Sigue la aventura solar de la primera misión destinada a la exploración cercana de nuestra estrella, a la que sobrevolará en trayectorias cada vez más cercanas para adentrarse en sus misterios, en los mecanismos que rigen su actividad, y, en definitiva, aquello que la hace comportarse como lo hace. Y es que lejos de la idea que podamos tener viéndolo en nuestro cielo azulado, que puede transmitir una sensación de estabilidad y actividad sin sobresaltos, el Sol sigue unos ciclos que estamos lejos de comprender. De ahí la necesidad de este tipo de misiones, y más para una civilización tecnológica tan dependiente del espacio.
Tiempo habrá, cuando toda la información reunida sea analizada, para estudiar a fondo los resultados, pero mientras eso llega podemos disfrutar de pequeños "regalos" de esta sonda única. Uno de ellos el tener la oportunidad de "escuchar" a las partículas que proyecta el Sol hasta las profundidades del Sistema Solar, el viento solar, que lleva soplando desde hace varios miles de millones de años de forma interrumpida, con sus momentos de mayor intensidad, con sus tormentas, con la fuerza de la juventud en sus inicios, con la engañosa calma de la estrella madura que es hoy día. En definitiva, escuchar el sonido de la tormenta.
¿Y como es posible, si hablamos del espacio? Evidentemente no es sonido como tal. Si las fluctuaciones en la presión del aire en nuestro mundo provocan vientos que generan las olas en los océanos, los cambios en los campos eléctricos y magnéticos pueden provocar ondas que atraviesan las nubes de electrones, protones y otras partículas que forman el plasma que se aleja del Sol. Las partículas pueden montar estas ondas de plasma de la misma manera que un surfista monta una ola oceánica, impulsándolas a velocidades más altas.
Es solo un símil, pero permite entender como funciona el instrumento FIELD, capaz de captar la interacción entre estas ondas y partículas, como escucharíamos las olas del mar. Y en cierta forma es lo que tenemos aquí, el océano estelar rugiendo bajo la furia de una tormenta que nunca termina.
Parker Solar Probe Team Hears First Whispers of the Solar Wind’s Birth
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