así ocurrió el 5 de Diciembre de 2017, en lo que se podía considerar una calibración rutinaria. Pero en ese caso fue especial.
Y es que la distancia en ese momento era de 6120 millones de kilómetros. El cúmulo de estrellas abierto galáctico "Wishing Well", que es el objetivo habitual utilizando por los técnicos de la misión para ajustar la cámara LORRI (Long Range Reconnaissance Imager) se convirtió así en la involuntaria protagonista de la imagen más lejana jamás tomada. Fue un récord transitorio, ya que apenas dos horas después, nuevamente abría sus ojos, en este caso para captar a dos lejanos miembros del Cinturón de Kuiper, 2012 HZ84 y 2012 HE85, pero para la historia quedará que ese fue el momento en que rompimos otra barrera, otro límite a nuestros sueños.
Con esta imagen, destinada a calibrar a LORRI, del cúmulo estelar "Wishing Well", tomado el 5 de diciembre de 2017, se rompió un récord de 27 años establecido por Voyager 1.
Imágenes en falso color de los KBOs 2012 HZ84 (izquierda) y 2012 HE85. Con la New Horizons ahora de nuevo en hibernación, estas ostentarán durante unos meses el récord actual de distancia. Hasta que la sonda se despierte de nuevo de cara a su encuentro con MU69.
Un punto azul pálido. La Tierra desde 6.000 millones de kilómetros en lo que durante casi 3 décadas fue la imagen más lejana jamás tomada por una sonda espacial.
New Horizons Captures Record-Breaking Images in the Kuiper Belt
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Los viajeros Estelares
jueves, febrero 08, 2018
Bajo la luz de Akatsuki
Una nueva mirada a las imágenes de esta sonda japonesa.
Su historia es una historia de superación. Fracasó en su intento de entrar en órbita venusiana en 2010, pero siguió adelante en su viaje alrededor del Sol, y con paciencia y mucha constancia su equipo humano consiguió hacerla regresar en 2015. Y una vez ahí, y mediante una genial improvisación, dando que el motor principal destinado a esa operación estaba fuera de servicio de forma definitiva, lograr, esta vez si, la soñada entrada en órbita venusiana. 5 años tarde, lo que implica que su tiempo de actividad será menor de lo esperado, y con una órbita diferente a la planeada, por lo que su retorno científico es igualmente más limitado. Pero teniendo las circunstancias, de que logró lo imposible, no hay que pensar en lo perdido, sino en lo ganado.
Desde entonces, y aunque el poco esfuerzo que parece poner la JAXA en el tema de la comunicación no ayuda a darle notoriedad, poco a poco se han ido publicando datos e imágenes, un pequeño tesoro si tenemos en cuenta que con el final de la Venus Express y la falta de proyectos a corto y medio plazo para regresar a Venus, Akatsuki es nuestro único representante en este mundo, tan parecido y al mismo tiempo tan diferente al nuestro. Por eso hemos de disfrutar de lo que fue una segunda oportunidad, surgida cuando todo parecía perdido. Y precisamente eso es lo que lleva tiempo haciendo Dama Bouic, una especialista francesa en el tratamiento digital de imágenes, que recaba los datos "en bruto" subidos por la agencia espacial japonesa para convertirlos en espectaculares imágenes.
Una fuente extraordinaria de información para los científicos de la misión. Y es que en ellas podemos apreciar las dinámicas de la atmósfera en toda su complejidad, así como las corrientes de convección que dominan en ella. Y no solo eso. Por ejemplo, los cambios de color en el ultravioleta muestran las variaciones en el dióxido de azufre presente, así como la presencia de otro componente desconocido que absorbe estas longitudes de onda creando zonas oscuras. Y el infrarrojo, por su parte, ofrece una ventana a como el calor se distribuye por este mundo ardiente.
Pero para el resto de los mortales es pura gloria visual, una galería que muestra a Venus con un esplendor y complejidad del que un día, en un pasado lejano, quizás fue realmente el gemelo de La Tierra, no solo en tamaño y masa, sino también en condiciones ambientes. Tenemos mucha suerte que de Akatsuki sobreviviera al que parecía su fatal destino.
Vista Venus fue adquirida por la cámara IR2, que observa, entre otras cosas, el brillo de la atmósfera del planeta en su lado nocturno. Las franjas y zonas oscuras son zonas donde el calor emanado por el planeta está siendo bloqueado por la espesa capa de nubes.
El lado nocturno de Venus en infrarrojo. Imagen de falso color que utiliza datos de la cámara IR2 en dos longitudes de onda, 1.74 y 2.26 micras. Las regiones más oscuras denotan nubes más gruesas, pero los cambios en el color también pueden indicar diferencias en el tamaño de las partículas de nubes o en la composición de un lugar a otro.
La complejidad atmosférica de Venus en todo su esplendor.
Imagen adquiridas durante la órbita número 13 de Akatsuki, y que muestra una increíble cantidad de detalles sobre las nubes ecuatoriales, tropicales y extratropicales del planeta. Los cambios de color indican variaciones locales en las cantidades del misterioso absorbente de ultravioleta y el dióxido de azufre en la atmósfera.
Una imagen en falso color utilizando dos canales ultravioleta de la cámara UVI, y que muestra detalles a lo largo de una colorida banda que rodea el vórtice polar sur a la luz del día.
A new look at Venus with Akatsuki
Un nouveau regard sur Vénus avec AKATSUKI
Su historia es una historia de superación. Fracasó en su intento de entrar en órbita venusiana en 2010, pero siguió adelante en su viaje alrededor del Sol, y con paciencia y mucha constancia su equipo humano consiguió hacerla regresar en 2015. Y una vez ahí, y mediante una genial improvisación, dando que el motor principal destinado a esa operación estaba fuera de servicio de forma definitiva, lograr, esta vez si, la soñada entrada en órbita venusiana. 5 años tarde, lo que implica que su tiempo de actividad será menor de lo esperado, y con una órbita diferente a la planeada, por lo que su retorno científico es igualmente más limitado. Pero teniendo las circunstancias, de que logró lo imposible, no hay que pensar en lo perdido, sino en lo ganado.
Desde entonces, y aunque el poco esfuerzo que parece poner la JAXA en el tema de la comunicación no ayuda a darle notoriedad, poco a poco se han ido publicando datos e imágenes, un pequeño tesoro si tenemos en cuenta que con el final de la Venus Express y la falta de proyectos a corto y medio plazo para regresar a Venus, Akatsuki es nuestro único representante en este mundo, tan parecido y al mismo tiempo tan diferente al nuestro. Por eso hemos de disfrutar de lo que fue una segunda oportunidad, surgida cuando todo parecía perdido. Y precisamente eso es lo que lleva tiempo haciendo Dama Bouic, una especialista francesa en el tratamiento digital de imágenes, que recaba los datos "en bruto" subidos por la agencia espacial japonesa para convertirlos en espectaculares imágenes.
Una fuente extraordinaria de información para los científicos de la misión. Y es que en ellas podemos apreciar las dinámicas de la atmósfera en toda su complejidad, así como las corrientes de convección que dominan en ella. Y no solo eso. Por ejemplo, los cambios de color en el ultravioleta muestran las variaciones en el dióxido de azufre presente, así como la presencia de otro componente desconocido que absorbe estas longitudes de onda creando zonas oscuras. Y el infrarrojo, por su parte, ofrece una ventana a como el calor se distribuye por este mundo ardiente.
Pero para el resto de los mortales es pura gloria visual, una galería que muestra a Venus con un esplendor y complejidad del que un día, en un pasado lejano, quizás fue realmente el gemelo de La Tierra, no solo en tamaño y masa, sino también en condiciones ambientes. Tenemos mucha suerte que de Akatsuki sobreviviera al que parecía su fatal destino.
Vista Venus fue adquirida por la cámara IR2, que observa, entre otras cosas, el brillo de la atmósfera del planeta en su lado nocturno. Las franjas y zonas oscuras son zonas donde el calor emanado por el planeta está siendo bloqueado por la espesa capa de nubes.
El lado nocturno de Venus en infrarrojo. Imagen de falso color que utiliza datos de la cámara IR2 en dos longitudes de onda, 1.74 y 2.26 micras. Las regiones más oscuras denotan nubes más gruesas, pero los cambios en el color también pueden indicar diferencias en el tamaño de las partículas de nubes o en la composición de un lugar a otro.
La complejidad atmosférica de Venus en todo su esplendor.
Imagen adquiridas durante la órbita número 13 de Akatsuki, y que muestra una increíble cantidad de detalles sobre las nubes ecuatoriales, tropicales y extratropicales del planeta. Los cambios de color indican variaciones locales en las cantidades del misterioso absorbente de ultravioleta y el dióxido de azufre en la atmósfera.
Una imagen en falso color utilizando dos canales ultravioleta de la cámara UVI, y que muestra detalles a lo largo de una colorida banda que rodea el vórtice polar sur a la luz del día.
A new look at Venus with Akatsuki
Un nouveau regard sur Vénus avec AKATSUKI
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Los viajeros Estelares,
Venus
miércoles, febrero 07, 2018
Falcon Heavy, el futuro es hoy
El 6 de Febrero de 2017 formará ya parte de uno de esas fechas donde la Historia se escribe delante de nuestros ojos. Lo recordaremos como el día en que un nuevo coloso espacial nació entre el humo y el resplandor de sus 27 motores rugiendo al mismo tiempo, y como poco después, en una estampa que desafía nuestros más locos sueños, sus dos impulsores laterales aterrizaban al unísono, uno al lado del otro, con una coordinación perfecta. Hasta hace pocos años la simple idea de un cohete que regresaba después de un lanzamiento y aterrizaba por si mismo parecía ciencia ficción. Ayer vimos a dos hacerlo al mismo tiempo. Vivimos tiempos maravilloso.
No fue, pesa a todo, un primer vuelo perfecto, ya que el tercer impulsor, el que conformaba el cuerpo central del Falcon Heavy, no logró aterrizar en la barcaza “Of Course I Still Love You” que le esperaba, y se estrelló en el Atlántico. Pero que los otros dos lo lograran, siendo además ambos cohetes reutilizados, y que la curiosa carga que transportaba, el Tesla Roadster del propio Elon Musk, convenientemente modificado para soportar el vacío espacial, se lograra colocar en órbita solar, convierte esa pérdida en algo menor. Antes del lanzamiento se estimaba unas posibilidades de éxito del 60% siendo muy optimistas. Que todo haya terminado con un casi perfecto es un milagro, una muestra de la habilidad de las gentes de Space X.
Un éxito que es solo la primera piedra de un camino de sueños que no tiene final. El Falcon Heavy, que es el doble de potente que cualquier otro cohete lanzador actualmente en activo, permitirá a Space X abordar el lanzamiento de satélites geostacionarios, incluso los más masivos, con mucha más facilidad y sin necesidad de sacrificar ningún impulsor, como sucede cuando se utiliza el Falcon 9. En ese caso las necesidades de aceleración son tan exigentes que consumen toda la reserva de combustible, lo que, junto con la gran velocidad adquirida, hace imposible que puedan regresar de una pieza. Con la llegada de este nuevo gigante el panorama cambia radicalmente, ya que podrá ofrecer servicios de puesta en órbita por solo 90 millones de dólares, que es una cifra bastante moderara si se tiene en cuenta los precios actuales.
Pero más allá se vislumbra ya la siguiente gran apuesta de Space X, el lanzador superpesado reutilizable BFR, un monstruo capaz de lanzar 150 toneladas en órbita baja y con el cual espera realizar sus proyectos interplanetarios. Tan en así que proyectos como los vuelos tripulados lunares y misiones a Marte, inicialmente previstos para el Falcon Heavy, se han quedado en pausa a la espera del BFR. Aunque esto ya llegará de cara a la próxima década.
De momento el presente, un brillante, espectacular y luminoso presente, tiene un nombre. Lo vimos despegar, lo vimos regresar, lo vimos brillar y rugir con la fuerza de un recién llegado. Todo fue asombroso. Al menos a los ojos de un espaciotrastornado como el que les habla. Si, ciertamente fue un día maravilloso donde la historia se hizo realidad, donde el futuro se hizo presente.
LANDINGS!!! An aerial ballet is worked to perfection as two #FalconHeavy side cores safely land just 300 meters apart. #SpaceX pic.twitter.com/7lHKCVV08K— Michael Baylor (@nextspaceflight) 6 de febrer de 2018
Cuando los sueños se hacen realidad.
Cuando los cohetes aterrizan.
El complejo plan de vuelo previsto. Todo se cumplió excepto en el caso de la etapa central, que falló en su intento de aterrizar en la barcaza “Of Course I Still Love You”. Pero los otros dos impulsores regresaron como estaba previsto y la carga fue enviada a su destino, por lo que el viaje inaugural del Falcon Heavy se puede considerar casi perfecto.
El Tesla rumbo a las estrellas, con su "piloto", llamado Starman y equipado con el traje de presión que la empresa planea usar en la Dragon 2. No viaja solo, ya que una serie de objetos curiosos lo acompañan, entre ellos un disco con la colección de las obras de Isaac Asimov.
El Falcon Heavy despegó desde la misma plataforma desde donde los Saturno V lanzaron las misiones Apolo.
Y el futuro apunta cosas aún más increibles.
Space X lanza con éxito su supercohete Falcon Heavy y recupera sus primeras etapas
El Falcon Heavy surca los cielos
Success! SpaceX Launches Falcon Heavy Rocket on Historic Maiden Voyage
martes, febrero 06, 2018
Esperanzas de roca y agua
Nuevas pistas sobre la composición de los mundos de TRAPPIST-1.
Son un de los sistemas planetarios más destacables e interesantes descubiertos, una familia de 7 planetas de tamaño terrestre girando alrededor de una pequeña enana roja, situada a unos 40 años luz de La Tierra, y cuya existencia fue desvelada por el Telescopio TRAPPIST-sur, del cual recibe el nombre con el que lo conocemos. Fue en 2016, y desde entonces no han cesado los esfuerzos de conocerlo un poco mejor, avanzar un paso más. La llegada de colosos como el James Webb nos dará el impulso definitivo, pero hasta que llegue el momento nadie tiene la paciencia de esperar. Dato a dato, llevando al límite a los observatorios actuales, estamos dibujando un cuadro de lo que podríamos encontrar en esa no tan lejana estrella.
El último esfuerzo, estuvo protagonizado por telescopios basados en tierra, incluyendo la instalación SPECULOOS, casi completa, en el Observatorio Paranal de ESO, y de los telescopios espaciales Spitzer y el Kepler, cuyos datos fueron tratado por equipo de científicos, liderado por Simon Grimm, de la Universidad de Berna (Suiza), aplicando métodos de modelado informático muy complejos a los datos disponibles y ha determinado las densidades de los planetas con mucha más precisión. Los resultados ofrecidos muestran que estamos ante mundos rocosos, y que algunos de ellos podrían tener hasta un 5% de su masa en forma de material volátil, posiblemente agua, lo que representa 250 veces más que los océanos terrestres.
Esta información se pudo sacar a la luz gracias a que "los planetas de TRAPPIST-1 están tan juntos que interfieren entre sí gravitatoriamente, por lo que, cuando pasan frente a la estrella, hay un ligero cambio en los tiempos. Estos cambios dependen de las masas de los planetas, sus distancias y otros parámetros orbitales. Con un modelo informático simulamos las órbitas de los planetas hasta que los tránsitos calculados concuerdan con los valores observados y de ahí derivamos las masas planetarias", tal como explica Grimm.
Los resultados son ciertamente intrigantes. TRAPPIST-1b y c, los planetas más interiores, parecen tener núcleos rocosos y estar rodeados de atmósferas muy densas, mientras que d es el más ligero de los planetas, con un 30 por ciento de la masa terrestre. Los científicos no están seguros de si tiene una gran atmósfera, un océano o una capa de hielo.
Un resultado sorprendente es que e sea el único un poco más denso que La Tierra, lo que sugiere que puede tener un núcleo más denso de hierro y que no necesariamente tiene una atmósfera espesa, un océano o una capa de hielo. Resulta igualmente misterioso que parezca tener una composición mucho más rocosa que el resto de sus compañeros planetarios. En términos de tamaño, densidad y de la cantidad de radiación que recibe de su estrella, es sin lugar a dudas el más cercano a nuestro mundo.
En el futuro llegarán el ELT (Extremely Large Telescope) de ESO y, en 2019, el Telescopio Espacial James Webb. TRAPPIST-1 será sin lugar a dudas uno de sus objetivos prioritarios. Si las conclusiones extraídas por Simon Grimm y su equipo son correctas, las posibilidades de un descubrimiento transcendental son lo suficientemente altas como para esperar el momento con emoción y esperanza.
Ilustración con el posible aspecto de los planetas de TRAPPIST-1.
Comparando los tamaños, masas y temperaturas estimadas de los planetas de TRAPPIST-1 con los de planetas del Sistema Solar. Los colores indican las temperaturas y la línea negra coincide con la densidad y la composición de los planetas terrestres del Sistema Solar. Los que están por encima de la línea son menos densos y por debajo son más densos.
Las principales características de los siete planetas de TRAPPIST-1, junto con los cuatro planetas más interiores del Sistema Solar a la misma escala.
TRAPPIST-1 es una estrella diminuta, mucho más pequeña y fría que el Sol. Y su sistema planeta está igualmente concentrado a distancias mucho menores que la que separa a Mercurio del Sol.
La energía térmica que reciben los mundos de TRAPPIST-1. Los planetas D y E son los que se aproximan más a la luz y calor de La Tierra, y de ellos E, por su tamaño, el potencialmente con más opciones de tener condiciones habitables.
Es probable que los planetas de TRAPPIST-1 tengan agua en abundancia
Son un de los sistemas planetarios más destacables e interesantes descubiertos, una familia de 7 planetas de tamaño terrestre girando alrededor de una pequeña enana roja, situada a unos 40 años luz de La Tierra, y cuya existencia fue desvelada por el Telescopio TRAPPIST-sur, del cual recibe el nombre con el que lo conocemos. Fue en 2016, y desde entonces no han cesado los esfuerzos de conocerlo un poco mejor, avanzar un paso más. La llegada de colosos como el James Webb nos dará el impulso definitivo, pero hasta que llegue el momento nadie tiene la paciencia de esperar. Dato a dato, llevando al límite a los observatorios actuales, estamos dibujando un cuadro de lo que podríamos encontrar en esa no tan lejana estrella.
El último esfuerzo, estuvo protagonizado por telescopios basados en tierra, incluyendo la instalación SPECULOOS, casi completa, en el Observatorio Paranal de ESO, y de los telescopios espaciales Spitzer y el Kepler, cuyos datos fueron tratado por equipo de científicos, liderado por Simon Grimm, de la Universidad de Berna (Suiza), aplicando métodos de modelado informático muy complejos a los datos disponibles y ha determinado las densidades de los planetas con mucha más precisión. Los resultados ofrecidos muestran que estamos ante mundos rocosos, y que algunos de ellos podrían tener hasta un 5% de su masa en forma de material volátil, posiblemente agua, lo que representa 250 veces más que los océanos terrestres.
Esta información se pudo sacar a la luz gracias a que "los planetas de TRAPPIST-1 están tan juntos que interfieren entre sí gravitatoriamente, por lo que, cuando pasan frente a la estrella, hay un ligero cambio en los tiempos. Estos cambios dependen de las masas de los planetas, sus distancias y otros parámetros orbitales. Con un modelo informático simulamos las órbitas de los planetas hasta que los tránsitos calculados concuerdan con los valores observados y de ahí derivamos las masas planetarias", tal como explica Grimm.
Los resultados son ciertamente intrigantes. TRAPPIST-1b y c, los planetas más interiores, parecen tener núcleos rocosos y estar rodeados de atmósferas muy densas, mientras que d es el más ligero de los planetas, con un 30 por ciento de la masa terrestre. Los científicos no están seguros de si tiene una gran atmósfera, un océano o una capa de hielo.
Un resultado sorprendente es que e sea el único un poco más denso que La Tierra, lo que sugiere que puede tener un núcleo más denso de hierro y que no necesariamente tiene una atmósfera espesa, un océano o una capa de hielo. Resulta igualmente misterioso que parezca tener una composición mucho más rocosa que el resto de sus compañeros planetarios. En términos de tamaño, densidad y de la cantidad de radiación que recibe de su estrella, es sin lugar a dudas el más cercano a nuestro mundo.
En el futuro llegarán el ELT (Extremely Large Telescope) de ESO y, en 2019, el Telescopio Espacial James Webb. TRAPPIST-1 será sin lugar a dudas uno de sus objetivos prioritarios. Si las conclusiones extraídas por Simon Grimm y su equipo son correctas, las posibilidades de un descubrimiento transcendental son lo suficientemente altas como para esperar el momento con emoción y esperanza.
Ilustración con el posible aspecto de los planetas de TRAPPIST-1.
Comparando los tamaños, masas y temperaturas estimadas de los planetas de TRAPPIST-1 con los de planetas del Sistema Solar. Los colores indican las temperaturas y la línea negra coincide con la densidad y la composición de los planetas terrestres del Sistema Solar. Los que están por encima de la línea son menos densos y por debajo son más densos.
Las principales características de los siete planetas de TRAPPIST-1, junto con los cuatro planetas más interiores del Sistema Solar a la misma escala.
TRAPPIST-1 es una estrella diminuta, mucho más pequeña y fría que el Sol. Y su sistema planeta está igualmente concentrado a distancias mucho menores que la que separa a Mercurio del Sol.
La energía térmica que reciben los mundos de TRAPPIST-1. Los planetas D y E son los que se aproximan más a la luz y calor de La Tierra, y de ellos E, por su tamaño, el potencialmente con más opciones de tener condiciones habitables.
Es probable que los planetas de TRAPPIST-1 tengan agua en abundancia
lunes, febrero 05, 2018
Ventanas de hielo
La MRO revela lugares donde el hielo está expuesto directamente en la superficie.
Algún día quizás caminemos sobre el planeta rojo, y si queremos que esa estancia sea algo más que una visita puntual marcada por los recursos disponibles, deberemos ser capaces de obtener lo que necesitemos del propio planeta. Y eso se reduce en gran medida a una sola cosa: Agua. Para beber, para extraer aire y para conseguir combustible. Marte parece disponer de notables reservas, aunque lo importante es saber hasta que punto son accesible más allá de las existen en los polos, lugar ciertamente con muchos "pero" como para instalar una primera base habitable.
¿Será necesario excabar hasta encontrar las capas de hielo que se esconden en el subsuelo de buena parte del planeta? Quizás no, si nos atenemos a los recientes hallazgos de la Mars Reconniassance Orbiter, que desveló hasta 8 lugares donde estas han quedado expuestas en lo que parecen pendientes erosionadas, y que se encuentran distribuidas en ambos hemisferios en latitudes entre los 55 y 58 grados, el equivalente a Escocia o el extremo meridional de América del Sur. Depósitos de hielo de agua bastante puro, cubierto por una capa de uno o dos metros de espesor de roca y polvo cementados con más hielo.
Estos lugares son extraordinarias ventanas al pasado climático de Marte, además de permitir observar directamente algo que suele estar enterrado bajo la superficie. Y por supuesto, representa también unas reservas de agua accesibles para cualquier expedición humana. Tanto desde el punto de vista científico como en el práctico, resultan puntos de especial interés para el futuro.
¿Cómo se forman inicialmente estas escarpas? Eso sigue sin saberse. Sin embargo, una vez que el hielo enterrado quedó expuesto, es probable que fueran creciendo en amplitud y altura a medida que retrocedían, debido a la sublimación del hielo. En algunas de ellas, el depósito expuesto de hielo de agua es de decenas de metros de espesor. Una naturaleza confirmada, tanto por el instrumento CRISM (Compact Reconnaissance Imaging Spectrometer for Mars) de la MRO, como por THEMIS (Thermal Emission Imaging System), de la Mars Odyssey, cuyos datos aseguran que no es solo ante escarcha superficial.
Tambien resulta interesante remarcar que estamos ante unos resultados que se han conseguido gracias a disponer de una amplia flota de sondas de exploración marciana, y la combinación de sus respectivos instrumentos, que permiten complementarse unos a otros. Las observaciones orbitales continuarán, pero futuras sondas la superficie podrían buscar información adicional."Si tuvieses una misión en uno de estos sitios, estudiando las capas que descienden por la escarpa, podrías obtener una historia climática detallada de Marte", sugirió Leslie Tamppari, científica adjunta del Proyecto MRO del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California."Es parte de la historia completa de lo que le sucedió al agua marciana a lo largo del tiempo: ¿A dónde fue?,¿Cuándo se acumuló el hielo?,¿cuándo retrocedió?".
Las respuestas a todo ello pueden estar ahí, en estos auténticos oasis en el desierto marciano. Y ambos son poderosos motivos para visitarlos algún día.
Las observaciones en contexto. La imagen proviene de la cámara HiRISE (High Resolution Imaging Stereo Experiment) de la Mars Reconnaissance Orbiter. La sección central, en color mejorado, combina datos de bandas en rojo, infrarrojo cercano y azul-verde.
Mars Odyssey y Mars Reconniassance Orbiter, un trabajo conjunto que nos trae este sensacional descubrimiento. Y que a su vez sigue el camino abierto por la Mars Express. La importancia de tener una flota tan amplia trabajando en el planeta rojo, una vez más queda en evidencia.
Steep Slopes on Mars Reveal Structure of Buried Ice
Algún día quizás caminemos sobre el planeta rojo, y si queremos que esa estancia sea algo más que una visita puntual marcada por los recursos disponibles, deberemos ser capaces de obtener lo que necesitemos del propio planeta. Y eso se reduce en gran medida a una sola cosa: Agua. Para beber, para extraer aire y para conseguir combustible. Marte parece disponer de notables reservas, aunque lo importante es saber hasta que punto son accesible más allá de las existen en los polos, lugar ciertamente con muchos "pero" como para instalar una primera base habitable.
¿Será necesario excabar hasta encontrar las capas de hielo que se esconden en el subsuelo de buena parte del planeta? Quizás no, si nos atenemos a los recientes hallazgos de la Mars Reconniassance Orbiter, que desveló hasta 8 lugares donde estas han quedado expuestas en lo que parecen pendientes erosionadas, y que se encuentran distribuidas en ambos hemisferios en latitudes entre los 55 y 58 grados, el equivalente a Escocia o el extremo meridional de América del Sur. Depósitos de hielo de agua bastante puro, cubierto por una capa de uno o dos metros de espesor de roca y polvo cementados con más hielo.
Estos lugares son extraordinarias ventanas al pasado climático de Marte, además de permitir observar directamente algo que suele estar enterrado bajo la superficie. Y por supuesto, representa también unas reservas de agua accesibles para cualquier expedición humana. Tanto desde el punto de vista científico como en el práctico, resultan puntos de especial interés para el futuro.
¿Cómo se forman inicialmente estas escarpas? Eso sigue sin saberse. Sin embargo, una vez que el hielo enterrado quedó expuesto, es probable que fueran creciendo en amplitud y altura a medida que retrocedían, debido a la sublimación del hielo. En algunas de ellas, el depósito expuesto de hielo de agua es de decenas de metros de espesor. Una naturaleza confirmada, tanto por el instrumento CRISM (Compact Reconnaissance Imaging Spectrometer for Mars) de la MRO, como por THEMIS (Thermal Emission Imaging System), de la Mars Odyssey, cuyos datos aseguran que no es solo ante escarcha superficial.
Tambien resulta interesante remarcar que estamos ante unos resultados que se han conseguido gracias a disponer de una amplia flota de sondas de exploración marciana, y la combinación de sus respectivos instrumentos, que permiten complementarse unos a otros. Las observaciones orbitales continuarán, pero futuras sondas la superficie podrían buscar información adicional."Si tuvieses una misión en uno de estos sitios, estudiando las capas que descienden por la escarpa, podrías obtener una historia climática detallada de Marte", sugirió Leslie Tamppari, científica adjunta del Proyecto MRO del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California."Es parte de la historia completa de lo que le sucedió al agua marciana a lo largo del tiempo: ¿A dónde fue?,¿Cuándo se acumuló el hielo?,¿cuándo retrocedió?".
Las respuestas a todo ello pueden estar ahí, en estos auténticos oasis en el desierto marciano. Y ambos son poderosos motivos para visitarlos algún día.
Las observaciones en contexto. La imagen proviene de la cámara HiRISE (High Resolution Imaging Stereo Experiment) de la Mars Reconnaissance Orbiter. La sección central, en color mejorado, combina datos de bandas en rojo, infrarrojo cercano y azul-verde.
Mars Odyssey y Mars Reconniassance Orbiter, un trabajo conjunto que nos trae este sensacional descubrimiento. Y que a su vez sigue el camino abierto por la Mars Express. La importancia de tener una flota tan amplia trabajando en el planeta rojo, una vez más queda en evidencia.
Steep Slopes on Mars Reveal Structure of Buried Ice
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Los viajeros Estelares,
Marte
domingo, febrero 04, 2018
Post Vintage (256): La inmensidad ante tus ojos
Recreando el Sistema Solar a escala en el desierto de Nevada.
Dos características principales definen nuestro rincón planetario: Las distancias son gigantescas y los planetas, en comparación a estas primeras, diminutos. Hasta el enorme Júpiter es apenas un punto en la oscuridad si nos alejáramos lo suficiente para tener una visión en conjunto, como nos demostró en su momento la Voyager 1, que en 1990, y activando por última vez sus cámaras, miró hacia atrás desde mucho más allá de la órbita de Neptuno. Podríamos lanzar mil sondas al año en todas direcciones de forma aleatoria y sus posibilidades de pasar muy cerca, por no decir impactar, en cualquiera de ellos serían mínimas, por no decir casi nulas, incluso si dichas sondas se movieran por el plano de la elíptica, que es por donde estos de desplazan. Nuestro hogar es por tanto, básicamente, un inmenso vacío.
Todo ello implica que al crear un mapa del Sistema Solar se tengan que hacer concesiones en las escalas. O bien las distancias entre las órbitas de los diferentes mundos no es realista, o bien estos son representados mucho más grandes de lo que son en realidad. Incluso pequeños puntos en una hoja ya es ir mucho más allá de sus tamaños reales. Si estuviéramos tan lejos como para verlos en conjunto captaríamos la luz que reflejan del Sol, pero no podríamos verlos realmente. Es imposible por tanto una recreación respetuosa con las escalas en el mundo real. Ciertamente hoy día, en la era de la informática, se pueden crear mapas virtuales, donde es posible navegar de un mundo a otra y ampliar la imagen tanto como sea necesario, pero aunque tremendamente útiles, fallan a la hora de transmitir realmente esa sensación de inmensidad. Son maravillosamente informativos, pero carecen de ese algo más que nos llegue al corazón.
Y buscando ese algo más nace este curioso proyecto, To Scale: The Solar System, donde en un lago seco en Nevada, un grupo de amigos ha construido el primer modelo a escala del Sistema Solar con sus órbitas planetarias completas: una verdadera ilustración de nuestro lugar en el Universo. Abarcando 11 kilómetros de desierto, y partiendo de un Sol del tamaño de una gran pelota de playa, se han recreado los planetas conservando la escala tanto de distancias como de tamaños
Así encontramos unas pequeñas canicas sobre postes que representan los planetas rocosos interiores: Mercurio a 62 metros del Sol, Venus a 120, la Tierra a 173 y Marte a 269 metros. Los planetas gigantes, en forma de lámparas con tamaños en orden de los centímetros, aparecen más allá, a 0,92 kilómetros Júpiter y a 1,7 kilómetros Saturno, Urano se encuentra a 3,4 kilómetros y Neptuno aún más lejos, cerrando el círculo."Eso es lo que realmente quería probar y capturar. Estamos en una canica flotando en medio de la nada. Cuando te encuentras cara a cara con eso, es asombroso", explica uno de los autores, Wylie Overstreet. Y ciertamente es una escalofriante visión de la inmensidad.
Un viaje por el desierto del Sistema Solar, una maravillosa representación a escapa de nuestro hogar planetario.
El retrato en familia del Sistema Solar, realizado por la Voyager 1 el 14 de febrero de 1990. Desde esta distancia los planetas son apenas tenues estrellas, cuyas imágenes deben ser aumentadas y colocadas aparte para hacerlos visibles.
Here's Why It's Impossible to Have a Model Solar System That Is Completely to Scale
Dos características principales definen nuestro rincón planetario: Las distancias son gigantescas y los planetas, en comparación a estas primeras, diminutos. Hasta el enorme Júpiter es apenas un punto en la oscuridad si nos alejáramos lo suficiente para tener una visión en conjunto, como nos demostró en su momento la Voyager 1, que en 1990, y activando por última vez sus cámaras, miró hacia atrás desde mucho más allá de la órbita de Neptuno. Podríamos lanzar mil sondas al año en todas direcciones de forma aleatoria y sus posibilidades de pasar muy cerca, por no decir impactar, en cualquiera de ellos serían mínimas, por no decir casi nulas, incluso si dichas sondas se movieran por el plano de la elíptica, que es por donde estos de desplazan. Nuestro hogar es por tanto, básicamente, un inmenso vacío.
Todo ello implica que al crear un mapa del Sistema Solar se tengan que hacer concesiones en las escalas. O bien las distancias entre las órbitas de los diferentes mundos no es realista, o bien estos son representados mucho más grandes de lo que son en realidad. Incluso pequeños puntos en una hoja ya es ir mucho más allá de sus tamaños reales. Si estuviéramos tan lejos como para verlos en conjunto captaríamos la luz que reflejan del Sol, pero no podríamos verlos realmente. Es imposible por tanto una recreación respetuosa con las escalas en el mundo real. Ciertamente hoy día, en la era de la informática, se pueden crear mapas virtuales, donde es posible navegar de un mundo a otra y ampliar la imagen tanto como sea necesario, pero aunque tremendamente útiles, fallan a la hora de transmitir realmente esa sensación de inmensidad. Son maravillosamente informativos, pero carecen de ese algo más que nos llegue al corazón.
Y buscando ese algo más nace este curioso proyecto, To Scale: The Solar System, donde en un lago seco en Nevada, un grupo de amigos ha construido el primer modelo a escala del Sistema Solar con sus órbitas planetarias completas: una verdadera ilustración de nuestro lugar en el Universo. Abarcando 11 kilómetros de desierto, y partiendo de un Sol del tamaño de una gran pelota de playa, se han recreado los planetas conservando la escala tanto de distancias como de tamaños
Así encontramos unas pequeñas canicas sobre postes que representan los planetas rocosos interiores: Mercurio a 62 metros del Sol, Venus a 120, la Tierra a 173 y Marte a 269 metros. Los planetas gigantes, en forma de lámparas con tamaños en orden de los centímetros, aparecen más allá, a 0,92 kilómetros Júpiter y a 1,7 kilómetros Saturno, Urano se encuentra a 3,4 kilómetros y Neptuno aún más lejos, cerrando el círculo."Eso es lo que realmente quería probar y capturar. Estamos en una canica flotando en medio de la nada. Cuando te encuentras cara a cara con eso, es asombroso", explica uno de los autores, Wylie Overstreet. Y ciertamente es una escalofriante visión de la inmensidad.
El retrato en familia del Sistema Solar, realizado por la Voyager 1 el 14 de febrero de 1990. Desde esta distancia los planetas son apenas tenues estrellas, cuyas imágenes deben ser aumentadas y colocadas aparte para hacerlos visibles.
Here's Why It's Impossible to Have a Model Solar System That Is Completely to Scale
viernes, febrero 02, 2018
Una mirada desde las alturas
Curiosity observa la llanura desde las laderas de Aeolis Mons.
Cuando aterrizó en el interior del cráter Gale, en 2012, su objetivo era uno y claro, la gran montaña de sedimentos que se eleva imponente en su interior. El camino no era sencillo, era necesario rodear el campo de dunas que se extendía como una barrera entre el rover y la montaña, y durante el trayecto fueron apareciendo lugares interesantes que retrasaron el avance aún más. Pero finalmente la paciencia y el buen hacer de su equipo en tierra, que le hizo superar obstáculos de todo tipo, tiene su recompensa. Llegó la hora de mirar hacia el paisaje que se extiende ya muy por debajo de sus cansadas ruedas.
Y el resultado no podía ser más embriagador. Muy atrás quedan los tiempos en que solo veíamos planicies interminables. La larga vida y capacidad de movimiento de Curiosity han permitido cambiar para siempre la imagen de la "eterna llanura" a la que parecíamos condenados. Ahora, desde un punto llamado "Vera Rubin Ridge", en las laderas de Aeolis Mons, la llanura donde aterrizó el gran rover se encuentra ya a 327 metros por debajo. Aunque para ser más precisos, desde el día que se tomaron las imágenes, el 27 de Octubre de 2017, este se encuentra ya 26 metros más alto. El camino hacia "Clay Unit", el siguiente gran objetivo por razones que el mismo nombre indica, sigue adelante.
Pero regresemos a Rubin Ridge. Ahí, mientras Curiosity estaba en un momento de pausa momentánea, la Mastcam tomó una serie de fotografías que permitieron generar esta extensa panorámica, mostrando desde las alturas zonas que el propio rover ya había visitado hace meses y años atrás. Al fondo, dando un marco incomparable a la escena, se elevan los imponentes bordes de Gale, e incluso se puede captar una montaña situada más allá, que se eleva 2 kilómetros por encima del rover. La vista es tan amplia y desde una perspectiva tan elevada que puede seguirse sin problemas cual fue su trayectoria, desde que tocó por primera vez la rojiza superficie de Marte hasta que llegó a este punto.
"A pesar de que Curiosity ha estado subiendo constantemente durante cinco años, esta es la primera vez que podemos mirar hacia atrás y ver toda la misión debajo de nosotros", explica el científico del proyecto Curiosity Ashwin Vasavada, del Jet Propulsion Laboratory. "Desde nuestra posición en Vera Rubin Ridge, las vastas llanuras del suelo del cráter se extienden hasta la espectacular cadena montañosa que forma el borde norte de Gale".
El rover fotografió la escena poco antes del solsticio de invierno del norte de Marte, una temporada de cielos despejados, obteniendo una vista nítida de los detalles distantes. Quizás un adelanto de lo que un día visitantes terrestres puedan ver con sus propios ojos.
El largo camino de Curiosity por la llanura de Gale.
Teniendo una idea más precisa de las escalas.
Una mirada a la inmensidad.
Vista From Mars Rover Looks Back Over Journey So Far
Cuando aterrizó en el interior del cráter Gale, en 2012, su objetivo era uno y claro, la gran montaña de sedimentos que se eleva imponente en su interior. El camino no era sencillo, era necesario rodear el campo de dunas que se extendía como una barrera entre el rover y la montaña, y durante el trayecto fueron apareciendo lugares interesantes que retrasaron el avance aún más. Pero finalmente la paciencia y el buen hacer de su equipo en tierra, que le hizo superar obstáculos de todo tipo, tiene su recompensa. Llegó la hora de mirar hacia el paisaje que se extiende ya muy por debajo de sus cansadas ruedas.
Y el resultado no podía ser más embriagador. Muy atrás quedan los tiempos en que solo veíamos planicies interminables. La larga vida y capacidad de movimiento de Curiosity han permitido cambiar para siempre la imagen de la "eterna llanura" a la que parecíamos condenados. Ahora, desde un punto llamado "Vera Rubin Ridge", en las laderas de Aeolis Mons, la llanura donde aterrizó el gran rover se encuentra ya a 327 metros por debajo. Aunque para ser más precisos, desde el día que se tomaron las imágenes, el 27 de Octubre de 2017, este se encuentra ya 26 metros más alto. El camino hacia "Clay Unit", el siguiente gran objetivo por razones que el mismo nombre indica, sigue adelante.
Pero regresemos a Rubin Ridge. Ahí, mientras Curiosity estaba en un momento de pausa momentánea, la Mastcam tomó una serie de fotografías que permitieron generar esta extensa panorámica, mostrando desde las alturas zonas que el propio rover ya había visitado hace meses y años atrás. Al fondo, dando un marco incomparable a la escena, se elevan los imponentes bordes de Gale, e incluso se puede captar una montaña situada más allá, que se eleva 2 kilómetros por encima del rover. La vista es tan amplia y desde una perspectiva tan elevada que puede seguirse sin problemas cual fue su trayectoria, desde que tocó por primera vez la rojiza superficie de Marte hasta que llegó a este punto.
"A pesar de que Curiosity ha estado subiendo constantemente durante cinco años, esta es la primera vez que podemos mirar hacia atrás y ver toda la misión debajo de nosotros", explica el científico del proyecto Curiosity Ashwin Vasavada, del Jet Propulsion Laboratory. "Desde nuestra posición en Vera Rubin Ridge, las vastas llanuras del suelo del cráter se extienden hasta la espectacular cadena montañosa que forma el borde norte de Gale".
El rover fotografió la escena poco antes del solsticio de invierno del norte de Marte, una temporada de cielos despejados, obteniendo una vista nítida de los detalles distantes. Quizás un adelanto de lo que un día visitantes terrestres puedan ver con sus propios ojos.
El largo camino de Curiosity por la llanura de Gale.
Teniendo una idea más precisa de las escalas.
Vista From Mars Rover Looks Back Over Journey So Far
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Los viajeros Estelares,
Marte
jueves, febrero 01, 2018
Pequeños milagros
IMAGE, un satélite considerado inoperativo que regresa a la vida una década después.
La carrera espacial está llena de historia curiosas, extrañas y sorprendentes, casi auténticos milagros en más de un aspecto. Es casi inevitable cuando estamos hablando de centenares, cuando no miles de vehículos orbitales y interplanetarios lanzados a lo largo de las últimas décadas, pero no por ello resultan menos apasionante. Y esta historia merece estar un lugar entre ellas.
Todo empezó con el astrónomo Scott Tilley, que intentaba buscar señales del famoso Zuma, el satélite secreto cuyas funciones se desconocían y que se dio por completamente perdido después del lanzamiento. Sin embargo lo que captó fue la señal de un satélite denominado “2000-017A”, y que Tilley, comparando órbitas, pudo determinar que estaba ante el IMAGE (Imager for Magnetopause-to-Aurora Global Exploration), un satélite cientifico de la NASA lanzado en 2000, pero que se dió por perido en 2005. Hasta ahora. Y es que la señal no muestra solo que está activo y enviando telemetría. Literalmente este vehículo murió, se le catalogó como "perdida total" y regresó a la vida años después. ¿Como es eso posible?
Cuando, una vez dado por perdido después de solo 5 años de misión, se creó el consiguiente comité creado para estudiar las causas, este determinó que el fallo se había originado en el regulador de potencia. Pero también que existía la posibilidad de que se activara de nuevo cuando entrara en eclipse, dentro de la sombra terrestre, y eso drenara sus baterías, lo que le obligaría a reiniciar sus sistemas, literalmente se apagaría y encendería de nuevo, y en el proceso desbloquearía dicho regulador. Debido a que sigue una órbita inclinada 90º con respecto al ecuador algo así solo ocurría de forma muy puntual. Habría que esperar hasta 2007, cuando debía acontecer el primero de esos eclipses, y así lo hizo la NASA, pero nada ocurrió. Por tanto se le dio por perdido de forma definitiva.
Resulta ahora evidente que en algún eclipse posterior, finalmente se despertó, aunque nadie hasta ahora se había dado cuenta. No es extraño, ya que hablamos de un satélite cuya misión ya se había dando por cerrada y su corta historia había concluido. Afortunadamente Scott Tilley estaba ahí para, aunque de forma casual, captar su tenue llamada. Y con ello se inició una frenética actividad, entre ellas la confirmación de su identidad, ya que su señal, captada de forma cordidana por cinco estaciones de seguimiento en todo el mundo, encajaba con la de este satélite. Posteriormente es estudio de su telemetría mostró que la ID de la nave espacial era 166, la ID de esta misión. IMAGE volvía de la tumba.
Activo pero no necesariamente operativo. Eso último lo sabremos dentro de varias semanas, cuando termine el análisis completo de los datos recabados hasta ahora, ya que hay que adaptar su viejo software y las bases de datos de información a los sistemas más modernos, aunque ya sabemos varias cosas, entre ellas que el sistema de control principal está en funcionamiento. El siguiente paso en intentar reactivar sus instrumentos.
De conseguirlo podría retomar su misión de estudio de la magnetosfera terrestre, interrumpido ahora hace 13 años. Sería un final feliz a esta extraordinaria aventura, una pequeña historia que nos recuerda que incluso en un terreno tan exigente y tecnológico como es el de la exploración espacial hay espacio para los pequeños milagros.
MAGE (Imager for Magnetopause-to-Aurora Global Exploration) y sus instrumentos, que ahora intentarán ser reactivados.
La aurora sobre la Antártida, una de las imágenes enviadas por IMAGE durante los 5 al años que estuvo en activo. Su misión inicial era de dos años, pero en 2002 se aprobó su extensión, que terminó de forma abrupta en 2005. Hasta ahora.
El regreso de IMAGE.
NASA IMAGE Confirmed
NASA’s Long Dead ‘IMAGE’ Satellite is Alive!
Más de una década después, un satélite considerado inoperativo por la NASA está funcionando otra vez
La carrera espacial está llena de historia curiosas, extrañas y sorprendentes, casi auténticos milagros en más de un aspecto. Es casi inevitable cuando estamos hablando de centenares, cuando no miles de vehículos orbitales y interplanetarios lanzados a lo largo de las últimas décadas, pero no por ello resultan menos apasionante. Y esta historia merece estar un lugar entre ellas.
Todo empezó con el astrónomo Scott Tilley, que intentaba buscar señales del famoso Zuma, el satélite secreto cuyas funciones se desconocían y que se dio por completamente perdido después del lanzamiento. Sin embargo lo que captó fue la señal de un satélite denominado “2000-017A”, y que Tilley, comparando órbitas, pudo determinar que estaba ante el IMAGE (Imager for Magnetopause-to-Aurora Global Exploration), un satélite cientifico de la NASA lanzado en 2000, pero que se dió por perido en 2005. Hasta ahora. Y es que la señal no muestra solo que está activo y enviando telemetría. Literalmente este vehículo murió, se le catalogó como "perdida total" y regresó a la vida años después. ¿Como es eso posible?
Cuando, una vez dado por perdido después de solo 5 años de misión, se creó el consiguiente comité creado para estudiar las causas, este determinó que el fallo se había originado en el regulador de potencia. Pero también que existía la posibilidad de que se activara de nuevo cuando entrara en eclipse, dentro de la sombra terrestre, y eso drenara sus baterías, lo que le obligaría a reiniciar sus sistemas, literalmente se apagaría y encendería de nuevo, y en el proceso desbloquearía dicho regulador. Debido a que sigue una órbita inclinada 90º con respecto al ecuador algo así solo ocurría de forma muy puntual. Habría que esperar hasta 2007, cuando debía acontecer el primero de esos eclipses, y así lo hizo la NASA, pero nada ocurrió. Por tanto se le dio por perdido de forma definitiva.
Resulta ahora evidente que en algún eclipse posterior, finalmente se despertó, aunque nadie hasta ahora se había dado cuenta. No es extraño, ya que hablamos de un satélite cuya misión ya se había dando por cerrada y su corta historia había concluido. Afortunadamente Scott Tilley estaba ahí para, aunque de forma casual, captar su tenue llamada. Y con ello se inició una frenética actividad, entre ellas la confirmación de su identidad, ya que su señal, captada de forma cordidana por cinco estaciones de seguimiento en todo el mundo, encajaba con la de este satélite. Posteriormente es estudio de su telemetría mostró que la ID de la nave espacial era 166, la ID de esta misión. IMAGE volvía de la tumba.
Activo pero no necesariamente operativo. Eso último lo sabremos dentro de varias semanas, cuando termine el análisis completo de los datos recabados hasta ahora, ya que hay que adaptar su viejo software y las bases de datos de información a los sistemas más modernos, aunque ya sabemos varias cosas, entre ellas que el sistema de control principal está en funcionamiento. El siguiente paso en intentar reactivar sus instrumentos.
De conseguirlo podría retomar su misión de estudio de la magnetosfera terrestre, interrumpido ahora hace 13 años. Sería un final feliz a esta extraordinaria aventura, una pequeña historia que nos recuerda que incluso en un terreno tan exigente y tecnológico como es el de la exploración espacial hay espacio para los pequeños milagros.
MAGE (Imager for Magnetopause-to-Aurora Global Exploration) y sus instrumentos, que ahora intentarán ser reactivados.
La aurora sobre la Antártida, una de las imágenes enviadas por IMAGE durante los 5 al años que estuvo en activo. Su misión inicial era de dos años, pero en 2002 se aprobó su extensión, que terminó de forma abrupta en 2005. Hasta ahora.
NASA IMAGE Confirmed
NASA’s Long Dead ‘IMAGE’ Satellite is Alive!
Más de una década después, un satélite considerado inoperativo por la NASA está funcionando otra vez
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