Recientemente la BebpiColombo, la misión europeajaponesa a Mercurio, sobrevoló nuestro planeta a corta distancia, poco más de 12.000 kilómetros de la superficie, con el objetivo de aprovechar el tirón gravitatorio para lanzarse hacia el interior del Sistema Solar y hacia su meta final. Y no lo hizo dormida, sino con sus instrumentos activos y registrando los acontecimientos. Eso nos permite ahora "escuchar" a nuestro planeta y a la propia sonda en su encuentro final, la conversión de los datos recibidos en archivos audibles que nos regala la posibilidad de sentir casi el momento. Veamos algunos de los más interesantes.
A la sombra de la Tierra: Durante 34 minutos la BepiColombo pasó por detrás de nuestro planeta con respecto al Sol, es decir, dejó de recibir luz solar y dependió totalmente de sus baterías. La sonda aguantó sin problemas el desafío, y su acelerómetro, tan sensible que es capaz de medir incluso los cambios de velocidad causada por la presión de la luz solar sobre sus paneles, captó precisamente eso. O mejor dicho, como dicha presión se desvanecía al entrar en las sombras, provocando un ligero salto en la aceleración.
En la burbuja: La Tierra tiene un poderoso campo magnético, y en su camino de paso, la BebiColombo se adentró profundamente en el. Fue una oportunidad perfecta para que el magnetómetro de la Mercury Planetary Orbiter (una de las dos sondas que conforman a Bepi) mostrara de lo que es capaz. En 8 horas comprimidas en unos 20 segundos, podemos escuchar como la sonda se encuentra con el Arco de Choque, la frontera final entre el viento solar y el campo terrestre, cruza la Magnetopausa, una zona turbulenta intermedia, y finalmente entra en la región completamente dominada por el campo magnético de la Tierra.
Hola y hasta siempre: El Acelerómetro sigo midiendo el comportamiento de la BepiColombo, en este caso la fase final de la aproximación a nuestro planeta, desde los 27.800 a los 13.100 kilómetros de distancia. Son los sonidos de un encuentro, y aunque no dejen de ser una reconstrucción a partir de los datos, que se mueven en frecuencias inaudibles para los humanos, siguen siendo hermosos. Es lo más cerca que seguramente nunca estaremos de vivir un encuentro planetario como si fuéramos nosotros mismos los visitantes.
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